Si bien es cierto que el Hellboy socarrón y resuelto de Ron Perlman encandiló a la crítica en un abrir y cerrar de ojos, presentando al personaje ante un basto público que no conocía la obra original ,yo me quedo con el demonio de Neil y David. Se trata de un Hellboy menos edulcorado y con un humor más próximo a los cómics.

Exhibe una forma de entender su trabajo como investigador paranormal y unas situaciones hilarantes que solo podían emerger de una violencia desenfrenada, aquí abro un inciso para señalar que LA FAMOSA CENSURA QUE SE HA HECHO EN ESPAÑA CON LA SANGRE NO ES TAL y que solo se aplica a dos escenas concretas. Al fin y al cabo no debemos engañarnos; las sobrecogedoras escenas acompañadas de una fuerte presencia de los tebeos de Mike Mignola hacen de esta película un regalo para los fans.

He de admitir que al acumular tantas referencias recién salidas de la viñeta la trama se resiente en el tercer acto al quedarse cortos de tiempo en el montaje. Pero eso no me parece razón para desbaratar lo que podría haber significado el renacer un Hellboy más auténtico y capaz interpretado por un David Harbour que tiene mucho que enseñar.