Serie bien ambientada por lo que respecta a trajes, peinados y demás. No tanto por lo que se refiere a las actitudes de los personajes femeninos, y también masculinos (véase al chico que trabaja para la institución haciendo labores manuales, tan igualitario él que va al baile de las alumnas, sus padres y todo). Increíble que no se haya reproducido el acento sevillano en los personajes. Algunos sí lo tienen, imagino que porque son actores y actrices sevillanos, pero ¿los demás? No soy de Sevilla, ni siquiera andaluza, pero vamos, un poquito de credibilidad.....
Por otra parte, se repite el mismo problema de todas las series españolas: los actores protagonistas. Los secundarios suelen ser muy buenos, pero ¿por qué Macarena García, que alguien nos explique su omnipresencia en el cine español, no tiene acento sevillano? Buen momento, Macarena, para demostrarnos que eres una buena actriz. Pero no, ella hace siempre el mismo papel, en todas sus películas y series. Tampoco es muy creíble la estupenda y modernísima Teresa, aunque supongo que será porque su personaje es el revulsivo que se necesita para mover a los demás. Concedamos esto a la imaginación televisa.
Los guionistas deberían haber cuidado algunas cositas, como por ejemplo, eso tan absolutamente ridículo y bastante patético de que salgan todas las alumnas a la reja cuando aparecen por allí los tres petimetres que van a lucir palmito, cual gallitos en corral. Francamente, si una academia permite eso, antes y ahora, yo saco a mi hija de allí.
Serie para pasar el ratillo, sin plantearse muchas cosas.
Queda salvada Ana Wagener, que siempre lo salva todo. Y Gloria Muñoz y su marido, no recuerdo el nombre de este actor.

Viendo esta serie yo, que me considero una persona progresista, entiendo por qué los norteamericano votan a Trump. Por favor, más noñería demócrata no es posible. Que conste que me he visto la primera temporada entera porque en casa lo ponía mi marido para cenar, pero tanto patriotismo, tanto bonismo, es que no hay quién se lo trague. Y, por cierto, en las altas esferas de la política, además de estar todo el día preocupados de las redes sociales, ¿alguien se ocupa de gobernar? Los asesores fantásticos de este sucesor designado no hacen otra cosa que mirar su móvil y las redes sociales. Da la sensación de que lo único que se necesita para gobernar un país son los funcionarios, porque desde luego los políticos y sus asesores están a otra cosa.