Como espectador, me molesta mucho que una serie se alimente continuamente de generar tensión mediante el apaleamiento recurrente de personajes o trucos baratos similares que parten de la empatía con el sufrimiento ajeno. Yo espero que me cuenten una historia y que esa historia merezca la pena, no que me hagan sentir odio por este o aquel personaje en base a una serie de atrocidades que estos cometen impunemente gracias, no lo olvidemos, al guionista de la serie; me bastan los cuatro primeros golpes para comprender que alguien está siendo maltratado y me sobran los cincuenta y tantas torturas posteriores cuya misión es encorajinar a la audiencia frente a algún personaje. Ojalá los guionistas hubieran dedicado ese mismo entusiasmo por asaetar a ciertos personajes a la creación de situaciones más verosímiles para muchos de los sucesos incoherentes que tienen lugar en esta lamentable temporada de la serie. Por supuesto y como no podía ser de otra manera, la forma de contentar al espectador y recompensarle por los tormentos sufridos tiene lugar a través de trucos no mucho más logrados como el de introducir alguna batalla -siempre una apuesta segura-, y algún fenómeno similar no demasiado trabajado ni justificado, pero siempre bien recibido a falta de algo mejor con lo que calmar las vísceras.