Valga decir que esta es, probablemente, mi primera y última crítica en esta plataforma. Me he registrado en esta web, de referencia para mi, para cumplir lo que creo, es una labor social.

El cine español, sobretodo en cuanto a la comedia, siempre ha sido un pozo de subvenciones, en el que se ve claramente cuando una película busca aportar algo, o cuando busca ser “otra más”. Aún recuerdo aquellas comedias españolas en las que podía entrar a la sala y reírte por lo absurdo de las situaciones, con actores y actrices que brillaban en papeles que parecían hechos a medida.
Nada de esto es Padre no hay más que uno, 2. Esto es una comedia ridícula, en la que desde el primer chiste, literalmente el primer chiste, sientes vergüenza ajena. Se es consciente de que es una película dirigida a un público bobalicón, acostumbrado a un humor que por desgracia en este país mueve muchas masas, al estilo de esa comedia de televisión privada con pícara rima.

La película no tiene nada bueno. Los chistes, ridículos, contados sin gracia ninguna, con situaciones tan absurdas, que se hilan sin control, en una familia que parece acostumbrada a que la vida sea idiota, con momentos de auténtica vergüenza.

Los actores, se nota que actúan sin ganas, con frases que tienen tan poca gracia que demuestran su propia vergüenza al decirle. Los niños, aún entendiendo que son niños, se les nota que la frase que han dado por buena, es la enésima toma después de decenas fallidas, se les ve aburridos de repetir lo mismo. Si queréis una comedia sobre los problemas de familia e hijos, os recomiendo la serie de Berto, en Movistar plus. Ahorrad el dinero. Han recuperado la inversión. Hemos malgastado las subvenciones (por enésima vez). Y Santiago tiene algún cero más en su cuenta.

Como decía, es mi primera y última crítica. Salí del cine pensando que era necesario ahorrar tal vergüenza a cuánta gente pueda.