Rupert Jones destroza "Psicosis" empleándose a fondo en ilustrar la elipsis sobre la que se sustenta la obra del gran maestro del cine, sin que la meritoria labor de Toby Jones como psicópata, ni la monumental
de Anne Reid como su madre consigan evitar el descalabro de esta peliculilla

Pues bien, este tal Robert Shwentke recoge el viejo argumento del maestro, sustituyendo el tren por un avión (para algo estamos en 2005) y a la agradable y misteriosa ancianita por una niña, hija de la protagonista. Pero la historia es tan insustancial (e infantil) como la del maestro, y se resuelve (final feliz) de la misma forma un tanto chapucera y apresurada, pero como han pasado casi 70 años, nos cuesta mucho más "tragarnos esa píldora". Lo que en "Alarma en el expreso" tomamos por simpática ingenuidad de un argumento no muy bien "cerrado", en "Plan de vuelo: desaparecida" todo nos suena a una inmensa (y tramposa) chapuza de la peor industria "holywoodiense", el enésimo y cansino "blockbuster" de cada año





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La película es muy sutil. Nunca sabemos si contemplamos las alucinaciones de un esquizofrénico-paranoico, o toda la sociedad está enferma. El final, desde luego, deja abierta esta última posibilidad. ¿Será verdad lo que imagina el atormentado personaje de Michael Shannon? ¿no será aún más terrible la realidad a la que se enfrenta?

Un ejemplo de redundancia narrativa (disfrazado de pretendido simbolismo) se produce hacia el final de la película, cuando un Cupido invisible atraviesa con su flecha el corazón del personaje de Elena Anaya, previamente a que las protagonistas retocen en la bañera hasta que sus cuerpos se fundan envueltos en sangre.