Podría tratarse de una película de terror con aspecto de documental al estilo de la Bruja de Blair, pero en este caso es al revés. Es un documental con aspecto de película de terror.

La historia apela a los bajos instintos del miedo del espectador: hay sentimientos ineludibles y recurrentes como:

1) El miedo y la angustia por morir y no dejar cubiertas las necesidades de tus seres queridos (como en Breaking bad),

2) El miedo y el desasosiego por ser engañado por la mujer que amas sin culpa propia aparente (El paciente inglés, Pearl Harbor, Friends…),

3) Y el miedo y la impotencia al tener que enfrentarte con un ente indestructible y todopoderoso con la apariencia de un ser normal (y por eso tiene apariencia humana) que atenta contra tu integridad física y mental, tu vida y la de los tuyos (La Noche de Halloween, Pesadilla en Elm Street, Viernes 13…).


En esta película de terror el rol que en otras películas representa el asesino en serie se atribuye a la Agencia Estatal de la Administración Tributaria, que “ataca” sin pudor a los contribuyentes cautivos que por mucho que lo intenten y a pesar de victorias parciales, nunca podrán defenderse con éxito de ese monstruo indestructible.

La sensación de igualdad o proporcionalidad de fuerzas (lo que en los slashers citados anteriormente eran asesinos sobrenaturales con apariencia humana) se aplica aquí cuando se hace la exposición de las cinco instancias administrativas a las que puede acudir el contribuyente cuando le practican una liquidación que estima injusta.

Esta normativa hipergarantista se presenta como un mecanismo de defensa, un igualador entre las partes intervinientes, pero más adelante se revela (tranquilos, no es spoiler) como inútil, con lo que la potencial víctima siempre estará en una posición de inferioridad relativa.

No faltan magos, hechiceros y brujos en la forma de ex altos cargos y catedráticos en materia tributaria y fiscalistas que explican el origen de la maldición que aterra al protagonista y los recovecos del hechizo que utiliza el ente malvado.

Y como en toda saga mitológica se utiliza un lenguaje propio que le da cuerpo, consistencia y credibilidad al relato: es el lenguaje del derecho administrativo.

Entiendo que a veces el uso de este lenguaje administrativo puede ser excesivo y desenganchar al espectador, como ocurría en La gran apuesta, pero es un pequeño defecto necesario para ser rigurosos en la exposición.

La naranja mecánica es una película que, a pesar de haber transcurrido más de cincuenta años desde su estreno, nos ayuda a comprender las estructuras sociales actuales y las dinámicas entre diferentes grupos y subgrupos que componen la sociedad contemporánea.

Una sociedad donde los valores tradicionales han sido anulados y sustituidos por otros motivos espurios. Así, nos encontramos ante la irrelevancia de la institución familiar y la prevalencia de las instituciones estatales.

Teniendo necesidades básicas físicas cubiertas, como son el techo y la comida, los jóvenes son atraídos por el salvajismo de las bandas en las que acaban integrándose. Como cachorros de animales que crecen peleando estableciendo las jerarquías entre ellos.

Son unos jóvenes descontrolados que no tienen referentes morales, que se dedican a hacer el mal y que en el futuro tendrían acomodo en instituciones tan importantes y descuidadas como la policía, carente de procesos selectivos todo lo eficaces que un ciudadano de bien desearía.

Se nos presenta una sociedad bastante desestructurada donde es normal que las personas consuman todo tipo de psicofármacos ante cualquier contingencia vital, como los problemas familiares o laborales consecuencia de la falta de sujeción a un orden natural sustituido por la artificiosidad de una sociedad dirigida desde arriba. El individuo ha sido anulado y deja de ser libre y motivado para la búsqueda de sus objetivos vitales como puedan ser la felicidad, la realización personal o la verdad.

Además, nos muestra cómo las luchas de poder entre los intelectuales y políticos ideólogos, arrogantes y prejuiciosos siempre subyacen en la toma de decisiones que tienen importantes y graves consecuencias sobre sus súbditos.

El mal gusto estético de los personajes de la película refleja el momento de decadencia económica, social y de valores morales que se viviría en el Reino Unido cuando la película se rodó en los años 70 del siglo XX. El mal gusto estético se potencia, por contraste, con la excelente banda sonora de Rossini, Beethoven y otros que nos acompaña y realza cada momento clave de la historia.

De vuelta nuevamente a esa fase decadente del ciclo en esta década de 2020, veo un gran reflejo o repetición de lo expuesto en la película.

Mi conclusión es que todo tiende a repetirse, por lo que hay que estar alerta para advertir de esos errores de planificación que siempre alguien querrá imponernos.

Captain fantastic:
Una utopía de un hippy antisistema que se esfuerza por sacar adelante su ideología izquierdista (por eso lo de utopía, porque se esfuerza y le van saliendo las cosas) y que pretende vivir al margen del mundo desarrollado con herramientas de éste.

Militante izquierdista que en lugar de imponer su ideología a desconocidos la limita a su entorno familiar y vive como paleo libertario.

En condiciones normales no sería tan listo, sus 6 hijos no serían tan listos, algunos habrían muerto mucho antes de los hechos que se cuentan y la película habría acabado muy mal.

No obstante, buena película. Muy emotiva.

Mandy.
Fascinante.
Estimulante.
Espectacular.
Para ver en una sala oscura con buena pantalla y buen aparato de sonido.
Tiene de todo: amor, secuestro, venganza, algo de sadismo, secta, algo de acción, drogas, alucinaciones, posibles extraterrestres o materialización de los oscuros instintos, ochenterismo...

Es cine rarito, no apto para todos lo públicos.
Nicolas Cage sólo pone su cara de loco característica (sonríe con los ojos muy abiertos) sólo en un momento al final.

Por momentos me ha recordado a Under the Skin (2013).
https://m.filmaffinity.com/es/movie.php?id=189028

Bombshell.
Campaña anti Trump

De manera insistente ponían el trailer en Amazon Prime con sus tres protagonistas femeninas como reclamo y no le di ninguna importancia. El gancho son tres actrices guapas. Nada más. No me llama la atención.

Para mí no existía la opción de ver una película publicitada así.

Pero investigando la filmografía de Jay Roach, director de buenas películas, descubrí que ésta también era suya y me dije que tendría que verla pronto.


En esta época de marcada manipulación mediática donde prevalece la mentalidad progre (izquierdismo de salón), es cada vez más habitual que aquellas personas de altas capacidades económicas en virtud de características estéticas o ciertas habilidades artísticas (Hollywood, la cultura…) se pronuncien orgullosamente a favor de la ideología de su exclusivo entorno y, sobre todo, en contra de la conservadora.

En el caso de esta película se percibe ese tufillo progre anti Donald Trump desde el principio. Es su carta de presentación para captar al espectro progre de la audiencia, pero afortunadamente ese tufo se va difuminando.

El anti trumpismo es el contexto innecesario que se quiere dar a la historia y que, según se va desarrollando ésta, se va difuminando para centrarse en el dilema que viven las mujeres víctimas de acoso sexual en el trabajo.

Para mí el anti trumpismo del inicio y del final está un poco forzado y tal vez sea el peaje a pagar para contar la historia. No puedes contar una historia así sin meter la típica cuña política de marcado sesgo izquierdista. Más concretamente, éstos de Hollywood no pueden hacerlo.
Están muy sectarizados y para mí hacen el ridículo porque se postulan por adhesión, sin conocimiento de lo que hablan y sin ni una mínima reflexión previa.

Cuando la película se centra en la historia de las mujeres se deja ver sin ese recelo del que sabe que le intentan manipular desde la izquierda una vez más.

Al final vuelven a dejar caer la relación de Donald Trump con los hechos (no la hay, pero se le alude para manipular al espectador), aunque no venga a cuento, lo que va en demérito de la película, que por lo demás es digna, con buen ritmo y buenas actuaciones.

N.B. que la productora se llame Gramsci (filósofo comunista) ya dice bastante de la ideología subyacente y sus intenciones. Es que ni las esconden...