Ya es sospechosa una película muda y en blanco y negro estrenada al poco tiempo de "The Artist", aunque se podría haber salvado si no fuese por esa voluntad desmedida de gustar que tiene la cinta. Delicatessen y Amelie instauran un género muy cultivado en los últimos años, las películas que quieren nacer siendo "de culto", y Blancanieves es la enésima entrega de esta corriente.
Cuando se recrea un clásico tan redondo (y tan emulado) como Blancanieves, o juegas bien tus cartas o te la pegas, y en este caso el argumento está adaptado poco menos que a puñetazos.

En estos tiempos en que el pensamiento único ha calado en todas las facetas del arte, cuando todas las canciones se parecen, todas las novelas y los poemas se parecen, cuando todo el cine nos suena a déjà vu, Achero Mañas se arriesga con una película a la que muchos tacharán de excesiva, y dirán que está plagada de tours de force. Yo lo llamaré así precisamente: valentía. Yo habría dado no sé cuánto por un guión que arriesga hasta lo inimaginable, desbaratando todos los principios de lo que se debe hacer, de la forma ortodoxa de comportarse ante una tragedia íntima que le puede suceder a cualquiera. Me admira la capacidad de la película para desenvolverse con naturalidad ante lo inverosímil, haciéndolo tan verdadero que se nos encoge el corazón. Todo podría chirriar, pero nada chirría, y al final nos queda la sensación de haber sido protagonistas de una historia que jamás podría sucedernos, porque carecemos de la valentía (ahora me refiero a la del protagonista) para que suceda de ese modo.

La película ofende a la inteligencia de cualquier espectador con un mediano sentido común. Al parecer el director cifra todo el valor de su obra en la puesta en escena de carreras y carreras sin fin. El argumento está plagado de recursos manidos, y los personajes actúan de modo inverosímil. Un absoluto desperdicio de tiempo.