Una película en la línea de las de Frank Capra donde los buenos sentimientos y el contraste entre los carácteres opuestos de los personajes choca para crear situaciones absurdas.
A destacar la química entre Bridget Fonda ( tal vez la película donde ha salido más guapa) y Nicolas Cage. Nicolas interpreta a un personaje inverosímil hoy día. Un hombre que además de ser policía es un buenazo, con unos principios tan solidos como para respetar la promesa hecha a una camarera de compartir un premio de lotería. Para pasar un rato agradable y divertido.

La creación de Mónica Cervera con su personaje es magnífica. Cuenta el drama de una fea que por un azar del destino consigue cazar a un mujeriego empedernido a base de chantajearlo. La película esta llena de situaciones delirantes y un humor negro muy a la española que te haran soltar más de una carcajada. La angustia del personaje de Guillermo toledo llega a hacerse intolerable y solo le deja una salida para recobrar su libertad: cargarse a la dependienta que le coacciona. El guión está muy bien construido aunque hay algunos puntos poco creíbles como la desaparición de su cadaver por las llamas. La loca familía de la dependienta es otro de los puntazos de la película.

Película de desarrollo lento pero que no llega a hacerse aburrida grácias al excelente guión y magníficas interpretaciones, en especial la de Mühe que pasa de ser un rígido militar a convertirse en un ser que lucha por mantener su lealtad al pártido o seguir los dictados de su corazón.
La fotografía de colores pálidos y apagados refleja muy bién la sociedad en la que viven los ciudadanos de la exinta Republica Democrática de Alemania. Una sociedad donde todo el mundo es sospechoso de ser enemigo del pártido y todos temen decir lo que piensan.

Florian Henckel-Donnersmarck logra crear una película redonda y entretenida sin tener que recurrir a efectismos y que nos ayuda a darnos cuenta del valor que tiene el poder expresarse en libertad.
El final no podría ser mejor: Simple y conmovedor.

Si, pero en Kazajastán porque estoy seguro que éste hombre ha hecho más por el turismo de éste país perdido en los Urales de lo que ninguna campaña gubernamental haya ni siquiera podido imaginar. Seguro que hay muchos idiotas que se pueden llegar a creer que en ese país se bebe orina de caballo fermentada, o que es costumbre acostarse con tus hermanas. En el falso documental se ven varios ejemplos de que si se lo creen...Lo que tiene mérito de ésta película es el morro que le hecha el señor Cohen. Meterse en el corazón de America y destrozar el himno americano en un rodeo es como para que te linchen. Hay veces en las que para que álguien se fije en nuestros más recónditos defectos estos deben ser exagerados al límite y este es lo que hace el protagonista. Por ejemplo en el odio visceral a los judios (él mismo es judio) ¿Cuantos judios puedo matar con este rifle? Preguntaba Borat en una tienda de armas ante un vendedor para nada escandalizado...
También tiene mérito que los americanos hayan acojido tan bién la película cuando los deja tan mal al contrario que en Kazajastán que no lo pueden ni ver ( se entiende...)

La cálidad técnica de la película es pésima pero teniendo en cuenta que se ha rodado la mayor parte con cámara oculta no se puede pedir más.

¿Quién sino Rambo, un tio que con un machete con cámara porta aguja de coser incorporada lo mismo se fabrica un abrigo con una lona vieja, se da unos puntos en un brazo herido o se fabrica trampas mortales, podría ser el padre cinematográfico de McGuiver?
Ahora en serio el personaje de Rambo es una mezcla de tipo sensible (llora cuando habla con el coronel Truman por teléfono) sociópata (viaja siguiendo una carretera secundaria a pie evitando interactuar con la gente) y zumbado ex-combatiente del Vietnam. Sería interesante hacer un estudio sociológico para averiguar porque tantos jóvenes se identificaron con él y lo imitaron convirtiéndose en un icono. No deja de ser un rebelde en la línea de James Dean solo que él es un tio duro de pelar y no un moña acomplejado. Rambo representa el poder del individuo enfrentado a una sociedad, reflejada primero por el sheriff y luego por el ejército, que te quiere hacer pasar por el tubo ya sea por las buenas o por las malas.