He visto Dune en pantalla grande, en casa y en un avión. Algunos te dirán que verla con los ojos cerrados no es verla, pero no lo creas. En castellano, en VOSE, y VO. A secas. Y volveré a verla. Claro. Sí señora. La duda ofende. Por un lado Denis es uno de los míos. De los que no falto, de los que si pudiera pediría en matrimonio. Parece que está casado con la directora de producción y por eso pudo colarse en los Òscar, no porque sea uno de los mejores directores del siglo. Dirección y producción siempre juntas, mira tú. El roce hace el cariño o la obligación manda (jejejeje). Cuando pueda, si es que no me lee, le confesaré mi amor eterno y le propinaré un leve golpecín por todo lo que me hace sufrir. No hablemos de Incendies ni de la Llegada. Ni de Polytecnique, porque es mi Bette Noir. Cuando supe que la segunda de Blade Runner era suya, cambió mi perspectiva hacia el film, y, aunque sé que las películas son películas, si se ven dentro del universo del autor cobran otro cariz. Aprendí a ver películas de esta forma hace relativamente poco en el computo total de mi vida cinéfila. Queda pendiente una revisión prometida de El laberinto del Fauno.

No voy a hablar de premios, ni de lo injustos que son, ni de que perdí la porra de los Òscar (previsible, dada mi inclinación hacia los sentimientos). Aunque no te lo creas, he visto y tengo en mi haber hasta que el cuerpo aguante, la versión de David. Y luego me preguntan por qué estoy divorciada…..hay cosas que no se hacen. No me he leído la novela. Y quizá debería. La tuve rondando por mi otra vida, portadas de polipiel azul, hojas finas como las de biblia. No invitaba no. Y Lynch. Ya me contarás.

Aquí, sin embargo se alinearon los astros, que no las palomitas, porque tenía a un tío a una butaca de separación comiendo un súper combo palomita a palomita. Que me dieron ganas de hacerle lo mismo que a Denis pero a lo bestia. Vale que tengo tendencia a ponerme nerviosa por cualquier menudencia, pero en Dune…..palomita a palomita….¿en serio? Esta Denis, está Isaac, está la chunga de Misión Imposible, y esta Timothée, un poco de Aquaman y está Anton Chigurh (sí, lo he buscado, porque no me acordaba de cómo se llama el personaje de Bardem en No es país para viejos, pero ahora lo sabemos los dos). Y la cuestión es ¿de qué va Dune? Pues eso quisiera poder explicarte. Pero es que no es solo política, ni distopía, ni calma, ni problemas interestelares, ni de drogas psicotrópicas, ni de traición, ni de macroeconomía, ni de mafias, ni de meter la mano en una caja para ver si eres Neo, ni de medio ambiente. Y sin embargo es todo eso y mucho más, porque querida, esta es solo ¡la primera parte!

Usualmente tenemos la tendencia a dividir las obras, a establecer épocas y momentos y a encuadrar todo de forma cronológica. Anoche, después de un par de semanas, o más,en cartel pude, por fin, ver la esperada película anual de mi querido Woody. Para mi es de esos directores de cabecera que hacen que me sienta un poquito más cinéfila. Casi tengo toda su filmografía, casi me la he visto entera y aunque no me he leído sus libros ni mucho escrito sobre él, me he leído lo que sobre él ha escrito él mismo. Quién mejor apara hablar de uno que uno mismo. Y quizá Rifkin’s Festival hay que verla después de leer “A propósito de nada”, y de ver alguna que otra película de esas en blanco y negro que solo ven los pedantes que van a las filmotecas y les gusta leer subtítulos. Cosa que le pasa al propio Allen. Y que llegado el caso revisa y en la consulta de su psicoanalista se cuestiona si realmente merece la pena, si realmente tiene sentido algo de lo que le está contando. La película es una crítica enorme al cine popular revestido de social y a la acrítica. Hace tiempo hablé sobre cómo ha bajado el nivel de exigencia lingüística (6-10-2019”Cuestión de palabras”), y eso está pasando en el propio cine y en las propias opiniones de los expertos. Hay mucho listo revestido de intelectual que no llega ni a inteligente. Sabéis que me gusta el cine en todas partes en todas las formas en todas las posturas y en todos los formatos (menos en mala calidad, en mala calidad no, y Lynch tampoco.) Lo que no me gusta son las mentiras, los impostores y los cazaaudiencias sin autenticidad, sin corazón, sin principios. Y por eso los nuevos criterios de la academia de los óscar no me gustan. Porque al final se incrementan las diferencias cuando lo que queremos es llegar a una especie de igualitarismo. Entiendo la intención, pero no sé si los resultados van a ser favorables.

No había leído nada sobre la película, pero sí escuchado que no es una buena obra. No es una buena obra ¿comparada con qué? ¿Con la obra anterior del propio Allen? ¿Comparada con lo que se oferta en las salas de cine o en las plataformas hogareñas? ¿O comparada con el disponible total del cine? Yo no soy nadie para juzgar nada, y no sé quiénes son los que determinan si las películas son buenas o malas. Tengo mis referentes, mis “almas gemelas” que no me dice un algoritmo sino conversaciones largas y tendidas sobre todo tipo de cine y demás cosas importantes en la vida. Sabía que me iba a gustar. Sabía que iba a tener la sonrisa amable que siempre me saca este gran sabio aunque él no quiere ni de lejos este título. Pero desconocía que me fuese a reír a carcajadas y a aplaudir chistes maravillosos relativos a la muerte. Y es que Allen y yo coincidimos en nuestra visión de la muerte y de la vida y de lo que es importante. Porque en esta película más, si cabe, el prota es él. Y coincidimos también en que vemos la vida a través de escenas de películas de cine. Solo que las suyas son más cultas. Yo soy más populacha. Tenemos en nuestra cabeza nuestro propio festival. Un mundo interior que hace que veamos las cosas desde otra perspectiva y de otra forma. Y que en numerosas ocasiones no nos entiendan.

Rifkin’s Festival es una obra de revisión, una mirada hacia atrás y una pregunta sobre si vale la pena todo por lo que luchamos a nivel intelectual. Es una declaración de personalidad. Es inconformismo y una crítica crítica. Es una pregunta por el sentido de las cosas. Y así como Platón destruyó todo su sistema en sus obras de vejez, Allen aun no lo tiene claro. Solo tiene claro que es feliz hablando de cine. Porque su cine es como la vida misma, una sucesión de escenas de plano contra plano en donde la mayoría de las veces nos perdemos los “plano-detalle” y nada va deprisa. Incluso a veces es aburrida. Porque el aburrimiento, Russell dixit, es absolutamente necesario para poder despegar el culo del sillón y salir a respirar.

Another year. Otro año. Otro año ha pasado. Y aquí vuelve a empezar. Porque mis años empiezan como mis semanas. Por todo lo alto. Mis años, en verano. Mis semanas, en viernes. ¡Qué manía de empezar por lo malo! Otro verano, otro otoño, otro invierno, otra primavera han pasado. Gaia se divide en cuatro de tres para poder distinguir unos meses de otros y transitar por la vida con una monotonía cambiante. Porque al final, ¿qué es la vida? Sucesión diaria de las mismas cosas a través de diferentes días porque el tiempo pasa y el día es distinto porque es otro pero es igual que el anterior. Te levantas, te duchas, desayunas, recoges y marchas al trabajo o trabajas en casa. La vida al final es tranquilidad y lugares comunes. No es lo que nos vende el cine. No llega un príncipe azul que escucha tu canto y sin tan siquiera verte se enamora de ti y se propone salvarte de algo que aún ni ha sucedido. O quizá sí es lo que nos vende la caverna. Porque esta película es muy "la vida". Y últimamente el cine está perdiendo su glamour y a las estrellas ya no las visten grandes diseñadores como Givenchy y ya no sueñas con poder cenar en un barco por el Sena mientras te enamoras de tu protector. El cine ahora es mas pesimista aún si cabe que la propia vida. Las historias que predominan son las de fracaso, las de ruptura. Las historias de cine están en la realidad. Parada frente a un quiosco miraba las revistas amarillistas y rosas y sólo veía intención de realidad. Pero de realidad, cómo decirlo, ¿desgraciada, quizá? Venden tristezas, divorcios tortuosos, niños rebeldes que se van de casa, y cosas que son de lo más normal del mundo pero que parece que nos calma la conciencia si las hacen los famosos, como por ejemplo Fulanita Tantanita también compra en el mercadillo, la famosa cantante Tralari que te vi tiene celulitis. Lo hablaba muy seriamente, no entiendo muy bien por qué algo que tenemos todos o hacemos todos vende. La telerealidad lo han venido a llamar desde que triunfa ese programa de cuyo nombre no quiero acordarme. Hace relativamente poco comprendí, con mi vecina, por qué triunfa. El target son mujeres, madres para ser más exactos, y mujeres mayores. También las jóvenes por los realities. Sobretodo la razón que arguye mi madre "me puedo levantar, hacer lo que tenga que hacer, volver y no tengo que coger el hilo de nada". A mí, personalmente me parece muy complicado seguir el hilo de ese programa. Pero voy a retomar mi hilo. La vida es mercadillo y celulitis. No es la mansión en la Gran Vía, colocada hasta el paroxismo y con una señora limpiando acelgas de plástico en la pila de una cocina que dudo que tenga hasta agua corriente. La vida es encontrar tu sitio con tu persona (que puedes ser tú mismo) y encontrar una estabilidad tranquila que no aburrida, una tranquilidad que da seguridad como la propia sucesión de las estaciones del año. A los niños les encanta la anticipación. Por eso miran una y otra vez la misma película y nosotros no lo entendemos porque queremos más y más cosas distintas, y que cada día sea una montaña rusa que nunca descienda. Y la vida, queridos míos, la vida no es eso. La vida es sucesión de hechos constantes monótonos que no aburridos, estables, en compañía de quien hace que cada día sea una montaña rusa pero sin hacer nada. Sólo con mirarte ya sé cómo estas, qué quieres, qué debes y qué vamos a hacer. Y nos vamos a la cama. Y leemos. Y puede que ni hablemos. Al otro lado, a la otra punta de Tom y Gerri (nombres de la pareja protagonista, sí, y hacen la broma con los dibujos animados, sí)se encuentra Mary. La verdad que me sentí un poquito identificada con ella. A saber: mujer divorciada,alocada, que no calla, que va dando tumbos y tomando decisiones sin saber muy bien por qué. Básicamente no encuentra su sitio. Pero un valioso amigo me hizo ver que no, que a parte del concepto divorcio, y sólo el concepto, no tenemos nada en común. Porque aunque en apariencia no callo, me dijo "tú escuchas, estás pendiente, te das incluso cuando no debes ni puedes ni tienes fuerzas. Estás para los demás y te olvidas de ti." Mary sólo tiene presente a una persona: A ella misma. Y aunque tengo unas paginillas por ahí escritas sobre la necesidad del egoísmo en este nuestro mundo para que todos podamos pasar por Isarco sin que se nos caigan las rocas del acantilado en este viaje que es llevar al elefante de un lugar a otro, que eso es la vida y que muy bien lo retrata Saramago en toda su obra pero especialmente en este libro titulado #elviajedelelefante. Pero una cosa es el egoísmo donde al final debemos tener en consideración al otro y otra cosa distinta es el egocentrismo narcisista y ególatra donde los demás no existen. Creo que esta película tranquila que retrata la vida de una pareja, su hijo, y sus amigos a lo largo de un año, donde nos sentimos un poquito espías porque miramos sus quehaceres con actividad pasiva para poder comprender el sentido de la vida y cómo hacerlo bien, creo que nos ofrece la clave. Y creo que en eso que os he contado que me dijo mi preciado amigo hay parte de clave. Estar para ti, y los demás. No olvidarte de estar bien y eludir lo que te hace mal pero teniendo en cuenta al otro. Quien quiera que sea. Es la vida. Es el amor. Otro tema que nos preocupa mucho. Cómo hacer para ser feliz con la misma persona toda la vida. Y recalco "ser feliz" no pasar por la vida por encima de ella si no zambullirnos y bucear por los arrecifes de corales de brillantes colores con tiburones acechando a nuestras espaldas. Amor, nos merendaremos esos tiburones.