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España España · MADRID
Críticas de Lars
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
1
1 de octubre de 2022
36 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada reseñable para una versión absurda supuestamente del Mago de Oz (la única similitud es que el perro se llama Toto y 4 imágenes inconexas) donde no hay ideas, ni historia, ni impacto visual...es decir, nada de nada que merezca su visionado.
Entiendo que la mayor parte del presupuesto debe haberse ido en pagar a Carmen Maura y Carmen Machi, porque los escenarios y decorados son ridículos e incoherentes, el vestuario simplista, los efectos visuales parecen hechos con Snapchat y la dirección sin dirección. Vaya, todo muy de peli de tienda de a 1€.
En resumen, una basura digan lo que digan los supuestos críticos profesionales a los que ya nadie se cree ni toma en serio desde hace mucho tiempo.
Lars
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10
16 de abril de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de esos debates tan antiguos como el tiempo es el que versa sobre la bondad o maldad subyacente en el ser humano. Cuestión eterna que difícilmente tendrá una conclusión absoluta. Los conceptos amplios y abstractos están sujetos a definiciones y consideraciones ilimitadas. Visualizando Dogville, bien pensaría que Lars Von Trier no ve demasiada esperanza ni bondad en nosotros y, atendiendo a su desarrollo y sus conclusiones, siento un cierto malestar a esto me suena de algo. Ya lo mencionan en la propia obra: Todo podría repetirse si alguien volviera a pasar por aquí y se mostrara vulnerable.

Volvería a pasar y está pasando. Depender de los demás nos convierte en potenciales victimas y tener cierto poder sobre los otros en potenciales verdugos. Podemos buscar referencias en nuestros trabajos, en nuestras ciudades o en nuestras relaciones. Personas que diríamos “de buenas intenciones”, un día y sin ser necesariamente conscientes, pueden empezar a transformase. Así vemos como la dependencia emocional creada hacia una persona puede llevar a relaciones toxicas marcadas por la sumisión, el maltrato (en diverso grado o variante) o a la perdida de la propia identidad. También estamos cansados de escuchar como los que prometieron ayudarnos para construir una sociedad más justa y mejor, llenan sus bolsillos mientras, del otro lado, otros penan, pierden sus casas o no encuentran salida a situaciones asfixiantes. Es fácil adivinar en muchas situaciones laborales ciertos abusos de poder, más o menos evidentes y, si miramos un poco la coyuntura económica internacional, son reconocibles las desigualdades que facilitan el abuso de los países ricos hacia los más pobres. Recordemos también que hubo una vez mundos en los que parecía normal tener esclavos y no olvidemos tampoco que hay lugares donde las mujeres no pueden ni mostrar su cara en publico.

Ejemplos nunca nos faltarían, más o menos paradigmáticos, más o menos cotidianos, más o menos evidentes. Llega a mi memoria la historia de Sylvia Likens, adolescente asesinada en estados unidos durante el periodo en el cual había sido dejada por sus padres bajo el cuidado de una conocida. La mujer comenzó a alimentar un odio irracional hacia la chica, llegando a mantenerla encerrada en un sótano donde era vejada de todas las formas posibles. Invitaba a otras personas a verla y, lejos de denunciar los hechos, muchos de ellos fueron convirtiéndose poco a poco en partícipes de los abusos. Llegado el juicio, resulto curioso que al preguntar a estas terceras personas sobre los motivos de sus acciones contra la joven (que eventualmente causaron su muerte), la respuesta más común fue…no lo sé.

Aunque Lars von Trier incluya Dogville como parte de una trilogía (aún inacabada) sobre Estados Unidos, su contenido se me antoja tan universal como atemporal. Es tentador tener el poder, que nos amen ciegamente, que estemos al mando de las situaciones, que tengamos en nuestras manos el dinero o la estabilidad o el futuro de los demás. Y, a más poder manejamos, más tentador utilizarlo y, a más vulnerables o dependientes vemos a los demás, más sencillo abusar de ese poder.

Un pequeño set de rodaje, líneas marcadas que distribuyen los espacios y crean un contexto que podría ser casi cualquier parte, una dirección efectiva, unos personajes reconocibles y unos diálogos penetrantes sirven para mostrarnos de manera contundente una filosofía y retrato del género humano, de ese egoísmo escondido tras la cordialidad con la que nos manejamos a lo largo de los días, de aquello en lo que nos podemos convertir, para llegar a una última cuestión: para con nuestros verdugos, ¿perdón o venganza?

Una obra maestra, de las que consiguen que el cine vaya mucho más allá del cine. Trasciende, se abre y expande para arañarnos el corazón y hacer que nos planteemos cuestiones incómodas. Nuestras cabezas intentarán más tarde hacernos sentir especiales y que respondamos de modo categórico que no, yo no a la pregunta ¿No somos acaso todos habitantes de Dogville?


https://encuentrosducinema.wordpress.com/
Lars
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10
15 de abril de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía ese genio que fue Poe que “todo comienza por un pensamiento”. Un pensamiento de futuro, una idea, un proyecto…En ocasiones ese simple pensamiento puede llevarnos al desastre. En el mundo real, no siempre nos está permitido soñar y, por ende, pensar demasiado. Más fácil que pensemos como nos han dicho que pensemos y, en consecuencia, vivamos como supuestamente debemos vivir. Para terminar creyéndonoslo todo, o casi.

La niña Momo, creada por Michael Ende, nos veía como “hombres grises”, ¿lo recuerdan? Caminaban por la vida sin mirarse y ella no acertaba a distinguir a los unos de los otros. Veo en El Apartamento de Billy Wilder pinceladas de esta idea cuando observo a Shiley MacLaine subir una y otra vez el mismo ascensor o a Jack Lemon rodeado de personas que, vistas un poco de lejos, cuesta diferenciar. En La vida soñada de los ángeles de Erick Zonda, la búsqueda de la felicidad se convierte en una pequeña tragedia, una batalla intimista con desesperanzador final. Un Café en cualquier esquina (Man Push Cart) de Ramin Bahrani , con sencillez y acierto, revive el dilema con un inmigrante que sueña con ser artista mientras vende café en su pequeño y discreto puestecito, que se convierte a la vez en su prisión y su esperanza, en lo que detesta y protege a partes iguales.

No siempre es fácil conformarse con ser una persona anodina entre la multitud y la revolución comienza cuando decides vivir algo distinto a lo que tienes, a lo que un día te vendieron y, por pura inercia, compraste. Basada en la magistral novela de Richard Yates, Revolutionary Road desgrana nuevamente la temática y presenta la historia de dos jóvenes que vivieron cargados de sueños, con “la promesa de ser especiales”, pero que van siendo engullidos por una realidad aplastante. La rebelión de April (Kate Winslet), en contra de esa rutina asfixiante y su miedo absoluto a que los sueños se vean ahogados y acallados para siempre, es la chispa que enciende un fuego que resulta difícil sofocar. Sólo un loco parece entender su frustración profunda y su existencialismo puro, mientras los demás la miran (o admiran) dando por sentada su fortuna. Esa fortuna, de ladrillos tan solidos como pesados, que otros inventaron para ella.

Sam Mendes, con un ritmo pausado, nos cocina este duelo realidad versus sueños, conformismo versus revolución y nos lo sirve más bien templado, para exhibición de sus protagonistas y espejo de sus espectadores, donde su principal grandeza radica en la inteligencia con la que es capaz de hacernos sentir identificados con ambos personajes, de que empaticemos con el conformista y con la soñadora, aunque lleguen a estar en puntos opuestos. Me provoca cierto disfrute morboso ver como las primeras reacciones se orientan a juzgarla como un ser egoísta e inestable para, poco a poco, comenzar a entenderla…con recelo.

Reflexiono entonces si no seremos él en la forma y ella en el contenido y si la búsqueda no está en realidad, más que en ser felices y libres, en creernos que lo somos. A lo mejor, y sólo a lo mejor, ese sueño americano (por no decir capitalista) nunca existió.

https://encuentrosducinema.wordpress.com/
Lars
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10
1 de mayo de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los estados depresivos son un mal que azota y atormenta la existencia de las sociedades modernas y desarrolladas, aquellas de arriba de la pirámide de Maslow, donde las necesidades más básicas parecen cubiertas para la mayoría de sus habitantes. Las estadísticas son escalofriantes y me atrevería a decir que todos conocemos a alguien que ha utilizado Diazepam o similares para dormir, antidepresivos para vivir una temporada o que ha acudido a algún terapeuta para reorganizar sus ideas o emociones. Las causas de este efecto son variadas, comenzando por las tendencias genéticas.

Entre dichas causas, los duelos mal gestionados y las situaciones de toxicidad en las relaciones están entre las múltiples variables que suman apabullantes visitas a psicólogos y médicos. Hablo de lo que los especialistas gustan de llamar dependencia emocional y que viene a ser definida como un trastorno caracterizado por el establecimiento de relaciones marcadas por la sumisión, la obsesión, la idealización del otro, la vulnerabilidad extrema y el miedo al rechazo, trayendo como consecuencias más evidentes, la depresión clínica y la merma de la autoestima. Entre copas (Sideways, Alexander Payne, 2004) se detiene en estas causas, sus consecuencias y la dificultad para luchar una vez "poseídos" por esas sensaciones.

En muy pocos films (que yo haya podido ver) me ha resultado tan certero el retrato de esta problemática compleja. Una joya de esas que se dicen pequeñas pero que de pequeña no tiene absolutamente nada. Con humor, ironía y sencillez aparente nos presenta la historia de un hombre que no ha superado la perdida de su mujer, que rompió la relación hace mucho tiempo. Mientras lucha por olvidar, se siente perdido y fracasado, viendo como sus sueños de ser un gran escritor parecen también desvanecerse. Enmarcado en un viaje a través de una ruta de vinos como fin de soltería para su amigo, opuesto a él, vamos viendo al personaje deambular entre el patetismo y la inseguridad, el miedo y la depresión y, absolutamente ciego, es incapaz de percibir la gran belleza vital, en forma de mujer, que se le pone delante de sus narices, como si de un regalo de Dios se tratase. El solo cae en el absurdo bucle de la auto compasión e insiste obsesivamente en el recuerdo de su ex mujer y su "amor" por ella, que ha rehecho completamente su vida.

Para todos resulta difícil explicar que es el amor de manera concluyente, pero más o menos todos tenemos indicios de que buscamos de él o que desearíamos que nos aportase. Parece claro que si lo que llamamos "amor hacia otra persona" en realidad nos está destruyendo, deberíamos replantearnos seriamente el término. Si preguntásemos a varias personas alcohólicas acerca de sus motivaciones para continuar bebiendo, encontraríamos respuestas de todo tipo y diversas justificaciones. Lo curioso es que las personas dependientes de otra, adictas a la necesidad afectiva y al vínculo (insano) que han creado con el otro, a la pregunta ¿por qué? responderían con casi toda probabilidad: porque le/la quiero. No puedo olvidarte porque te quiero, he enfermado porque te quiero, no me quieres pero te quiero, te espero mientras tú vives tu vida porque te quiero. Algo terrible que el cine y la poesía han contribuido enormemente a deformar y así, expresiones como "morir de amor" pueden resultar hermosas leídas o vistas, pero verdaderamente crueles vividas

Galardonada con el Oscar al mejor guión adaptado, es precisamente ahí donde radica su mayor acierto. Cuatro personajes con absoluto volumen y todo milimetrado, estudiado y matemático para darnos las dosis justas de humor, drama, realismo y esperanza. Todo tan necesario para nosotros como el aire que respiramos. Consigue no caer en ningún truco viejo y todo tiene un aire a humano puro, con lo bueno y lo malo que eso significa. Elogiables las interpretaciones del cuarteto protagonista, sobre todo de Paul Giamatti y de Virginia Madsen, tan bella como cercana, tan interesante como humana. Difícil (muy difícil) no acabar enamorado de ella tras el visionado de la película.

Abra una botella de vino, recuerde aquello de que "el futuro siempre es nuevo" y disfrute. No espere grandes momentos a lo tierra de tara, ni frases con aspiración a frase celebre al estilo de José Luis Garci, pero si un gran efecto especial, más poderoso incluso que los utilizados en Parque Jurásico, ese que provoca en nosotros el arte que está completamente vivo.

Cine saludable con carácter terapéutico.


https://encuentrosducinema.wordpress.com/
Lars
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