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España España · Almería
Críticas de Swarley
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Críticas 43
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
28 de agosto de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y por fin ha llegado la cita anual con Woody Allen.

Antes de nada, debo declararme fan del neoyorquino y dejar claro que me cuesta mucho ser objetivo cuando se trata de hablar de su trabajo. Reconozco que no soy imparcial.

De alguna manera su cine es diferente. Siempre encuentro en sus películas temas, sensaciones, historias y personajes que no puedo encontrar en ningún otro director. Es un director que conecta conmigo por la forma que tiene de ver la vida y de reflejarla en su trabajo. Como es natural, tiene películas mejores y tiene películas peores pero siempre me resulta fácil quedarme con algo de cada una de ellas.

En “Café Society” me he topado con una obra que me cuesta calificar. No voy a decir que se trate de una obra menor, pero sí diré que me ha descolocado. Por un lado, como seguidor del cine clásico americano, nostálgico de una sociedad que he conocido únicamente a través de las películas de Hollywood, debo decir que por momentos he estado en una nube. El uso habitual del jazz en sus películas encuentra aquí una ambientación estupenda, dando como resultado una combinación muy difícil de encontrar en una película actual. La gran parte del tiempo he tenido la sensación de estar viendo una película que no es de esta época.

Sin embargo, es en la historia donde he visto el mayor problema. Me ha parecido que Allen no ha sabido aprovechar las oportunidades de un film como éste. Lo he visto un poco perdido a la hora de desarrollar el transcurso de los acontecimientos y los personajes. Hay tópicos y personajes planos.

La historia de amor me ha gustado y he disfrutado cada momento en que los dos actores principales interactúan juntos. Sin embargo las diferentes tramas secundarias, como la de los hermanos, no han hecho más que sacarme de la historia. Quiero seguir viendo a Bobby y Vonnie pero se les interrumpe continuamente con escenas que no terminan de encajar del todo bien con la historia principal. De la misma forma, a partir de la segunda mitad de la película pierde parte del encanto que había ido generando desde su inicio hasta acabar llevando la historia por otros derroteros, incluyendo el propio Café Society.

Aunque se trate de una historia bastante descompensada no quita que el final haya conseguido dejarme en la oscuridad de la sala de cine mirando embobado los títulos de crédito, con los últimos fotogramas que acababa de ver todavía repitiéndose en mi cabeza y disfrutando de la música. Es entonces cuando al salir del cine me he dado cuenta de que dejaba atrás los años 30 y volvía a la realidad. Pero eso es cosa mía, ya he dicho antes que no soy imparcial.

El amor, el sinsentido de la vida y también Nueva York están en “Café Society”, pero al final lo que agradezco enormemente es ver una historia como ésta, contada de esta manera, tan libre, tan clásica, tan nostálgica… pero eso no quita que un servidor se haya quedado con ganas de más.
Swarley
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7
19 de abril de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siguiendo la filmografía de Richard Linklater, hace no mucho me topé con “SubUrbia”. Es curioso como hay películas de este director que han sido vistas por miles y miles de personas y sin embargo cuenta en su haber con otras muy poco conocidas como esta que nos ocupa.

Para aquellos que están familiarizados con la obra de Linklater, solo decir que “SubUrbia” pertenece a ese grupo de películas en las que el director ha tratado de capturar momentos determinados de la juventud. Puede que una diferencia sea que esta vez el guion no es suyo, pero no se me ocurre un director mejor para tratar una historia como esta.

Si en “Dazed and Confused” observábamos a un grupo de jóvenes en plenos años 70 durante una noche de fiesta antes de dar el paso que los conduciría a la universidad, en “SubUrbia” observamos a otros jóvenes, esta vez durante los años 90, totalmente apáticos y desencantados con el estilo de vida que llevan y observan a su alrededor. Jóvenes en contra de todo lo que la sociedad establece como normal, que no encuentran sentido a vivir como lo hacen todos los demás, que se encuentran alienados y que, aunque cuentan con toda una infinidad de posibilidades y decisiones por tomar ante ellos, su falta de motivación y hastío les hace encerrarse en sí mismos y rechazar toda posibilidad de cambio porque… ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene?

El retorno al pueblo natal de uno de los miembros del grupo de amigos, que ahora es famoso por ser cantante en una banda, sirve para dar un toque al resto de jóvenes que en lugar de irse se quedaron en el pueblo, que siguen haciendo lo mismo día tras día, que salen a beber y pasar todas las noches en la misma esquina del supermercado de siempre. Mientras imaginan la vida que debe llevar el cantante, se dan cuenta de que, en contraste, la vida se ha detenido para ellos. Su compañero ha vuelto cambiado y sin embargo ellos siguen igual. Se preguntan por qué él se fue y ellos no. ¿Acaso no se criaron en el mismo pueblo? ¿No fueron a la misma escuela? ¿Acaso es él mejor que ellos? ¿O son ellos peores que él?

Se trata de una película que basa toda su fuerza en sus personajes y la relación entre los mismos, que captura la noche de un único día donde se le da vital importancia a los diálogos.

Personalmente, me sorprende comprobar que Linklater a día de hoy no es uno de esos autores que cualquiera reconoce cuando se le nombra directamente. Yo, al menos, he tenido la suerte de encontrar en él un director original con estilo y voz propia.

Creo que la gran mayoría de sus películas son para todos aquellos con inquietud e interés acerca de las relaciones humanas, sobre la esencia de la vida y sobre el paso del tiempo.

“SubUrbia” es otro capítulo más, quizá una obra menor, no lo sé, pero definitivamente sí es otro punto de vista más que permite acercarnos a todos esos temas globales que tan bien sabe tratar Linklater en gran cantidad de sus películas.
Swarley
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9
21 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por mucho cine que veo, siempre experimento la misma sensación antes de ver una película de Ingmar Bergman. Sé que me dispongo a ver una película que tratará temas con enorme carga psicológica y que debo permanecer atento para meterme de lleno desde el principio. Sé que voy a disfrutar de una dirección de actores impecable y un desarrollo de personajes que difícilmente se pueda encontrar en el cine de hoy en día. Y que todo esto quedará entrelazado gracias a un guion que disecciona las relaciones personales, mostrando así aspectos profundos de la psique humana.

"Sonata de Otoño", afortunadamente, se mantiene fiel a este patrón.

En esencia, en este film encuentro un ensayo acerca de la relación tóxica entre una madre y su hija. La historia empieza mostrándonos únicamente la apariencia, lo que los personajes quieren mostrar al resto, esa máscara tras la que guardamos nuestros sentimientos más profundos de cara a los demás, que permite fingir que todo está bien y con la que tanto ha tratado Bergman a lo largo de su filmografía. Pero a medida que avanza el metraje y los personajes comienzan a interactuar entre sí, antiguos rencores y miedos salen poco a poco a la superficie.

La pantalla se llena de los sentimientos de rencor, dolor, miedo, frustración y resignación entre una madre que ha vivido para si misma, fingiendo, dando una imagen a los demás mientras descuidaba y torturaba (¿sin saberlo?) a sus seres queridos, y una hija que ha vivido con una madre (a veces) presente físicamente pero permanentemente ausente psicológicamente, incapaz de crecer, seguir adelante y ser libre sin el amor de dicha madre.

Una madre que dice ser capaz de expresar sus emociones únicamente a través de la música, insensible, nunca satisfecha, y que tanto al mantenerse al margen como al intentar interactuar con sus hijas, no provoca más que dolor.

Ingrid Bergman y Liv Ullmann ofrecen un duelo interpretativo impresionante. Con esos primeros planos tan característicos del director en los que la película termina siendo únicamente ellas. Bergman y Ullmann se funden en Charlotte y Eva. Actuando y sintiendo. La interpretación de ambas acaba por comerse la pantalla y escenas que, seguramente, en manos de otro director resultarían aburridas, aquí mantienen al espectador en tensión, llegando a dejar mal cuerpo por la dureza de las mismas.

En definitiva, otra gran obra del maestro sueco.

Siempre me resulta difícil describir con palabras las sensaciones que me deja una película de Bergman. Al intentarlo acabo sintiendo que me quedo corto. Por eso creo que terminaré la crítica con una frase que no es mía, sino de la propia película: "Tener sentido de la realidad es cuestion de talento, la mayoría de la gente no lo tiene... y quizá es mejor así".
Swarley
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8
2 de abril de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy termina otro de mis viajes que comenzó en 2006 o 2007. Otra de las series que llevaba siguiendo fielmente semana a semana desde más o menos su comienzo llega a su fin. Creo que al igual que me pasó en su día con "Lost" no voy a poder evitar hacer una crítica totalmente subjetiva.

Antes de nada, a lo largo de estos años me he dado cuenta de que entre los distintos seguidores de esta serie hay (entre otros) tres grupos bien diferenciados que merece la pena destacar:

1) Los que con cada episodio estaban deseando que saliese la madre.
2) Los que con cada episodio solo se centraban en los líos amorosos entre los protagonistas.
3) Los que decían que todo se iba a la mierda y que el único que merecía la pena era Barney.

Para empezar, lo importante de esta serie nunca ha sido conocer a la madre sino el camino hasta llegar a ella. Siempre he pensado que los que se cabreaban cada vez que se dejaba intuir algo de la madre sin llegar a presentarla por completo no estaban entendiendo gran cosa. O los que echaban espuma por la boca cuando ni siquiera se hacía referencia a la madre en varios episodios seguidos. ¿Sabéis lo que es un MacGuffin?

El tema de los amoríos entre los personajes sinceramente, a pesar del nombre de la serie, nunca ha sido de mi interés aquí. De hecho, puedo decir que salvo por la madre, ninguna de las parejas de Ted me ha convencido. No, Robin tampoco.

Los líos que en las últimas temporadas se traían, esos tira y afloja, esos ahora te quiero, ahora no te quiero, me molestaban tanto como al que más.

Entonces, ¿qué es lo que hace que HIMYM sea para mi una serie tan importante? Muy fácil: el tiempo.

El tiempo es una pieza clave en HIMYM. Que toda la serie sea un gran flashback no hace sino darle un trasfondo que otras series no tienen.

Técnicamente, agiliza y refresca la forma de narrar de una manera increíble. Los flashbacks dentro de flashbacks, el que estés viendo el comportamiento de algún personaje y que desde el "futuro" (presente) corrijan a su "yo del pasado", el permitirse todo tipo de exageraciones y cambios que conlleva el hecho de que, al fin y al cabo, se trata de una historia que alguien está contando...

Pero no quiero olvidar algo más importante, el uso del tiempo como método para reflexionar. Saber que lo que estás viendo ya ha pasado para sus protagonistas me ha hecho pensar infinidad de veces. Quizá por eso cuando mezclan drama no me parece que desentone para nada.

Me encanta que utilice el tiempo y abarque distintas etapas de sus protagonistas, su juventud y madurez, partiendo desde sus 20, pasando por sus 30, hasta superar los 40. Y con este viaje, muestran lo que la vida trae consigo, conocemos gente, los amigos, los amores, los enfados, las depresiones, nos va bien, nos va mal, y uno de los temas que lleva por bandera la serie hasta el final: casi nada en la vida ocurre como te lo habías planteado. Todo es impredecible.

Ahora mismo pienso en el momento en el que empecé a ver la serie, el tiempo que ha pasado ahora que ha terminado y lo que aun está por llegar. Todos llegaremos a ese 2030 metafórico en el que miraremos hacia atrás y recordaremos tanto lo bueno como lo malo, el viaje que nos ha llevado hasta cierto momento importante para cada uno de nosotros. No miento cuando digo que hay episodios que me hacen sentir nostalgia como resultado de este uso tan bueno del tiempo.

Otro aspecto importante, puesto que se trata de una comedia, es lo bien que funcionan muchos de sus gags. Además de contar con un elenco tremendo, yo personalmente creo que también se debe a la gran capacidad de la serie a la hora de reflejar esos momentos que todos pasamos con los amigos. Todos quedamos con nuestro grupo de amigos, todos tenemos nuestras anécdotas, nuestras historias legen-wait for it-darias. A mi por lo menos no me resulta complicado poder decir "Esto me recuerda a HIMYM cuando..." muchas de las veces que quedo con alguien. Eso hace que HIMYM sea muchísimo más cercana y personal, como si alguna de nuestras experiencias pudiera ser algún episodio de la serie. Al final resulta imposible no encariñarse.

Como buena serie, crea su propio universo con detalles para el recuerdo: el hombre desnudo, el Blitz, la piña, las intervenciones, Slapsgiving, la justicia Aldrin, el Fiero con "500 miles" y el Zitch Dog, los doppelgänger, Ranjit ("Hello!"), Robin Sparkles, el "no tomorrow", la regla de platino, el cinturón, SWARLEY, las 2:00 de la mañana, la cabra, el tantrum, el bar Puzzles, las botas de Ted, la semana perfecta, el Playbook, todas y cada una de las páginas web que existieron en la realidad...

Una última puntualización acerca de los personajes. Mientras la gente se pasa el tiempo quejándose de Ted o glorificando a Barney, yo siempre reivindicaré a Marshall, que desde el principio hasta el final se mantiene constante y tiene muchos de los mejores puntazos de la serie.

El mensaje de ese "2005-2014" de la serie y el episodio final siempre me harán pensar en que tenemos que aprovechar el tiempo, el ahora, porque al final todo pasa, las amistades se deterioran, todos cambiamos, y al final todo serán historias que contaremos y somos nosotros los que decidimos como queremos vivirlas.

Aun con sus (muchos) defectos, gracias por HIMYM.
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Swarley
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10
1 de octubre de 2013
48 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día te levantas de la cama. Tienes 50 años. No eres feliz. Trabajas como profesor de química en un instituto donde ningún alumno se interesa por lo que intentas enseñarles. Tienes un segundo trabajo en un lavadero de coches para poder obtener dinero extra para ti y tu familia. En tu casa eres como un fantasma. Tu hijo tiene parálisis cerebral. Tu cuñado se ríe continuamente de ti en público. Por último, te diagnostican cáncer de pulmón. Y entonces, empiezas a vivir.

“Breaking Bad” se ha consolidado como una de las mejores series que han pasado nunca por televisión. Y además, con todo el derecho del mundo. Una serie que ha desarrollado una historia siempre como un conjunto completo independientemente de la división en temporadas, cuidada hasta el más mínimo detalle.

Durante estos años nos han ido mostrando la evolución de una persona frustrada y desgraciada hasta convertirse en una mente criminal a la que la gente teme. Una evolución, en mi opinión, totalmente realista, haciéndonos reflexionar sobre las decisiones que una persona puede tomar y hacia donde estas le conducen, a demostrar que todas las elecciones tienen sus consecuencias. Es una historia llena de matices, ningún personaje principal es totalmente bueno ni totalmente malo, odiaremos a un personaje y antes de terminar el capítulo volveremos a adorarlo. Se consigue una dualidad constante, tan realista que asusta.

Técnicamente es impecable. Todos los episodios se toman su tiempo para ponernos en situación, todos regalan algo al ojo que observa atentamente, y al final se conforma un pequeño universo en el que todo encaja. Los planos, la música, los diálogos, las actuaciones… por separado serían igualmente excepcionales. Nada falla y nada decepciona.

De la serie pueden sacarse múltiples lecturas. Cada vez que resumo mentalmente los comportamientos de algunos personajes o las relaciones entre ellos y como estas evolucionan o se deterioran, encuentro ideas y mensajes a los que podría estar dándole vueltas continuamente. Entiendo todo lo malo que conlleva la decisión de Walter de empezar a cocinar metanfetamina, pero a su vez no puedo dejar de pensar como este pobre hombre que pasaba desapercibido, al que nadie respetaba y cuyos logros ya no le servían para nada, encuentra una forma de revitalizarse, de destacar y utilizar sus habilidades, de escapar de su muerte en vida. Pero es entonces cuando pienso en el precio que poco a poco va pagando por escoger este camino y como esto le hace cambiar, o quizá desarrollar una parte de él que yacía desde siempre en su interior. Como digo, una dualidad constante, sólo hay gris.

Sin querer reincidir demasiado en lo mismo, decir que lo que más me fascina es ver como el comportamiento de un personaje influye en su relación con otro, las mentiras, los engaños, las confesiones, y como esto acarrea consecuencias y cambios en la forma de ser que sientan como un puñetazo en el estómago.

Se la recomendaría a cualquiera que me preguntase por una buena serie. Nadie debería perdérsela. Es de las pocas series que, una vez finalizada, he deseado revisionar de principio a fin. Eso sí, si alguien la descubre o decide empezar a verla ahora, por favor, que sea en V.O. Hacedlo por Bryan Cranston (realmente increíble) o por Aaron Paul.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Swarley
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