Metáfora de la muerte y el renacimiento, la película cuenta con el buen y trepidante ritmo que caracteriza a las obras de su director, amén de una imponente y original factura técnica, en este caso aplicada a la filmación de paisajes espectaculares y a la narración subjetiva. Absolutamente recomendable a pesar de su temática, poco atractiva en principio para el común de los espectadores, pero objeto para la reflexión y el entretenimiento gracias al talento de Boyle.

Película de oscura ambientación y confusa trama de fundamento inverosímil-la confrontación del imposible poder psíquico de los antagonistas-que se espesa en su desarrollo a pesar de su raudo ritmo, con un estiramiento gratuito de metraje a su mitad y con las consabidas buenas interpretaciones de Hopkins y de Farrell, que no rescatan a quien entretenerse quería de galopante aburrimiento.

Fallida película de la saga que demuestra negativamente la preeminencia que debe tener el guion y la elección del elenco actores en la realización de un film sobre los recursos estéticos en él desarrollados. La lógica general de la trama es correcta, y logra el objetivo de servir de bisagra entre episodios; sin embargo, las inverosimilitudes menores de que está jalonada, así como las deficientes interpretaciones de los protagonistas-a las cuales se suma la del pobre Forest Whitaker, quien embutido en un traje absurdo que le abastece de oxígeno queda relegado a su atractivo estrabismo-consiguen desvincular al espectador de la historia para acabar secuestrándolo, aunque que haya comido con frugalidad, de la vigilia. La guapa actriz protagonista, previa munificente trasfusión de sangre, hubiera brillado más con un menos oscuro protagonista masculino, con el que la química es nula, como nulo resulta el binomio patético de secundarios que les acompañan, cuyo parecido con algunos de los personajes de la Factoría Ibáñez-un rompetechos oriental y un Filemón con lanzallamas al parecer estropeado- no terminan de encajar en la imaginería galáctica (riesgo corremos de que, en nuevo spin off, nuestras retinas sean regaladas con la visión del Tío Gilito o del Galgo Lucas dándose de manotadas con soldados imperiales). En resumen, una película de considerable belleza visual que logra emocionar levemente y solivianta al juicio. Para ver y olvidar.

Hora era de que una película de J. Bayona se dejara ver. Que no se alarmen los cinéfilos: está el arbóreo engendro al servicio del guion y no se abusa de la lágrima fácil. Lástima la frugalidad escénica de Sigourney-acaso por falta de presupuesto-y gran, memorable actuación del rapaz protagonista. Una fantasía dramática sobre la ambivalencia del corazón humano, que hará las delicias de los llorones y satisfará el paladar de gente más contenida que les acompañe.