Estamos ante un formidable film de disparos con una oferta de lo más compacta.
Es una entrega continuista, pero muy mejorada. Ha mejorado considerablemente al ganar mucho su narrativa y hacerse más divertido gracias a la variedad de sus situaciones, y vuelve a aportar ideas frescas, un estilo muy atractivo y a tener su propia personalidad.

Combinando buenas ideas que fraguan en su falta de ambición a la hora de crecer en fondo y no en forma y sus escenas con un espectacular ritmo, obtenemos una película totalmente divertida, a pesar de sus personajes aburridos y una historia sin inspiración.

Endgame: Bronx lotta finale es fantástica. Una gran historia, brutal es la palabra que la describe mejor, consigue impresionar al espectador. Visualmente impresionante, con diversión sin descanso, el único pero que se le puede poner a Joe es su falta de imaginación.

Una película que te entra por la nariz, es cierto que tal vez sea necesario haberse aventurado alguna vez en el entorno y la experiencia del speed para comprender de forma suficientemente intensa lo que trata de inducir la película.

Está claro que no es una película de expectativas, no juega con el espectador, te lo da todo directamente, con un desglose de planos enloquecido al principio y una bajada con situaciones demasiado subjetivamente frías que realmente pasa sin más pena ni gloria.

Esto es precisamente lo que más me llamó la atención, el ritmo del film es como una noche de speed, finalizando con ese gran triste momento en el que el corazón y la mente te van más rápido que el resto de las cosas que transcurren lánguidas y moldeables.
No es especialmente vanguardista ni tiene un guión demasiado elaborado pero lo que si es, desde luego, una película que es lo que pretende ser sin mierdas ni dobles intenciones.

Víctor está deprimido. Él para hacerlo mal no lo hace, no rueda cine porque el cine lo es todo para él y blablá. ¿Íntegro o un fantoche?. Yo me quedo con lo segundo.
Cuando se habla hay unos principios de cooperación básicos muy sencillos, pues el encarna lo opuesto, la comunicación perversa; oscuridad, ambigüedad, mensajes amplios sin necesidad.
Representa lo más chungo de las artes.