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España España · San Fernando (Cádiz)
Críticas de Rasenplatz
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de agosto de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces tendemos a basar demasiado nuestras opiniones en las expectativas que se nos ofrecen, el producto es anunciado de una manera y sus posteriores prestaciones no nos resultan válidas salvo que se rijan por los criterios anteriores. Desaprovechamos conceptos más noveles por falta de originalidad.

Y obviamente cuando el producto del que se habla se basa tanto en el contenido puro estas evidencias se multiplican, somos influenciables por naturaleza y la opinión ajena y el comentario a desdén nos afecta en demasía.

A lo que voy a groso modo, es a dar primeramente un consejo (si se me permite) introduciéndonos en una vertiente concreta a la hora de evaluar tal concepción, el cine, no informaros mucho de una película antes de verla, y ni mucho menos fiar la idea de un film por un trailer de dos minutos.

Y es que ésto ocurre principalmente con un largometraje tremendamente infravalorado, El Bosque (The Village), una obra que no deja indiferente, que aprecia el que disfruta de su visión sin tener en cuenta su forma de exposición, y que no gusta al que declara que esperaba “una inteligente película de terror”, a pesar de que no falte suspense en cualquier escena rodado por el gran Shyamalan.

Y es que la grandiosidad de El Bosque no radica en nada de eso, estamos disfrutando mientras la visionamos de una historia que no está relacionado con el miedo físico, con el terror puramente dicho, sino con el poder del miedo, con el sentimiento que ha movido a miles de civilizaciones a lo largo de la historia a tener siempre un mecanismo activo para evadir la realidad, no afrontar los hechos y esconderse en una capa de diversas excusas que nos marcan de siempre. The Village es un viaje histórico contenido, una parábola que nos mostrará nuestro temor más antiguo, el temor al futuro, y la cobardía, y la protección, y el liderazgo. Valores del ser humano reflejados a la perfección en una fábula, un cuento que podría haber quedado para la historia del cine y que derrocha lirismo y poesía por los cuatro costados.

Además, no hay que olvidar el ambiente que rodea la película, y su magnífica obra sonora, obra del gran James Newton Howard. Disfrutadla aquellos que no la conozcais, la primera visión del film es impactante.
Rasenplatz
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8
16 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la tierra de nadie parece que no existe la complejidad, parece que la historia es simple, guerra y relaciones humanas, el cóctel necesario. Sin embargo hay más, una crítica social y un engaño contenido.

En la tierra de nadie es necesaria la convivencia, donde no hay ventaja para ninguno de ellos, donde el sufrimiento es equitativo. Allí donde cohabitan (durante unas larguísimas veinticuatro horas) Ciki, un experto guerrillero del ejército bosnio, y Nino, un asustadizo y novel soldado de Banja Luka que pertenece al ejército serbobosnio. Ellos dos hasta que “resucita” Cera, que se verá obligado a mantenerse tumbado en la trinchera, a riesgo de la explosión que acabaría con estos tres individuos, con estos tres antihéroes. Prisioneros en las garras de la guerra.

En la tierra de nadie parece que podemos jugar, burlarnos, ironizar y reírnos de y con la guerra, el antibelicismo en un film bélico (como en Senderos de Gloria), pero ni siquiera ésto evitará que nos sintamos invadidos por la tristeza y el dolor, por el remordimiento del ser humano.

En la tierra de nadie se refleja la realidad periodística, el complejo de buitre que ahonda a estos profesionales a buscar a sus víctimas en la carroña, a venderse y mentir en pos del titular, de la entrada en directo en prime-time. No importa la víctima, sólo importa la noticia.

En la tierra de nadie (como ocurrió realmente) no exclusivamente Serbia controla la guerra, dos países cometiendo atrocidades, una discusión y un veredicto forzado, ¿quién empezó la guerra?, el prisma de la objetividad en duda, como en cualquier conflicto. Y por encima de todo, una señalización, que no una acusación. Un dedo que reconoce a un organismo culpable, la cobardía del que debe erigirse en juez. Los cascos azules en plena manipulación de información y en plena dejación de poderes.

En la tierra de nadie, como para Joe Sacco, la neutralidad no existe. Como textualmente dice Marchand en la película, no hay neutralidad ante el asesinato, no hacer nada por impedirlo es tomar partido, no es ser objetivo.

En la tierra de nadie no hay nada más interpretable que lo que dice su director. “Me acuerdo de los extraños sentimientos que tuvimos cuando comenzó la guerra de Bosnia, cuando podías ver el agujero negro de una bala en una pared o un cráter causado por un obús en medio de un campo. Imagina que alguien sobreimpusiera una fotografía en blanco y negro sobre un cuadro de Van Gogh y de esa forma podrás entender lo que uno siente cuando ve algo así. Esa falta de armonía provocaba una especie de shock visual. Te hacía sentir desgraciado y desamparado. Este shock es lo que he tratado de mostrar en mi película. Por un lado un largo día de verano y por el otro, los seres humanos y la negrura de su locura”.
Rasenplatz
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