Hasta el momento en que entran en la alcantarilla, deseas que la película dure al menos otras dos horas más. Deseas ver a los personajes, su evolución, lo que sucede bajo el suelo, el viaje que emprenderán hasta la solución del conflicto y por supuesto, una clara explicación de lo que ha sucedido. No tenemos nada de eso. En el momento en que el último personaje cae a la alcantarilla, la película se precipita con él.
Cuando están abajo sólo vemos continuas peleas y persecuciones, excesivas e innecesarias. Durante los últimos minutos de la película, sobreviene esa horrible sensación de tener ganas de que termine, y es una pena teniendo en cuenta lo bien que iba. Otro punto flaco es la transformación repentina de los personajes. Mario Casas baila emocionalmente todo el rato, de repente parece el más cabrón de todos, loco y despiadado, para después volverse protector y bondadoso y finalmente héroe. Por no hablar del personaje de Carmen Machi, que tan pronto tiene ataques de ansiedad y se la ve la más frágil del grupo para acabar totalmente serena, intentando matar para sobrevivir y acabar pegándose un tiro. No es lógico el comportamiento final de los personajes en relación a los que nos han venido presentando durante toda la cinta.
El guión tiene muchas lagunas, como la parte en la que miran los mensajes del móvil del muerto, la información que aporta y lo pronto que los personajes la captan...está todo demasiado enmarañado y no se resuelve ni se cuenta más acerca de eso. Cuando la protagonista sale de la alcantarilla sólo la vemos caminar como una zombie y nada más, fin. Echo en falta conocer qué ha pasado, qué ha ocurrido exactamente y qué es lo que se han inyectado.
No obstante, a pesar de las carencias, la película me resultó muy entretenida, es sin duda una clara película de Álex de la Iglesia, con todos sus elementos habituales y la mejor que ha hecho desde hace mucho tiempo.

Lo mejor: el suspense y la dirección de actores.
Lo peor: el tramo final.