Rescatemos lo bueno: unos títulos de crédito brutales. Por lo demás, puede usted levantarse e irse de la sala una vez que éstos finalicen.

No había hecho hasta ahora, ni aquí ni en ningún otro portal de este tipo, ninguna crítica cinematográfica. Me apena que la primera sea para esto (y respecto de esta película), pero a veces la indignación nos empuja sobre otro tipo de consideraciones, y este es el caso.

Una tomadura de pelo en toda regla, muy al estilo de Inglorious Basterds pero, cómo decirlo... todavía más "de autor". Algunos de ustedes dirán: ¿es eso malo? Lo es, necesariamente.
No basta con las típicas excusas de: "trasladémonos al universo personal del artesano", "esta cinta es tan atrevida y rompedora que sólo por eso merece la pena verla" y demás sandeces, que lo son en tanto que todo lo anterior es falso. Estoy un poco cansado de estos directores que, con la excusa de su sello personal, su mundo interior, empiezan a prescindir de guiones y demás para hacer lo que les viene en gana, proponiendo unas reglas absurdas que sólo ellos conocen y sólo para su cine son aplicables, y soltando un par de obvias referencias metafóricas (que sí, que lo de las dos Españas luchando por la tierra y gente España, belleza con tendencia autodestructiva y condenada al fatalismo, que bla bla bla), para que luego cada uno se pase la película buscando otros paralelismos y guiños que sólo él encontrará (los que quiera ver cada uno, se entiende) entre la ambigüedad del sinsetido general, maravillándose de la brillantez de un autor que conecta tan bien con nosotros y guarda tanto mensaje en su obra.

Prefiero no seguir hablando (¿es necesario que Fran Perea figure en cada una de las producciones del cine patrio? ¿Por qué Guillén Cuervo acepta un papel tan simplón como el -tan, por otra parte, prototípico de nuestro cine- de oficialillo republicano que suelta chistes y tacos entre tiro y tiro, antes de caer ante las malvadísimas balas de los bigotudos y entricorniados fascistas? ¿Tiene algún sentido el personaje de Santiago Segura -sí, ya sé que se pretende reforzar la metáfora guerracivilista, y dotar de un más sólido substrato al descenso de Areces a la locura-? y mil etcéteras).

Despropósito mayúsculo, en fin, para que se congratulen todos aquellos que se traguen cualquier sandez porque "viene de un maestro", "es atrevida", y demás, y se den palmaditas en la espalda con que el cine español ya tiene, por fin, su gran película para definir y cerrar (o reabrir, o escupir en ella con su simplismo y metáfora cutre) la herida de las dos españas.

Un dos; un punto por la selección musical y la fotografía y otro por los títulos de crédito, que, repito, sí son muy recomendables.

Realizada en un estilo teatral y aparentemente bien recreada y documentada, resulta, sin embargo, fallida.

Maniquea, no refleja adecuadamente las complejidades del debate, y tergiversa e idiotiza las tesis de fondo de los contendientes. Empatizamos con De las Casas y abominamos del "esclavista" Sepúlveda, y eso es la prueba del fracaso del film, cuya única ambición (ya que se trata de un telefilm sin alarde de medios) que representar el episodio de forma creíble. En varias ocasiones, la exageración resulta ridícula, y la versión original está plagada de anacronismos (topónimos, gentilicios, términos...) y otras inexactitudes históricas.

Esto último arruina por completo el esfuerzo: por ejemplo, el enviado papal pregunta por la posibilidad de que las mujeres indias engendren hijos de los "españoles", lo que resulta ridículo, puesto que en 1550, por poner el ejemplo quizá más evidente, era sobradamente conocido por los presentes en la Junta de Valladolid que Hernán Cortés tuvo un hijo con la Malinche (hijo mestizo que de hecho tuvo poder y relevancia social, como muchos otros ya en esa primera época).

En fin, que los asistentes a la "Controversia" parecen desconocer el testamento de Isabel la Católica y las Leyes de Indias que desde 1512 o 1514 ya regulaban incluso los matrimonios mestizos. A todo ello se añade que la resolución que se representa en la película es una completa invención.

Por último, hay que lamentar una vez más que en España no haya surgido la iniciativa de llevar este episodio histórico, que en realidad revela la inmensa sensibilidad que -especialmente en términos comparativos con otros "imperios" incluso muchos siglos posteriores- sobre este asunto existía entre los gibernantes de la Monarquía Hispánica.

Desde que tengo cuenta en Filmaffinity, he adquirido la odiosa costumbre de plantearme, mientras veo por primera vez una película, qué nota le pondré.

Y en este caso pensaba ponerle un 8: la cinta me estaba encantando, reconocía su tremenda calidad, pero no pensaba que fuese a formar parte de esa pequeña selección de obras maestras que se quedan con uno para siempre (trato de limitar los "dieces" únicamente a las obras que verdaderamente me entusiasman, que me dejan huella y que volvería a ver una y otra vez ). Que ésta era una de esas obras lo descubrí después, cuando me encontré dando vueltas en cama, incapaz de dormir durante horas, recordando los detalles sublimes que esconde la película.

Porque esta es la cinta más dura que he visto nunca, y sin embargo -o precisamente por eso- jamás recurre a la crudeza, a los despliegues de violencia descarnada ni a la pornografía sentimental. Siempre contenida, siempre sutil, siempre verosímil*. Creo además que el hecho de que sea una película de animación (lo que le da un cierto carácter de "avatar" a los personajes, que por ser un dibujo, una representación humana, no son una persona humana representando un papel) juega muy a favor de esa verosimilitud y de la facilidad con que empatizamos con los protagonistas.

Es una película sobre un tremendo drama en la que, sin embargo, se nos muestra a los protagonistas riendo, intentando sobreponerse a sus trágicas circunstancias, durante tanto tiempo como se nos los muestra llorando.

Es una película que, como tantos otros dramas con la guerra como telón de fondo, encierra un mensaje antibelicista, pero la potencia de dicho mensaje aquí es inmensa, en tanto que nunca es explícito, nunca se nos presenta claramente, sino que flota en el ambiente: sabemos que la guerra es odiosa no sólo por el inmenso dolor que causa a tantos infortunados, sino por cómo transforma a las personas, lo cual también se nos muestra en la cinta con una sutileza absolutamente sobresaliente: no hay un solo personaje al que podamos "odiar" cargados de razón; todos tienen, incluso en sus actos más mezquinos, motivaciones perfectamente comprensibles para nosotros, con las que podemos conectar sin dificultad.

Una obra maestra como hay muy pocas.

Parte de una idea interesante y algunos de sus momentos funcionan¹. No obstante, se queda a medio camino de todo.

A partir de la media hora de metraje, la película da la sensación de ir perdiéndose en un continuo anticlímax; se hace larga pero a la vez parece que ha sido muy -mal- recortada en la sala de montaje, y el tono de comedia gamberra que prometía el tráiler y que se supone que a su vez esconde una profunda reflexión crítica nunca acaba de consolidarse, y por ello las interpretaciones también fracasan.