Un best seller camuflado.
El destino del mundo descansa sobre los hombros de nuestro héroe. Ese es el argumento de cualquier novela convertida en best seller. Cambia «mundo» por «Chile» y ya lo tienes. En realidad no es del todo así, pero peca de eso. Según este film, en ese momento concreto de la historia, pesó más en la balanza contra la dictadura la opinión de tres o cuatro pequeño-burgueses conocedores de los laberintos de la política y de los secretos de las (entonces) nuevas técnicas publicitarias que todo el peso de la mayor parte de una sociedad polarizada con argumentos de sobra para derrocarla. Simplemente, se dejaron «seducir» por la campaña del No.

Posmodernismo avant la lettre (o el mundo según google).
Da lo mejor de ti mismo. Sé creativo. Pragmático. Conviértete (junto con tus ideas) en un producto. El mundo se reduce a eso. Al menos el mundo en el que el éxito es la medida de todas las cosas. ¿Punto para Larraín o para la vanguardia de la sociedad chilena? ¿Fue esto así o se trata de un cuestionamiento actual aplicado con carácter retroactivo? Seguramente las dos cosas.

La historia de Chile y el cine.
Gracias sobre todo a Patricio Guzmán, Chile nos ha sabido contar su historia, política y social, a través de la pantalla. Esta película se inserta perfectamente en esa «tradición». Gracias Larraín, gracias Chile.

Finalmente...
La película «funciona», no hay duda. Parte de culpa la tiene el elenco. Todos encajan a la perfección en su papel, que es lo mismo que decir que lo interpretan perfectamente. En ese aspecto nada chirría. Algo que no es fácil de conseguir. No es que esto «salve» la película, pero sin duda la eleva.

Sería una película importante si fuese pionera.

Coge un material potente: la historia de un magnate sin escrúpulos, la de una actriz en declive, la de un joven soñador (que prefiere el amor al dinero, la felicidad a la fama; como inversión de valores no está nada mal). Trata de hacer con ello una metáfora: él se llama Chance (Oportunidad) y ella Heavenly (Celestial).

Pero con ese material, aún realizando un impecable trabajo cinematográfico, construye una metáfora que se queda a medias. Tendría su mérito si fuese pionera, pero la historia de un magnate sin escrúpulos ya la contó mejor Welles, en Ciudadano Kane. La de una actriz en declive Wilder, en El crepúsculo de los dioses. Y la historia fallida del sueño americano Minelli, en Como un torrente. Por poner unos ejemplos.

Y al final no ves a Chance si no a Paul Newman, que no transmite precisamente la imagen de un perdedor.

En marzo de 1947 la Comisión de Actividades Norteamericanas iniciaba una investigación secreta sobre la infiltración comunista en el cine. Entre 1947 y 1952 se sucedieron distintas sesiones de interrogatorios. Quienes se negaron a declarar o delatar a sus compañeros, o fueron delatados por alguno de ellos, pasaron a formar parte de la llamada "Lista Negra de Hollywwod". Empezaba "la caza de brujas".

El protagonista del film Rififi, sale de la cárcel después de pasar cinco años encerrado.
- Gracias (le dice a su compañero tras aceptar un poco de dinero).
- ¿Gracias por qué? Si me hubieras delatado hace cinco años, tú me darías el dinero ahora y yo te daría las gracias.

Jules Dassin, guionista y director de la película fue incluido en la Lista Negra. Su nombre brotó de los labios de dos de sus compañeros. Uno de ellos lo hizo desde la cárcel, tras ser condenado a seis meses por negarse a declarar durante la primera sesión del Comité. A lo largo de los cinco años anteriores, Dassin había dirigido y estrenado seis películas en Estados Unidos, algunas de notable éxito, incluyendo varias nominaciones al Óscar. Sin embargo, tuvo que exiliarse a Europa y esperar cinco años para poder llevar a cabo Rififi (Premio de Cannes al mejor director).

Una película dura y sórdida, de hoscas interpretaciones y precisión milimétrica en la dirección, donde el maltrato, el crimen y la delación, cobran especial relevancia.

Este documental recoge la importante aportación cultural jamaicana que tuvo lugar especialmente durante la segunda mitad del siglo pasado. Empezaron grabando discos en su isla natal que pinchaban en cajas de amplificadores, muchas veces auto-construidas, para ambientar sus fiestas y darle duro al bailoteo. En 1962, tras la independencia de Jamaica, muchas familias emigraron a las islas británicas a la caza del sueño europeo.

Una vez en Inglaterra, muchos jóvenes que habían emigrado junto a sus padres, se encontraban un panorama jodido, marcado por la exclusión social y el racismo, y encontraron en su música una vía de escape. Se abrieron paso en la ciudad, mientras extrañaban el clima, el mar y los ríos de su lejana patria, a base de puñetazos, porros y discos de siete pulgadas. Había un filón en esa nueva música. Aunque rechazado por el mainstream, el sonido ska se escampaba como una mancha de aceite por los sótanos del underground. Ese fue el magma que vio nacer a Trojan Records, el sello discográfico que supo plasmar y, en parte, reconducir, toda aquella explosión, y cuya historia sirve de hilo conductor a este documental.

El formato se basa sobretodo en entrevistas entremezcladas con material de archivo. Pero en lugar de dejar en pantalla a los entrevistados, con frecuencia escuchamos su voz en off mientras se nos ofrece el relato ficcionado, a modo de escenas de película. Y funciona. Así vemos pasar aquellos años en los que todo sucedía muy rápido y donde la cultura jamaicana, se filtró por cada poro de los barrios obreros dando lugar a los primeros skinheads. Tenían mucho en común con los rude boys y de esta fusión nació todo un movimiento. Era cuestión de tiempo que llegase el éxito.

Llegó con canciones arregladas con cuerdas, letras que apelaban a lo emocional y no tanto a lo social y, por lo que parece, sin mucha disciplina en la contabilidad en lo que respecta a Trojan Records. Así que las giras, los vídeos en prime time o las frecuentes incursiones en el top 40 fueron efímeras y dejaron paso a la quiebra. Todo pareció desvanecerse en un sueño borroso. Pero quedó el legado: el reggae, el dub, la Two Tone Army con Specials a la cabeza, los Clash... todos ellos bebieron de la fuente jamaicana con Trojan Records como uno de los más importantes referentes. Todavía hoy, la influencia de la cultura sound system sigue presente en infinidad de expresiones artísticas y sociales.

Film dirigido por Felipe Vara de Rey y escrito por él mismo junto a Hugo Mas, quienes ya habían trabajado en equipo en dos cortometrajes. Para ello deciden narrar lo que conocen, su entorno más cercano y en tiempo real. Con un presupuesto muy limitado y actores no profesionales (que se interpretan a sí mismos) se rueda en Madrid, en el marco de las elecciones de diciembre de 2015. Destacan el guion, la fotografía de Federico Cesca ("Patti Cake$") y el sonido directo, que aporta credibilidad. A pesar de haber conseguido numerosos premios (Mejor largometraje de ficción, Brooklyn Film Festival 2018) y ser seleccionada en distintos festivales no ha logrado a penas recorrido en las salas de cine.

La historia parte de la realidad más inmediata donde sus protagonistas se ven empujados a tomar una serie de decisiones importantes en sus vidas. Se realiza un juego de espejos entre las esperanzas individuales y las colectivas, entre las aspiraciones personales y las sociales, y entre la vida de los protagonistas y el escenario político. Jóvenes que se han incorporado al mundo del trabajo en plena crisis y han tenido que emigrar, trampear, buscarse la vida o renunciar a sus sueños. Se hacen mayores sin quererlo y las preocupaciones adultas, ligadas a sus responsabilidades, ya no son las de los jóvenes idealistas y despreocupados que un día fueron. La familia, la amistad, el trabajo, la política, todo parece encontrarse en un momento decisivo.

La película está sólidamente construida y los personajes quedan claramente perfilados. Se mezclan momentos de amistad o ternura con otros de tensión o desesperación, de soledad e intimismo con otros de encuentro o celebración. Habla de las relaciones entre las personas, de las dificultades que entrañan pero también de sus recompensas. El título de la película y el escenario político podrían hacer alusión a que al final, por importante que pueda ser el rumbo que tomen las cosas, es de "nosotros" (los que nos tenemos cerca) de quien dependen en lo fundamental nuestras vidas.

A pesar de tratarse de un grupo de amigos la película nos cuentas historias paralelas, entrelazadas, que culminarán con mejor o peor suerte hacia el final del metraje. Quizás algunas escenas presenten giros demasiado bruscos, que podrían generar una leve sensación de impostura, pero en general todo se desenvuelve con credibilidad y sin ocultaciones. El uso de la banda sonora puede también resultar excesivo en algunos momentos, generando un tono demasiado melodramático.

En todo caso se trata de una obra interesante, que se inserta perfectamente (por temática y calidad) en la órbita del cine independiente europeo de los últimos años. Sin duda hubiese merecido algo más de recorrido pero la industria del cine no es un mundo al que resulte fácil acceder. Esperamos que poco a poco pueda ser vista por un público más amplio y que sus creadores puedan seguir ofreciéndonos buen cine.