Creo que el tema de la película no está explotado en tanta profundidad como podría. Denota una postura clara, no es un film que deja lugar a las interpretaciones. No me parece polémica, de última trata de algo que todo el mundo sabe, y además es un tema tan gastado que me aburre. A mí no me aporta nada nuevo, pero los actores están excelentes y dentro de todo, es una historia interesante. El efecto que me dejó fue de odio e impotencia al ver que todo seguía igual, como si nada, pero, ¿es justo culpar a toda una institución por los pecados de algunos? Presenta un solo lado de la cuestión.

Empecemos por el título: "Una semana solos". Un grupo de seis o siete chicos (la mayor, de 16 años y el menor de 4) de la clase alta argentina se quedan a cargo del cuidado de una niñera/empleada mientras sus padres se van de vacaciones. Su "pasatiempo" consiste en entrar a las casas vacías de las otras personas que están vacacionando también, para,"utilizar los bienes de las personas", por ejemplo, comer la comida de la heladera, escuchar música o mirar TV. Mientras tanto, cada vez que salen de "excursión nocturna" deben tener cuidado de no ser pillados por los "Codecops" que pasan con su caddy para ver si "está todo en orden". Bueno, en esto se va la primera hora y media de la película. Durante todo este tiempo, uno piensa: "algo tiene que pasar, estoy seguro". Entonces ocurre el "gran suceso", que seguro cambiará las vidas de los protagonistas ("estoy seguro de que sí"): la empleada/niñera invita a su hermano de 14 años, del interior de país, a pasar unos días al country. Los "niños ricos" lo miran con extrañeza, pero no más extrañeza de la que tendría cualquiera si un perfecto desconocido viene a quedarse en la casa de uno. Su presencia debería causar una crisis, si esa era la intención de la directora, realmente se equivocó en la elección del personaje. Hubiera sido mucho más conveniente caracterizar al hermano como un "villero" (de las villas miseria argentinas, que por otra parte se localizan muy cerca de los countries), más que como un simple pueblerino, ya que el chico en cuestión se adapta perfectamente a las costumbres de sus nuevos compañeros, aunque de modo sutil, como cuando uno va de invitado a un lugar y no quiere contradecir al anfitrión. Aquí ya habrán pasado unos 40 minutos más, y uno sigue pensando, mirándose con los pobres tipos con los que está compartiendo la película, "algo tiene que pasar, ya vamos por las dos horas". Bueno, lamentablemente no pasa nada.

Puedo entender que esta película pueda tener algún interés sociológico para alguien. Yo, la verdad, no se lo veo. No tengo una actitud de "extrañamiento" ni de observación de animales en el zoológico. Debe ser que pertenezco a la sociedad argentina, y no me resulta para nada esclarecedor (ni siquiera realista) el panorama que se plantea.

Una película que muestra, desde mi punto de vista, cómo, en una situación límite como la guerra, algunas veces la mente humana entra en un trance donde concibe una realidad paralela que se entrecruza con la verdadera para poder sobrellevarla. Para pensar mucho.
La fotografía, la ambientación y los efectos especiales, muy buenos.