La pura emoción que invade a todo aquel que, desesperanzado, continua su camino. Historia de tantos y tantos sitios donde una industria moribunda arrastra.

La exquisita interpretación de Bardem consigue arrancar las risas a un espectador con los sentimientos a flor de piel. Un drama que presenta las miserias del hombre ante un contexto que le oprime, pero que también rescata lo mejor de el: la lucha ante todo perdido, el sentimiento de pertenencia, la amistad, el amor...

Araona nos pinta sin blancos ni negros, pero consigue mostrarnos los infinitos grises que el ser humano ofrece. AUTÉNTICA.

Una inconmensurable producción de sonido y fotografía no salvan a Nolan de un exigua línea argumental. Un guion sin mordiente con pobrísimos diálogos, reduciendo a los personajes a una incomprensible simpleza emocional.
Constante suspense e inmersión, innegable belleza fílmica... pero sin mensaje, sin profundidad y que no suscita nada a este fan decepcionado.

El villano, el verdadera villano de película, es el único personaje que no se construye, pues es el único personaje que no hay que separar del más estricto realismo ficcional.

¿Qué hay más villano que la condición humana?¿Qué hay más villano que sentir que te ven pero no te miran, que te oyen pero no te escuchan?

Una película buena por construir a ese malo que todos entendemos. Pero sobre todo una película excepcional por lo valiente de mostrar con absoluto acierto la oscura realidad de las enfermedades mentales.

El sentimiento de culpa, la empatía y comprensión de la locura que nos genera Todd Philips sigue siendo necesaria