La industria cinematográfica española es, hoy más que nunca, tan exclusiva como unos zapatos de Louis Vuittón. Pocos ruedan con un presupuesto aceptable; otros pocos lo hacen con un presupuesto que no llega ni para publicitar su criatura; todos los demás, o sea, la gran mayoría, rueda sin medios, sin ayudas, sin apenas mecanismos de distribución y sin salas. Por rodar, estos valientes suelen invertir todo lo que tienen a mano, desde su capital y el de sus amigos y familiares, hasta sus casas, sus coches o lo que sea, con tal de hacer una película más, un guión mas. Tal fenómeno no es nuevo, pero bien es cierto, como se recalca en Baratometrajes, que Internet y los cada vez más accesibles medios técnicos, han creado una realidad paralela al cine convencional, que cada vez empuja más fuerte por hacerse un hueco entre los grandes. Todas estas películas, por "muy pequeñas" que sean, ganan a sus "hermanas mayores" mínimo en una cosa: están hechas por personas que arriesgan lo suyo. Lo cual tiene el valor inmenso: han creado su propio género, su propia industria, libre, en muchos casos, del corsé al que está sometido el cine convencional. Baratometrajes se interna como pez en el agua en éstas y otras muchas aristas de éste género y se atreve a preguntarnos algo tan simple como; ¿qué sería el mundo sin cine?