Sin dudas Quentin Tarantino es un maestro del cine, haciendo referencia a lo mejor del cine clásico, apostando siempre a la originalidad de sus películas, que en muchos casos podrán ser vistas por algunos como raras o hasta sin sentido, pero lo que no puede negarse es que él siempre apuesta. En esta ocasión encontró un compañero de lujo en Robert Rodriguez, que sin ser tan osado como Tarantino, le aporta su cuota de sutileza a este film fantástico. Con momentos de acción, sangre y un toque de humor único de esta pareja, muy díficil (o imposible) de encontrar en el cine contempóraneo. Ojalá se pueda ver más de ellos en conjunto.

Cualquier parecido con La Matanza de Texas no es pura casualidad. Tan mala como la ortografía del título, el único objetivo de la película es tratar de parecerse lo máximo posible al remake. Cero en originalidad, no es más que una copia barata (yo creo que hasta las máscaras y el lugar en que está filmada son los mismos).

Todo en todas partes al mismo tiempo es la Matrix llevada a la vida real, a como cada decisión afecta nuestras vidas y las de nuestro alrededor, mostrándonos que quien tiene el superponer para modificarlo somos nosotros mismos. Su espectacularidad visual, sus giros de guión y sus gotas de humor, no hacen más que darnos una lluvia perfecta y armónica en nuestras pupilas.