El inicio, con los personajes ejecutando el plan, dura demasiado. A los 10/15 minutos ya hemos pillado la idea, no es necesario que se extienda tanto. Esa sensación de que las escenas han sido estiradas al máximo es constante. Se nota que la trama es escasa y que Bonello se dedica a alargarlo todo para dar más peso al relato.

Que los chavales planeen quedarse en un centro comercial encerrados es bastante falso y deja claro que estamos ante un artificio narrativo que sirve como excusa para que se produzcan las escenas que vienen a continuación, que quizá sea lo más parecido a un mensaje que tiene la película.

¿Mensaje?...
1. Uno de los problemas básicos es que no quedan claras las motivaciones de los personajes. No se explica por qué hacen el atentado. Siendo generosos, se podría decir que cada uno tiene sus motivos: el negro por discriminación (escena del metro), el camarero por temas económicos (es el que más disfruta en el centro comercial), otros por empatía con los desfavorecidos (el chaval que mete a los mendigos), etc. En general, se podría decir que los chavales buscan un cambio. No obstante, la falta de claridad para expresar esto debilita al conjunto y hace que la ironía de que los chavales se escondan en un centro comercial, templo del capitalismo, sea sugerente pero no tenga tanto peso.

2. También se coquetea con la idea de que las personas son como burros que hacen lo que les dicen y los chavales, aunque piensen lo contrario de ellos mismos, también lo son, algo que se ve reflejado por su ropa, que es la misma que llevan algunos maniquíes. Lo que no se explica es si su acto terrorista es una forma de reivindicación también prestada, una imitación de lo que ellos creen que se debe hacer para generar un cambio. Personalmente me decanto por ese punto de vista. Bonello quiere retratar a una juventud perdida y descontrolada que vive en la abundancia capitalista, pero que no sabe cómo lograr un cambio social y cuyas acciones no son genuinas, sino imitaciones de los estímulos que reciben.

La mejor escena posiblemente sea en la que ven por primera vez el atentado en la televisión y de fondo hay música pop puesta y entre ellos empiezan a hablar de la música. Se genera un contraste tonal y de estímulos que denota que son chavales cuya percepción está distorsionada, que no sienten nada ante el atentado y sí ante la música comercial que escuchan. Esto lanza ideas interesantes sobre la juventud actual, pero vuelve a faltar desarrollo y concreción.

El momento en el que uno de ellos sale a dar un paseo por la calle y acaba metiendo a dos mendigos en el centro comercial es totalmente inverosímil. Se vuelve a apreciar el artificio, en este caso, buscando mostrar que ese personaje tiene empatía.

La escena final, con los policías matando sin preguntar, es quizá la más falsa. ¿No se plantean que podrían tener rehenes? De hecho, los dos mendigos no tenían nada que ver y acaban muertos. Una incongruencia que no tiene sentido. Se renuncia a la coherencia en favor del efecto. Y muy previsible que a uno de ellos le iban a matar llevando un arma de juguete, algo que se relaciona con esa idea de que el atentado es una especie de juego o broma infantil que en realidad sí que tiene consecuencias importantes.

En definitiva, es una película que gustará o no en función de lo que estés dispuesto a poner de tu parte a nivel interpretativo, ya que la película no da justificaciones concretas y sus detalles tampoco explican con claridad las motivaciones de los personajes. Creo que al tratar un tema tan serio, y además en Francia, se debería intentar justificar algo más. Es interesante, pero con estos ingredientes podría haber salido algo mucho mejor.

1. Como puse en el título de la crítica, no es creíble que una personal shopper vaya con el pelo sucio y el jersey del rastro a pasearse por París y Londres gastándose un dineral en vestidos. Lo lógico es que sea una tía a la que le guste la moda, tirando a pija, y que si ha llegado a trabajar para una top model sea por algo, porque le gusta, porque ha trabajado para otros, etc. Una top model no cogería a una chica con ese aspecto para que le hiciera las compras.

2. El usuario Sevilladeleyenda comenta en su crítica, la que tiene más votos positivos a día de hoy, que el propio director, en el Festival de Sevilla, aclaró el final de la película diciendo que todo es producto de la imaginación de la protagonista y que en realidad no puede comunicarse con espíritus. De acuerdo, entonces ¿por qué se le muestra al espectador un fantasma de carne y hueso cuando la protagonista está de espaldas? ¿Si es su imaginación, por qué el espectador lo ve en pantalla cuando ella no mira? No tiene sentido. Y eso que comenta el director no está en la película, no se llega a esa conclusión a través de lo que aparece en pantalla porque el desarrollo es torpe y difuso. Sólo con esto ya no tiene sentido la película, demuestra lo poco pensado que está el argumento y la poca inteligencia del director para llevar a cabo sus ideas.

3. Señor Assayas aclárese: o personal shopper o medium, las dos cosas no porque visto lo visto, ni lo uno ni lo otro. No hay ninguna relación entre las dos cosas. Si la protagonista hubiera sido panadera no hubiera cambiado nada. Tampoco hay profundidad en ninguno de los dos hilos, emocional y psicológicamente hay un vacío.

4. ¡Por favor esas elipsis y esa edición! Que hasta una escena se va a fundido en negro con el pobre recepcionista del hotel todavía hablando. Ni siquiera sé cómo la seleccionaron para la sección oficial de Cannes con estos fallos, ah sí, porque el director es conocido y además francés.

5. Curiosamente, la protagonista expresa sus tribulaciones con tres personajes que acaba de conocer. Es decir, lo más profundo que sale de ella es con gente que no conoce, lo cual resulta bastante inverosímil. Mención especial para la charla de móvil, un tío al que llega a mandar una foto picantona sin conocerle de nada.

6. Algo que molesta: utilizar tan poco y de forma tan ligera a Anders Danielsen Lie, el gran actor de "Oslo, 31 de agosto" (peli que recomiendo). Prácticamente saluda y se va. Tampoco entiendo cómo alguien con cierto renombre puede aceptar ese papel.

En general, hay una gratuidad en todo lo que sucede que resulta decepcionante: que si la protagonista desea ser la top model, que si se masturba con sus vestidos, que si el otro habla con ella por el móvil (por qué, para qué), que si el otro mata a la modelo, que si al final se va a Omán (como podría haber ido a Chile)... Las ideas flotan en el aire pero ninguna cristaliza, como si lo importante fuera la acumulación y no el desarrollo de las mismas. Lamentable.

- Estructuralmente la película es deficiente. Hay un clímax muy elevado a la mitad del metraje y luego la película se desploma para desarrollar algo que no llega a alcanzar la misma altitud.

- Lo que hace que el espectador mantenga el interés es la incertidumbre de lo que pasará, no los propios sucesos de la película. Aquí el camino no es un fin en sí mismo, sólo se da importancia al fin.

- Las emociones de los personajes son demasiado evidentes, están demasiado cerca de lo comprensible para que adquieran un mínimo de profundidad o dramatismo plausible.

- Ozon carga su discurso utilizando referentes elitistas, que a día de hoy se consideran alta cultura, como puede ser Manet, música clásica... De esta manera engaña, pues asocia su obra con referentes considerados alta cultura con el fin de que su obra sea tratada como tal. Si los protagonistas no tocaran instrumentos y fueran campesinos no cambiaría nada de la historia, sólo los referentes.

- El final en el museo es de los más pretencioso que he visto en años y lo suficientemente ambiguo como para que la gente haga sus propias especulaciones y crea que la película es más profunda de lo que verdaderamente es.

De repente la película se transforma en algo estereotipado, con clichés y música extradiegética cual glutamato. Lo que parecía una película que iba a transitar caminos reflexivos, innovadores, incluso relevantes a nivel intelectual y emotivo, se convierte en la típica historia de dos personajes inadaptados, extravagantes, alienados, que unen sus fuerzas para luchar contra una injusticia cotidiana, ya que la policía, una vez más, es incompetente.

Mención especial para lo que sucede tras morir el chico rubio... los otros dos malhechores, impulsivamente, sin pensárselo dos veces y sin sufrir ningún tipo de impacto emocional tras la muerte de su amigo/conocido, secuestran a la protagonista para que les ayude en un robo. Ay amigos, tendrá que personarse el propio Aristóteles para impartir lecciones de verosimilitud por aquellas tierras. No tiene ni pies ni cabeza.

Y luego está el final: de lo más caprichoso y gratuito que recuerdo en años. La coreografía de pistolas, estrellas ninja y cuchillos que se despliega es infame. Debe ser que en Estados Unidos no está permitido resolver ninguna película sin violencia (como mínimo tiene que salir una pistola). Y por si esto fuera poco, después la protagonista se echa a correr por el bosque y el maleante de turno la persigue (no sabemos por qué, quizás me perdí el motivo por culpa de un bostezo), ésta se cae en una charca donde hay una serpiente (coincidencias de la vida) y sigue el juego del gato y el ratón hasta que el propio maleante cae a la charca y la serpiente le muerde. Y aquí una ya no sabe si esto es Sundance o Hollywood.

En definitiva, pésimo desarrollo y peor desenlace para algo que prometía inicialmente.