Cuando el personaje de Mara abandona la casa, me pareció magistral el cambio de ritmo a la llegada de la familia mexicana, viendo solo retazos de sus vidas, como si el tiempo pasara mucho más deprisa.
Lo que en un principio fue un profundo sopor por el sentimiento de abandono, pronto se vuelve una ira descontrolada contra aquello que no comprende y ansia desesperadamente volviéndose un verdadero poltergeish.

En la fiesta, la conversación de "¿quién nos recordará?" hace que, de repente, si sabes leer entre líneas, comprendas el porqué de la película.

La escena del derribo de las casas provoca una extraña sensación de vacío; el saber a quién esperaba realmente el fantasma de la casa de enfrente te deja el corazón encogido y sin esperanza, pero como todo, acabas viendo que es una nueva estapa.

Nuestro fantasma continúa en el mismo sitio, pero todo ha cambiado radicalmente.

Y de pronto cuando ves que decide acabar con todo, vuelve al pasado remoto y ves clavar la primera estaca, comprendes, que todo, absolutamente todo de esta pelicula es un círculo vicioso que se repite una y otra vez. La causa-efecto infinita.