He de decir que iba con unas expectativas muy bajas tras Tres metros sobre el cielo. Y sin embargo, a diferencia de la primera, ésta sí me convenció. Me he leído ambos libros primero, y creo que esta vez el director Fernando González Molina sí ha acertado.
Para defenderme de los maduros que opinan que esto no es más que un largometraje de la invisible camiseta de Mario Casas, diré que hay más, si se busca. Por fin aparece una mujer que sigue sus propias reglas, que hace frente al tópico del chulito, y es que Clara Lago hace una actuación tremenda. Mario Casas, frente a lo que opinan, actúa siguiendo exactamente el personaje de los libros, y María Valverde... bueno, María Valverde sale menos, y eso se agradece, no hay rabietas de niña pija a lo largo del film.
Parece que hoy en día sólo se valoran las películas independientes con mensaje, o sin él, que rompen con lo establecido, y por supuesto, se lo merecen, pero también, de vez en cuando, hay que abrir un poco más las miras y disfrutar de una película de entretenimiento, que es capaz de hacerte reír y llorar al mismo tiempo. Y sobre todo, que es capaz de hacerte soñar de una manera o de otra.

Sólo diré que mientras ves la película, hay algo que no encaja, hay algo que lucha dentro de ti para conseguir que todo sea como debería ser. Y sin embargo, disfrutas, te dejas llevar, te sumerges. Y cuando la película termina, una nueva sensación aparece en ti.
Una gran metáfora de principio a fin. Una película de las que marcan dentro, muy dentro, y por eso diría que una película inolvidable.