Es una película ambiciosa donde el personaje principal representado por el espléndido Ian Mackellen personifica la última etapa vital del intrépido investigador. La historia se desarrolla en tres espacios de tiempo diferente, el cual muestra una faceta más humana de este personaje haciendo una breve crítica sobre lo que fue real y lo que es ficción hasta el punto de desmentir el uso de su famoso sombrero y pipa pero dando lugar a que la ficción es un generoso gesto para darle un mejor motivo al final.
Sherlock debe lidiar con su mente senil tratando de conectar los diferentes puntos de su pasado, aunque tiene momentos de lucidez, le causa un grave malestar el saber que no recuerda gran parte de su vida solo le queda el nubloso recuerdo de su último caso y el deseo de poder escribirlo en detalle donde la realidad es que el caso fracaso porque la mujer con la que solo compartió 15 minutos murió porque a pesar de que su dictamen estaba bien ella no quería la realidad ni lo correcto, necesitaba la ficción para seguir con su vida. También necesitaba recordar el cazo del joven japonés, el cual le pide una explicación sobre su padre, que por motivo del famoso investigador decide quedarse en Londres, sin embargo su memoria le hace una mala pasada por solo un evento fuerte y desafortunado permite que su pasado pueda ser palpable y culmine con los interrogantes.