"La isla del viento" es una de esas películas que una vez visionadas es muy difícil de olvidar. Algunas de esas películas que te van calando lentamente hasta llegar a la mente del espectador e introducir en ellas imágenes que más tarde revolotearan en el recuerdo.
En apariencia la trama inicial es sencilla. La vivencia y exilio de un intelectual a un lugar agreste. Podríamos pensar en el terreno de "Il postino" de Radford pero el último tercio del largometraje transforma la experiencia inicial del idílico lugar en algo mucho más grande y profundo.
La historia de los hombres es un bucle que se repite. La muerte se funde con el sueño. El viento mueve los molinos y arrastra la arena. Imborrable el recuerdo.

De nuevo José Luis Guerín nos ofrece un sorprendente híbrido entre documental y ficción.
Rodada como un documental, así a lo asumimos como espectadores pero con la construcción narrativa de una obra de ficción. La temática es sencilla pero compleja. Unas lecciones magistral del profesor de estética Raffaele Pinto . Los alumnos somos los espectadores y también las "musas" que asisten embelesadas algunas y combativas otras a la clase magistral.
Como en un juego de espejos , Guerín incide en la reflexión entre imagen y sujeto . Seducción y seducido. Manipulador y manipulado.
Una obra mayor vestida de pequeñez.

Una joya del cine. Casi se acerca a la estenografía pero la belleza visual y su elaborado guión rápidamente nos traslada al universo de la más emocionantes de las ficciones. La de la búsqueda . Como en aquella Odisea escrita por Homero.
La sencilla trama (en apariencia) conduce al espectador a lo más profundo del inconsciente hasta conseguir una amalgama de sueño, irrealidad y tal vez rozar la eternidad.