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España España · Barcelona
Críticas de marcato
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
9
17 de diciembre de 2012
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que si no se tratara de Carpenter probablemente no supiera disculpar algunas cosas que difícilmente perdonaría a cualquier otro director. Porque Carpenter encierra sus películas atmosféricamente, crea mundos en los que cabe todo, hasta sus propios errores, todo sirve, todo cobra algún sentido.

Partamos de la idea que teológicamente esta película no sólo roza lo ridículo, sino que descaradamente se revuelca en él. Y eso es porque a Carpenter le importa entre poco y nada el asunto religioso salvo para dedicarse a lo suyo, crear atmósferas y contar historias como casi nadie en este género: con clasicismo. Y ya con eso Carpenter se ha inventado una historia de científicos luchando contra el diablo, de zombis satánicos y de encarnación del diablo mismo buscando llevar a un ser lovecraftiano del otro lado del espejo; vamos, que cualquier otro director hubiera naufragado con tamaña ensalada argumental y que sin embargo Carpenter consigue levantar el tinglado con buena nota. Dicho de otro modo, sólo Carpenter pudo hacer una buena película con tal despropósito, cuando estamos hartos de ver películas grotescas con puntos de partida muchísimo más interesantes y prometedores.

En cualquier caso, por prudencia y pese a mi entusiasmo de fan de Carpenter, sólo recomendaría esta película a gente afín a su cine, y entonces sí, a disfrutarla. O para que se me entienda mejor... esta película es como Golpe en la pequeña China, pero terrorífica.
marcato
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1
19 de diciembre de 2012
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se echa mucho de menos que no exista un 0 en el desplegable de esta página cuando uno quiere dejar la nota a esta basura publicitaria: llamarla película sin más sería un insulto al séptimo arte, y peor aún, a un género del cine por el que siempre he tenido especial predilección y cariño.

De hecho, soy tan aficionado a este género que sé apreciar hasta películas desastrosas sólo que consigan pequeños logros, o que tan sólo consigan ser dignas y sin demasiadas pretensiones con presupuestos ridículos en subvariantes B o hasta Z.

Ruego a Dios que condene las almas de Jaume Balagueró, Paco Plaza así como las de los críticos (no los sufridos usuarios de filmaffinity, sino los sinvergüenzas profesionales que la página ha tenido el detalle de hacernos constar en la ficha) que sin asomo de pudor se han metido unos fajos de billetes por colaborar en el ensalzamiento de esta atrocidad. Dante reservaba en el último y noveno anillo de su infierno, un páramo helado para los traidores, muy cercano a Lucifer; y es justo allí donde merecerían pasar el resto de la eternidad todos ellos, aprendiendo lo que es terror.

Como soy ateo y no tengo la menor esperanza en que los susodichos vayan a recibir castigo alguno por esta fechoría, me conformaría creyendo que mi "crítica" desalentará a algún pobre incauto como yo, que engañado por las falsas excelencias que tanto se precuparon en publicitar de esta ponzoña cinematográfica, acabé viéndola, sufriéndola, sintiéndome peor que si me hubieran atracado a mano armada, contribuyendo con mi capital a pagar religiosamente una entrada que acabó a recaudo en las arcas de estos estafadores (críticos sobornados incluidos).

No la vean, denúncienla, o almenos contribuyan a la noble causa de evitar que nadie más caiga en su mismo error, como hago ahora humildemente yo.
marcato
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10
16 de diciembre de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la vista de algunas críticas con puntuación baja en las que se deja ver que los críticos no han llegado más que a un nivel radicalmente superficial de interpretación, me he decidido a escribir esta crítica.

Buñuel era un genio, y como ocurre con los genios, uno puede sondar en ellos y encontrarse con la profundidad de un verdadero abismo. El esqueleto de Belle de Jour es una cruz negra los puntos cardinales de la cual los traza un carruaje negro dieciochesco, y en el mismo centro de ese crucifijo, en la mitad exacta del metraje de la película (exactitud que cuadra en segundos) encontramos a Buñuel sentado en una terraza como un parisino cualquiera, y precisamente junto a él se detiene el personaje al que, a mi juicio, pretende rubricando así darle una importancia personal, un sello: el necrófilo. Es precisamente el necrófilo que irrumpe con su anacrónico carruaje en la urbe parisina al que Buñuel le da el peso de la modernidad de los postulados de Sade (a modo de puñetazo), la reivindicación, el lenguaje de cualquiera de sus libertinos. Y sí, precisamente la necrofilia y no cualquier otra perversión es la que corona Buñuel en esta película y en tantas otras (eso que cada cual imagine por qué). Porque Buñuel igual que Sade, sabe que si aspiramos a entender o comprender el alma humana tendremos que buscar en los sótanos de la naturaleza humana, y estar dispuestos a penetrar en ella.

Es sobre este lienzo que Buñuel construye el sueño antiburgués de Séverine Sérizy, una mujer que vive incómoda en el corsé de la moralidad burguesa y en busca de esa libertad encuentra refugio en el limbo del burdel. El burdel será aquel lugar donde el sistema de clases se destruya, puesto que allí la persecución del deseo unirá tanto a criminales como a burgueses.

Más allá de los capítulos abiertamente oníricos, la película es toda ella un sueño inmoral y libertario, libre en definitiva del yugo de la lógica. Y el genio de Calanda no es dogmático, al contrario, cada vez que alguien decida revisitar sus películas podrá encontrar en ellas distintas formas de interpretarlas, de interiorizarlas y comprenderlas. Y en este caso es un fascinante laberinto onírico de premoniciones, enigmas irresolubles y escenas espejo.

Algunos aquí han criticado el acierto de la inexpresiva y flemática Catherine Deneuve, como si Buñuel no estuviera interesado precisamente en esos aspectos, en resaltarlos y desnudarlos. Porque Séverine es un ser simbólico que busca arrepentimiento y finalmente la expiación de sus pecados, se condena a sí misma y por propia voluntad y también -probablemente- masoquismo. No es un personaje, es un símbolo. Es la representación misma del encierro clasista de lo burgués, igual que Husson (Piccoli) representa el conductor iniciático a otro mundo, al fronterizo burdel, al limbo de clases.

En definitiva, para mí Belle de jour es una cumbre en el cine del gran Buñuel; y a pesar de que puedo entender que algunos se sientan desalentados al no lograr entrar en ella, me gustaría que hicieran un esfuerzo para valorarla como merece, como la obra maestra que es. Revisitadla y respetadla, que os apuesto doble contra sencillo a que vale mucho la pena y el "esfuerzo".
marcato
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2
2 de febrero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque he leído algunas de las críticas entusiastas justo después de verla hoy, un sábado por la tarde que poca cosa más tenía por hacer, y buscando lo mínimo exigible a una película de monstruos, que le entretenga a uno ver a personajes derrochando adrenalina en contraste con mi tranquilidad hogareña, en el sofá.

Para que sea efectiva la primera premisa de una peli de monstruos se ha de crear cierto tipo de empatía entre los personajes y el espectador; digo yo que poco sentido tendrá que tanto nos dé la muerte de un personaje, que su heroicidad nos parezca ridícula en lugar de sublime, en definitiva, que no funcione realmente nada de lo que se supone debería funcionar.

Aquí han querido hacer un revuelto humorístico con la pretensión de crear simpatías hacia los personajes implicados (los que sustentan el interés de la cinta, se entiende), y será porque la comicidad de la película es tan gruesa y que sólo se me ocurre que cause la hilaridad de un niño, pero el efecto que se supone debería causarme, a saber, empatizar con los personajes, ha sido exactamente al contrario y en una fuerza proporcional e inversa de desafección hacia ellos, y siendo así, deseándoles la peor de las suertes y padecimientos de todo tipo.

Pues bien, está película me parece una patochada de proporciones más colosales que las del propio monstruo computerizado que la sostiene, por mucho que me esfuerce no consigo ver ni su originalidad ni el valor añadido que tantos han conseguido ver en este producto. Se hace larga y escrupulosamente tediosa, y por si esto fuera poco no consigue entretenerme en ningún caso, ni de lejos emocionarme (si acaso un poco de cabreo, eso igual sí), y muchísimo menos hacerme reír en ninguno de sus —y son abundantes— intentos.

Quizás muchos occidentales tendemos a creer que cualquier cosa japonesa, china, coreana, tailandesa o vietnamita rebosará originalidad, y en muchos casos andamos en lo cierto, que ciertamente el lustre con el que desde oriente se han revisitado géneros que en occidente ya estaban carcomidos de clichés y de déjà-vu de todo tipo ha hecho mucho para salvar a esos géneros del ostracismo (más en un sentido de la crítica que el del público), pero sin duda The Host no es ese tipo de ejemplos ni en originalidad ni en frescura. Sencilla y llanamente, es un bodrio coreano y soy —y me siento—incapaz de verlo de otro modo.
marcato
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10
16 de enero de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tsukamoto revisita una historia tan clásica como la de los demonios de la dualidad —ya sea social o sentimental—, teatralizada en una parodia o visita postmoderna del teatro No. Describe un mundo tan dual como la realidad de los personajes que vivirán en él, el burgués y el suburbial, mundos separados apenas por el transcurso de un río.

Quien sabe de este director no puede sorprenderse de la dirección que va tomando la historia, al contrario, una historia sencilla (porque siempre es sencillo describir los contrarios u opuestos, que básicamente tiendes a describirse por sí mismos) que paulatinamente tiende a abigarrarse, pero exactamente por el rumbo que buscaba el autor: ni más ni menos que hallar la justificación de un asesinato, la expiación de un pecado tan capital como el cometido por Caín contra Abel.

No creo que sea una película para todos los gustos, y sin embargo se la aconsejo a cualquiera que quiera descubrir a Tsukamoto, puesto que para mí es ésta la cumbre de su filmografía. Una película extraña o incluso incómoda, fascinante también.
marcato
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