Alicia lleva un moño flojo durante todo el planteamiento de la película y cuando comienza a hacerse preguntas se suelta el pelo. Luis Puenzo se vale de este recurso para exteriorizar el proceso interno que sufre Norma Aleandro, una actriz en estado de gracia. Aleandro crea un personaje sutil y profundo, del que he llegado a dudar.
¿Ha mirado demasiado tiempo para otro lado antes de cuestionar su realidad? La vida con el moño burgués resultaba mucho más fácil.
Norma Aleandro es el eje hipnótico de La historia oficial, pero su trabajo brilla gracias a un Héctor Alterio contenido. Roberto cuenta, mentalmente, muchas veces hasta diez. En la Argentina de 1985 ya no está todo permitido, aunque hay una escena muy potente, dramáticamente hablando, en que se le olvida y muestra la verdadera cara de una dictadura.
Chunchuna Villafañe y Chela Ruíz sobresalen entre los personajes secundarios por méritos propios. La primera por cómo recuerda, entre risas y lágrimas, su tortura; la segunda por la mirada ante la pregunta más esencial de Alicia.
La niña que interpreta a Gaby tampoco está mal, poco más hizo después de La historia oficial, pero particularmente soy de los que piensan que los críos apenas deberían tener diálogo. ¡Y Analía Castro habla de lo lindo!
Treinta años después, La historia oficial sigue manteniendo toda su vigencia. Es una fuente para documentarse, como recomienda hacer Alicia, en una de sus clases, cuando quieres hablar de HISTORIA.

"Solo quiero ser un héroe", dice el personaje de Bruce Dern en una de las escenas cumbres de la película. Héroes de guerra, hombres heridos que, de una manera u otra, han ido a jugarse la vida a Vietnam. Hombres al servicio de una mujer, Jane Fonda, que solo quiere ser una heroina y salvarlos. Su amor es amplio y, si imaginásemos el futuro, a lo largo de su vida, Sally seguirá ejerciendo de benefactora de los más desfavorecidos. Una especie de adelanto de la terapeuta que encarnó Helen Hunt en Las sesiones (Ben Lewin, 2012).
Pero, en el fondo, Sally se sirve de los demás para evolucionar. Ella es la única que realmente se transforma durante el metraje. Y las debilidades ajenas la fortalecen.
La banda sonora de El regreso merece una mención aparte. Además de las populares canciones de Bob Dylan, The Beatles o Neil Young, el músico George Brand crea unas melodías que evitan el tópico de subrayar la acción para, en vez de eso, reforzar la atmósfera necesaria en cada momento.

La vida es una tómbola de luz, color y, a veces, mala suerte.
Salvador aterriza en un pueblo perdido de Perú, dejado de la mano de Dios y, obligado por las circunstancias, compra un boleto con el que se jugará su futuro.
Madeinusa presenta una estética barroca y colorista, pero rodeada de ratas y suciedad. Sus personajes son iguales. Y en una película con constantes referentes religiosos, pronto descubrimos que los habitantes de Manayaycuna tienen el alma muy sucia.
Claudia Llosa opta, inteligentemente, por narrar y no juzgar a sus criaturas. No puede. Nada es pecado. Estamos en "tiempo santo".

Natalia adora Cristal y gracias a ella volvemos a tararear, con algo de vergüenza, el temazo de Rudy La Scala que decía aquello de "Mi vida eres tú y solamente tú". Suponemos que Natalia también adora los cardados y excesos estilísticos de Jeannette Rodríguez, su protagonista. Porque Miss Tacuarembó es eso: una noche de pelucas, purpurina y grandes éxitos petardos de ayer y siempre. Esa fiesta en la que pierdes la rigidez y haces coreografías con tus mejores amigos gays en la tarima de cualquier antro.
O la odias o la amas pero, si te dejas engatusar por Miss Tacuarembó, verás que detrás de las luces trata de reflexionar sobre los escrúpulos, las creencias absolutistas o los pueblos castradores.
Mención aparte, la divertida banda sonora original compuesta por Alejandro Sergi, líder de los argentinos Miranda!
¡Cuidado! Las canciones de esta película se pegan a tu mente como el velcro.
What a feeling!