Ya que estamos con el tema de las irrealidades, a mí la mayor de todas me parece la nota media que obtiene esta película, tanto de la crítica especializada como de los comentaristas de esta web. Yo es que alucino, porque o soy medio gilipollas y mi cerebro no me llega para entender lo que acabo de visionar o la peña soslaya escandalosamente el hecho de que en Origen todas las situacines son absurdas y traídas de los pelos.

La premisa argumental es tan poco creíble y delirante que impregna toda la historia, contaminándola de tal forma que no se produce un solo momento que contenga algo de lógica. Esto, faltaría más, le quita al desarrollo del film toda la emoción posible, ya que el espectador -al menos el que busca otro tipo de sensaciones- se prepara para cualquier cosa por increíble que pudiera ser. Olé los cojones de todo aquel que vaya al cine a ver imágenes espectaculares, que en Origen las encontrará a puñados y todas de una calidad impresionante, pero si lo que se busca es una historia que te diga algo, que te emocione de alguna manera y te mantenga atento a la pantalla, avisarle de que ésta no es su película.

Pues eso, que mucho brillar visualmente para no decir absolutamente nada.

Cualquiera que se aventure a iniciar el visionado de esta bazofia, pensará de antemano que se trata de la típica película-denuncia sobre el mundo neonazi, o sobre la violencia que lacra las sociedades, o sobre la bajada a los infiernos de las actitudes más abyectas imaginables, o todo ello junto. Pero no. Se trata de 100 eternos minutos de tacos, patadas, persecuciones y diálogos absurdos, sin ningún hilo argumental apreciable. Incluso lo que podría ser el punto fuerte de la película, la violencia, se muestra en secuencias en las que se ve a un grupo de pelados moviendo las piernas adelante y atrás en lo que parecen ser patadas, mientras el movimiento convulso de la cámara contribuye a una confusión total en la que no se aprecia ni un sólo golpe bien dado. No penséis que estoy ávido de escenas hiperviolentas. Lo digo como un ejemplo de lo mal hecho que está todo en este bodrio insoportable.

La historia es buena y te mantiene intrigado hasta el final. Esto junto con las interpretaciones de los dos principales protagonistas, Fernán-Gómez y Sbaraglia, completan los pros de este trabajo.

Los contras vienen por los "tiempos muertos" que contiene, en los que me he aburrido un poco, quizá porque las historias secundarias no tienen relevancia ninguna más allá de servirle de relleno a la principal. También le pasa eso al resto de actores, que protagonizan roles muy insustanciales que aportan poco a la película. La única de la que no se puede decir esto es la Chaplin, que sin embargo llega a cansar con su eterna expresión facial. Se diría que le es imposible cambiar el gesto, lo cual sería una auténtica desgracia.

Se deja ver. Interesante.

Pocas veces se habrá hecho tanto con tan poco en el mundo del cine. Un sólo escenario (si excluimos los del principio y el final), y doce actores (alguno más, pero con escasísima presencia), dan de sí tanto como para gestar una verdadera obra maestra. Y es que el guión hace el resto: diálogos brillantísimos, actuaciones memorables y andanada directa a la línea de flotación del sistema judicial americano, donde por unos quítame allá esos prejuicios un inocente puede acabar en la cámara de gas o artefacto similar. Obsérvese que en ningún momento (sólo al final) se citan los nombres de los personajes, poniendo el guión todo su énfasis en sus retratos psicológicos.

Una maravilla, vamos.

De verdad que hacía tiempo que no me aburría tanto con una película. Y es que tanto dale que dale con su argumento inverósimil y absurdo, amén de unos diálogos carentes de todo sentido, terminan por hacerte desear que la cosa acabe cuanto antes. Podría decirse que el tono intelectual y pretendidamente profundo que impregan todos los diálogos te mantienen con cierta atención, quizá preguntándote a ti mismo si el mérito de la obra no está precisamente en su futilidad, pero la "ilusión" no dura mucho, y llega un momento en que el sin sentido lo abarca todo.

Volviendo a los diálogos, el único que recuerdo con algo de contenido decía algo así como:

JUDE LAW: ¿Cómo diablos has conseguido dejar de fumar?
NATALIE PORTMAN: Con fuerza de voluntad

Para colmo, el vacío que rezuma el guión afecta a los actores de forma tan negativa que al final no te los crees ni a ellos. Julia Roberts resulta de una rigidez que hace daño a la vista; Natlie Portman mejor haría en no volver nunca más a hacer de putilla, por que es que roza lo patético, y las escenas de celos de sus parejas son desatinadas a más no poder. Con todo, Clive Owen podría ser - cosa que no sería demasiado mérito, visto lo visto - el "triunfador" de estos cuatro ases de - en esta película - descolocados.

Conclusión: película aburrida donde se habla mucho y no se dice nada