La cadena británica Itv, creadora de series de crimen clásico como 'Poirot' y 'Marple' y de pequeñas joyas como 'Downton Abbey' y 'Broadchurch', nos invita a disfrutar de otra serie excelente de intriga, cuidada tanto en el contenido de sus guiones (basados en las obras de Colin Dexter) como en la ambientación, impecable. Tiene capítulos realmente buenos (especialmente la segunda temporada) y otros más flojos, pero la serie se disfruta con gusto si eres amante de las intrigas del tipo Agatha Christie y de los detectives clásicos.

La elegancia de Gillian Anderson y una cuidadosa ambientación salvan un film que acaba siendo demasiado lento y que, en algunos casos, cuesta seguir. No consigue emocionar del todo y el espectador difícilmente logra conectar con los personajes. Como adaptación, no convence, y queda la sensación de que la novela era mejor que la película.

Cicely es un pueblo remoto construido sobre el respeto, la comprensión, la compasión... Valores esenciales en una sociedad madura. Aquí aprendemos que de las situaciones más inesperadas de la vida (como ser un joven médico de Queens destinado a un rincón perdido de Alaska) podemos sacar las experiencias y aprendizajes más memorables.

Esta no es una simple comedia, es una ventana abierta a la vida, una serie original que es capaz de mezclar situaciones cómicas únicas con reflexiones sobre el destino, la vida y la muerte como esta: "Cuando se nos despoja de nuestras posesiones terrenales, de nuestra fama, familia y amigos, nos enfrentamos solos a la muerte, pero es esa soledad en la muerte nuestro lazo común en la vida."

A una buena primera temporada le sigue una segunda más luminosa y una tercera brillante que nos engancha hasta su final. Sus personajes invitan a encariñarse con ellos, porque sus rarezas cotidianas se parecen a las nuestras, a pesar de estar lejos de nosotros en el tiempo y el espacio. Una serie que ha envejecido muy bien y puede disfrutarse más de 30 años después como si fuera nueva. No hay excusa para no verla.

Drogas, golpes, sexo y una familia disfuncional metidos en una coctelera con bien de planos oscuros, lluvia y musiquita intensa. Los excesos dramáticos y un buen cásting no hacen, por si solos, una buena serie, por más que los actores pongan todo de su parte y el director demuestre saber manejar la cámara y el montaje. Hace falta un buen guión. Se nota que Dolan ha querido impactar al espectador, pero este impacto muchas veces suena hueco.

Cuando se espera de un genio más y más en cada nueva película, es fácil que te decepcione. Pero los que hemos visto esta obra sin prejuicios nos hemos visto atrapados por un gran drama con toques de thriller y comedia que demuestra que Almodóvar no ha perdido fuelle. Hay tres momentos brillantes y otros pasajeros, pero queda claro que ésta es una de las grandes películas de Almodóvar (tal vez no la más grande), y nos ofrece dos de las mejores interpretaciones de la carrera de sus protagonistas: una deliciosa Penélope Cruz y un excelente Lluís Homar.