No es un documental educativo al uso. De hecho, a veces se echa en falta algo más de información sobre lo que estamos viendo, en los escasos comentarios en off. Tampoco contiene un mensaje ecologista explícito.
Es, sobre todo, un magnífico espectáculo visual, con bellísimas imágenes de los océanos y de los seres que los habitan, desde los polos hasta las profundidades abisales, con el añadido de la música de George Fenton.
Ideal para ver en pantalla grande y con una buena reproducción de sonido.

Con un poquito de lo que se han gastado en efectos especiales, cachivaches, localizaciones y especialistas (impresionante el listado de especialistas que sale en los créditos) podían haber contratado un guionista de verdad, un director de verdad y algunos actores de verdad. Pero claro, entonces sería cine de verdad (bueno o malo), y no este subgénero de acción, que lo único que nos da es eso, escenas de acción constantes. Sin argumento digno de tal nombre, sin diálogos, sin actuaciones.
¡Qué nostalgia del cine de aventuras!

Comedia de ambiente elegante y sofisticado, pero con bastante poca gracia. Los personajes de David Niven y Robert Wagner, insufribles. Lo mejor, la persecución final, que recuerda el cine cómico clásico.