'Dersu Uzala' es una película en el que la ausencia demuestra, frente al ruido, cómo se puede contar mucho con muy poco. Los silencios, la lentitud, la parquedad en palabras son parte de un relato sencillo pero verdadero sobre esa amistad tan pura que surge entre dos personajes libres de prejuicios. Y hacerlo tan bien con tan poco es dónde se constata la mano de un maestro del cine.
Una historia de aventuras sin los excesos del cine actual, y quizá por ello mucho más creíble, que poco a poco nos introduce en un ambiente inhóspito, que acabamos comprendiendo y valorando gracias a la sabiduría de Dersu que, como suele ocurrir con estos individuos, no habla mucho pero cada frase que suelta es digna de ocupar la última página del libro.

Es cierto que cabía esperar una segunda parte que rizara el rizo, ahondando innecesariamente en la imaginación visual, y parecía difícil que, al fijarse en el contenido, pudiésemos sacar algo en limpio. En mi opinión no es tan sorprendente visualmente como la primera parte sin embargo, para mi sorpresa, nos encontramos con un montón de lecciones morales que la legitiman como una herramienta educativa muy potente. El valor de la familia, los sacrificios que se hacen por una buena amistad, la percepción del tiempo, la ruptura de estereotipos sexistas, el esfuerzo para cumplir los sueños imposibles o la capacidad de creer y confiar en las personas.
Y por encima de eso, siempre es agradable dar un paseo por el fantástico país de las maravillas y saber algo nuevo de cada uno de sus habitantes.