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España España · Barcelona
Críticas de gery
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de febrero de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Don Dinero, uno de los dioses más poderosos, pudiera observar lo bien que utiliza la especie humana sus principales mensajes subliminales (avaricia y mezquindad) quedaría más que pasmado. En cualquier ciudad francesa de los años sesenta, podría haber visto que la corrupción y la deshonestidad abarrotaban cada una de las calles y, en parte, por culpa de los hombres vestidos con gabardina y sombrero y conductores de la marca Buick Limited Touring.
Don Dinero no pudo ver esos entrañables paisajes, pero sí lo hizo –o al menos su imaginación le concedió tal privilegio- Jean-Pierre Melville. Cineasta francés creador de la ‘nueva ola’ y claro exponente del cine negro, que a los pocos años de dirigir Le doulos (El confidente) y Le deuxième soufflé (Hasta el último aliento), se basó en la novela de Joan McLeod para crear una película de gángsteres en mayúsculas.

La trama nos cuenta como Jef Costello (Alain Delon) –un matón a sueldo- sufrirá serios problemas a causa de un error a la hora de llevar a cabo uno de sus encargos.

A priori, un argumento sencillo y no demasiado enrevesado. Empezando con un ritmo lento y tranquilo en el que se muestra el desarrollo de cada uno de los personajes. Sin embargo, a causa de los malignos hechos de las personas que forman parte del núcleo de “amistades” del protagonista, la calma terminará transformándose en un ciclón de suspense. A partir de entonces, la trama empezará a rebuscarse y a hacerse más misteriosa e intrigante; en parte, gracias a los subtemas que se crearán durante el nudo del film.

Además del buen transcurso de escenas, otro de los puntos fuertes de la película es el hecho de poseer una ambientación extraordinaria. Unos exteriores que transmitirán el supuesto horror que debía de sentir la mujer de cualquiera de esos hombres con gabardina y sombrero a la hora de pisar la calle para ir a comprar el pan. Y unos interiores clásicos del estilo mafioso –cabaret y timbas ilegales siempre rodeadas por una intensa nube de humo-.
Los correctos decorados fueron invadidos por un reparto de actores consistente. Las apariencias físicas de Alain Delon –y obviamente su estilo interpretativo- plasmaron al detalle al tipo de hombre que se buscaba. Le tocó dar vida a Jef Costello, un joven criminal con cara de buen niño. Y acompañado estuvo por su bella novia Nathalie Delon, con un papel antagonista que sirvió de gancho para que se iniciara un triángulo de opiniones con unos subtemas relacionados. Los dos lograron unas correctas interpretaciones; a destacar la desfachatez con la que ambos se mostraron ante unos primeros planos que hacían resaltar los sentimientos más ocultos de un hombre al que no le importaba acabar con una vida humana, y una mujer que dejaría clara su opinión sobre si el amor y la mentira podían ser compatibles.
gery
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5
28 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando sin quererlo ni beberlo escuchas comentarios de la gente de tu alrededor, u ojeas por las redes sociales más de dos y tres comentarios en los que el tema se centra en hablar de la nueva película dirigida por Scott Derrickson, Sinister, y la frase que más se escucha-ojea es la de “Flipa con la película de Sinister. Dicen que acojona, me pareció oír por ahí que la nombran como mejor película de terror de los últimos años. ¡Hay que ir a verla!”
Posteriormente uno dice: “bueno, ya que me encanta el cine de terror, vamos a ver qué tal…” e inconscientemente uno ya va más, digamos, analizador.

Una vez apalancado en el asiento correspondiente, la bebida aposentada a la derecha, y las palomitas entre el brazo izquierdo, se apagan las luces y empieza la función. “¿Qué nervios no? Vamos a presenciar una de las mejores películas de terror.”

Empecemos:
Primera recomendación: Para ver esta película es necesario ir al cine. No hay ni una lucecita y aunque la hubiera no podrías encenderla. Además no hay vecinos pesados que les moleste un volumen que esté mínimamente alto.

¿Por qué esta recomendación?
Porque esta película en lo que mayormente se basa para causar el supuesto miedo que da, es gracias a un buen juego de luces (oscuridad para dar y vender) y una banda sonora que va subiendo de volumen instantes antes del momento ‘tan sumamente tenebroso’.

Yo sinceramente, no la calificaría como una película de terror. Más bien la veo como un cruce entre misterio, suspense, y tres sustillos mal contados.

Pero ojo a lo anteriormente nombrado. Recalco. He dicho que la calificaría como misteriosa e intrigante. Entonces, suponiendo que fuera de este género, tengo que decir que es una buena película. La historia en sí debe haber sido la causadora de que a Scott Derrickson le saliera humo de la cabeza. ¡Que argumento más trabajado! El film es más que bastante retorcido, apoyado un poco por el mito del hombre del saco, pero cuela.
Un poco lenta, quizás, pero con un principio y un final.

Además, las interpretaciones y los diálogos no estuvieron nada mal. Unos actores que cuajaron un buen papel (a destacar el de Ethan Hawke haciendo de escritor personaje. Y a ser nombrados también el de los actores más jovencitos), añadiendo un buen diálogo que hacía que los personajes soltaran un ‘zasca’ cada cinco frases.

Y mientras visualizamos estas buenas interpretaciones, se oía de fondo una melodía que intentaba ir de causadora de nervios. (Si acababa logrando tal cosa era gracias al buen programa de sonido que tienen nuestras salas de cine). Vale, lo dejo. No insisto más con la música.

En definitiva, una película que vista sin mucha atención probablemente puede llegar a hacerse apetecible y llevadera. Pero que si la observamos con lupa, seguramente saldremos de la sala de cine con cara de póquer. Pensando: “Y esta tenía que ser la mejor película de terror de los últimos años…, como está el patio”. (Lo segundo es lo que me pasó a mí por la cabeza justo al momento de encender el cigarro después de estar sentado casi dos horas en mi asiento correspondiente).
gery
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4
7 de marzo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, si hay algo que está claro en el mundo del séptimo arte, es que el género de terror no atraviesa por su mejor momento. Aunque eso ya no es noticia. Ya hace unos cuantos años que no se halla el correcto camino para lograr una buena película de terror. Tan sólo hace falta echar un vistazo a algunos fiascos de los últimos dos años: Insidious; la saga de Paranormal Activity; Atrapados en Chernóbil; The Devil Inside; Sinister…
Entre las nombradas, las habrá peores o mejores, pero en general, todas en su peculiar línea moderna. Una línea moderna que se basa en no aportar nada al género y, en utilizar en diferentes películas unos detalles técnicos parecidos –o mejor dicho: típicos-, y así llevar a cabo el honrado intento de recrear un efecto ya bastante olvidado para el espectador: La agradable y satisfactoria sensación que asoma cuando alguien se pregunta interiormente que quién le habría mandado pagar para estar sufriendo durante una hora y media. Hoy en día es una sensación que sin suda se echa de menos.

El director de Mamá, Andrés Muschietti, no sólo es que utilice el esquema que tanto caracteriza a las películas de terror actuales. ¡Sino que la cosa ya trata de que el cineasta mejicano le ha cambiado el significado de ‘terror’!
Mamá no es una película de tal género. Más bien es un largometraje fantasiosamente cursi camuflado en un aroma de terror puramente comercial.

La historia trata sobre la desaparición de dos niñas, y que cinco años más tarde, son encontradas y entregadas a su tío Lucas (Nikolaj Coster-Waldau) y a su novia, Annabel (Jessica Chastain).

El arranque de la película es acertado. Posee un ritmo trepidante que hará que el espectador se plantee varias cuestiones sobre qué es lo que podrá pasar en los próximos noventa minutos. Sin embargo, esas intrigantes cuestiones empezarán a decaer a partir de los tres quintos de largometraje. En el que se pecará de un transcurso de escenas bastante lento –y algo aburrido-, que sólo se atreverá a variar de regularidad a partir de algún que otro susto previsible y acompañado siempre de unas acertadas melodías tétricas y bien conjugadas.

Y es que, además de no enganchar, esta cinta –teóricamente terrorífica- termina con un final de los más absurdos y cutres que se hayan podido ver en los últimos cinco años. Es de esos finales, en los que el espectador se preguntará interiormente que quién le habría mandado pagar para tener que aguantar lo que están visualizando sus ojos; pero esta vez, en el mal significado de la expresión. Probablemente lo que se puede resaltar positivamente de este largometraje sean las difíciles y curiosas interpretaciones de las dos jovencitas del reparto de actores. Pequeño y a la vez gran detalle con el que se puede resumir el criterio acerca de esta película.
gery
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7
15 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fallar -con o sin querer- a alguien que te quiere, ya está mal. Pero mucho peor es traicionar al ser que te ama por culpa de terceras personas a las que su máxima diversión sea manipular. Algo así como la sumisión, cuyo significado es el sometimiento de alguien a otra u otras personas. La sumisión y el arrepentimiento son las palabras con las que se centró el cineasta alemán F. W. Murnau (Nosferatu) para llevar a cabo el mensaje de la película Sunrise, en 1927.

El film trata sobre la historia de una modesta familia que convive felizmente en el campo. El bienestar del matrimonio será puesto a prueba a causa de la amante del granjero, después de que ésta le pidiese que asesinara a su mujer para así fugarse juntos.

El cineasta utilizó un ordenado desenvolvimiento –en los que ojearemos unos planos exteriores e interiores sobre el humilde hogar familiar-, nudo –en que la toma de decisiones de los personajes será clave- y desenlace. Este orden fue empleado por un correcto transcurso de escenas, del que abundan los juegos psicológicos y sentimentales (amor y desamor; traición; arrepentimiento) que posee la película y que tanto caracterizaron al astro alemán.

El equipo técnico de la película era sólido. Con un George O’Brien que se uniría con Murnau después de rodar con John Ford El caballo de hierro. El intérprete logró una buena actuación, representado a un personaje que demuestra que a uno se le puede quedar cara de loco de remate (literalmente) al no saber enfrentarse a los propios miedos. El actor estuvo acompañado por una Janet Gaynor que figuraba todo lo contrario; un papel que mostraba la inocencia e ilusión por un mañana mejor. La buena y natural interpretación que cuajó la dulce actriz significó otro Oscar a su carrera -dos en un año, al también conseguirlo en Seventh Heaven-.

La banda sonora fue compuesta por Hugo Riesenfeld. Con unas melodías que variaban según el tema que comportara la escena. Creando una angustiosa atmósfera ante los instantes en que el granjero tendría serios dilemas sobre qué hacer. A destacar los momentos en los que un plano entero con travelling muestra las dudas que acaparan la cabeza del protagonista, o los de un plano detalle que resaltan un trozo de madera -algo que cobra un significado simbólico al inicio del film, pero que acaba con un mensaje totalmente opuesto-.

En definitiva, Sunrise es una buena película de romance dramático con dosis de intriga en el que cada detalle cobra un significado propio. Con muchos pensamientos ocultos y con muchas respuestas arriesgadas.
gery
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8
25 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida no debería mirarse como un crudo camino en que pensar sólo en lo correcto o en ir viviendo de las apariencias fuesen los objetivos principales. La vida debería mirarse como una obra de teatro que no permitiera ensayos… Por eso, deberíamos cantar, reír, bailar, llorar y vivir intensamente cada momento de nuestra vida… antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos. Al menos ese era el mensaje que quería dar a entender Charles Chaplin con sus largometrajes.

¿Y qué decir de este genio británico que no se haya dicho ya?

Con unos aproximados ciento veinte minutos de proyección, el cineasta era capaz de contagiar positivismo al más infeliz de todos; ya sea por las facetas faciales que llevaba a cabo sumadas a la originalidad y soltura con la que se movía, o por la felicidad con la que respondía ante los sucesos más desagradables. En una de sus mejores películas, Tiempos modernos -junto a El gran dictador, Luces de la ciudad y La quimera de oro-, consiguió todo lo que se esperaba de él: Ofrecerle una sonrisa al espectador. Ejerciendo el film como director, guionista, compositor y personaje principal, Chaplin resolvió un puzzle de infortunios que precisamente en este 2013 están de moda –desalojos, falta de trabajo-, y lo solucionó con una interpretación que mostraba a un protagonista sin agobios ante las desgracias, con una frase que destapaba una actitud de la que muchos deberían tomar ejemplo: Aprendiendo como si fueras a vivir toda la vida y viviendo como si fueras a morir mañana.

En Tiempos modernos, utilizó su característico toque minucioso y mimado para reproducir la hora y media de duración. Empleando la historia de un obrero metalúrgico que pierde la razón a causa del ritmo frenético de una cadena de montaje, y que posteriormente pasará por un hospital, una cárcel y, para ser rematado, sufrirá un desalojo. A todo esto, Chaplin usó un humor visual exquisito añadido a un perfecto montaje –planos, composición, transcurso de escenas- que girará en torno a él y a cualquier movimiento corporal que haga, en especial la mítica escena en que el cómico queda como un monigote con forma de plastilina al estar atrapado en la cadena de montaje; a muchas películas actuales les gustaría conseguir ese efecto que logró el astro inglés en los años 30.

En definitiva, Chaplin logró en su día y logrará en la actualidad que cualquier espectador que se disponga a ver una de sus películas quede invadido por un aroma de bienestar y confort y que dicho espectador también se vea capaz de mostrarle una sonrisa a sus respectivos problemas.
Como él decía: Un día sin una sonrisa es un día perdido.
gery
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