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España España · Madrid
Críticas de Serturjo
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Críticas 13
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
26 de febrero de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suelo estar muy pendiente de cada nuevo proyecto relacionado con Troye Sivan, cantante y actor cuyos trabajos suelen gustarme. Es por eso que me interesó especialmente el anuncio de Three Months, película de temática LGTBI en la que interpreta el rol protagonista. Se trata de un 'coming of age' de manual sobre un adolescente que pasa su verano más difícil a la espera de los resultados para la prueba del VIH. Todo comienza cuando Caleb, tras una aventura de una noche y un mensaje por teléfono del chico en cuestión, acude a una clínica para saber si ha contraído el virus. Sin embargo, no conocerá los resultados hasta dentro de tres meses, tiempo en el que aprenderá más sobre sí mismo y conocerá a Estha, otro joven que asiste a las reuniones del grupo de apoyo 'queer' que se celebran en el centro.

La ficción en los últimos años ha explorado con gran acierto la problemática del VIH a través de series y películas como It's a Sin o 120 pulsaciones por minuto. Es verdad que Three Months no inventa nada al respecto, pero su director Jared Frieder consigue contar una historia entrañable, sin dramatismos y con personajes muy bien escritos. Resulta sencillo empatizar con sus tribulaciones y adentrarse poco a poco en la relación que nace entre Caleb y Estha con todos los temas que se entretejen a su alrededor. Mientras que Caleb es judío y está acostumbrado a vivir abiertamente su sexualidad, Estha procede de una familia conservadora hindú donde las muestras de afecto entre personas del mismo sexo supone un grave conflicto. Pese a lo que pueda parecer, el guion se las ingenia para aliviar la carga dramática recordándonos que estamos ante una comedia romántica que funciona sorprendentemente bien.

Las interpretaciones contribuyen a la química en pantalla y el contraste entre los personajes añade suficientes atractivos a un romance adolescente tratado desde una perspectiva refrescante. A eso hay que añadir una banda sonora a la que pone voz el propio Troye Sivan, quien ha confesado lo sencillo que le resultó ponerse en la piel de Caleb por las similitudes con sus propias vivencias.

Tal vez Three Months se mantenga en todo momento en una zona de confort que no le permite ir más lejos a nivel narrativo, pero a cambio nos muestra una historia luminosa sin prejuicios sobre lo que significa crecer, la importancia de contar con una red de apoyo y el amor. ¿Acaso no es eso suficiente?
Serturjo
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8
31 de octubre de 2021
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que cuando estudiaba Comunicación Audiovisual en la universidad había una chica de clase que insistía mucho en lo maravilloso que era Wes Anderson como director. Los demás la mirábamos como quien observa la hierba crecer, sin el más leve atisbo de emoción porque en el fondo no teníamos ni idea de quién era ese individuo al que se refería ni tampoco teníamos interés alguno en averiguarlo. Muchos años después vi El Gran Hotel Budapest y comenzó mi viaje por toda la filmografía del cineasta. Los Tenembaums, Isla de perros, Moonrise Kingdom… y en la intimidad de mi casa tuve que reconocerlo, ella tenía razón.

Wes Anderson es tachado por cierto sector de la crítica cinematográfica como director fetiche para los que van de indies, un creador inane que inunda de cursilería estética la pantalla para esconder la falta de mensaje en sus películas. Sin embargo, hay mucho más que simetría y colores pastel en cada una de sus producciones. Las disfruto como un niño porque es lo más parecido en el cine actual a revivir la sensación que sentías cuando de pequeño te contaban un cuento. ¿Eso me convierte en un fan del “payasete sin gracia, sofisticado y vanguardista llamado Wes Anderson” que diría Carlos Boyero? Seguramente.

La crónica francesa es su nueva película, un homenaje al oficio periodístico y al arte de contar historias. El director cuenta que quería retratar su amor por el periódico The New Yorker y algunos de los relatos que aparecen en pantalla están basados en los textos originales. Saqué mi entrada para el día del estreno y una vez más salí del cine enamorado de la destreza de Anderson como narrador, en esta ocasión empleando una original estructura separada en las secciones de la revista: un obituario, una guía de viajes y tres reportajes. Los personajes desfilan por la pantalla contando pequeñas historias que juntas conforman una antología donde aparecen temas como las protestas estudiantiles de mayo del 68 o una divertida sátira a la crítica de arte, entre otras.

Aunque tal vez pueda pecar de inconexa en algunas de sus partes, muestra desde una óptica imaginativa la labor del reportero que sale de la redacción en busca de la noticia. Que nadie espere un retrato realista del periodismo, sino más bien una premisa para plantear situaciones de lo más locas que transcurren todas ellas en una pequeña ciudad francesa. Y ay, la banda sonora. Los pelos de punta cuando empieza a sonar Aline cantada por Jarvis Cooker con su desgarrador estribillo (“Y grité, grité… para que ella volviera”). En general una de las películas que más he disfrutado del director.
Serturjo
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7
3 de septiembre de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descrita como un electro thriller queer (no sé si esas palabras juntas significan algo), 'Sequin en la habitación azul' cuenta la historia de un adolescente que se conecta a Grindr para mantener encuentros sexuales con frecuencia. Sin embargo, su vida se derrumba como un castillo de naipes cuando descubre la habitación azul, un local donde anónimos quedan para satisfacer sus deseos sin credenciales ni ataduras. Es entonces cuando el joven Sequin descubre algo más valioso que la atracción sexual por lo que se ve involucrado en una persecución trepidante de la que no contaré nada más.

La película de Samuel Van Grinsven es cruda en la representación de las dinámicas tóxicas que mueven este tipo de aplicaciones para ligar y la cosificación del individuo dentro del colectivo LGTB. En ese caldo de cultivo, el director ofrece una interesante reflexión sobre la necesidad de sentirse validado aunque sea a través del sexo poniendo el foco en un adolescente en plena efervescencia sexual, cuando conceptos como el amor aún se encuentran desdibujados. La fotografía y su ágil montaje contribuyen al ritmo de la cinta, aspectos a los que sabe sacar mucho partido.

Tal vez no sea la historia más original o emotiva, pero logra mostrar en pantalla la realidad de muchos hombres homosexuales sin adornos ni florituras en busca de un mayor impacto. Se agradece su honestidad en lo que cuenta.
Serturjo
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8
27 de enero de 2021
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva ficción de Russell T. Davies (Doctor Who, Years and Years) para HBO trata sobre un grupo de jóvenes en los años 80 durante la crisis del sida. En apenas cinco episodios, Davies construye un vibrante relato LGTBIQ+ necesario, muy humano y desolador que enamora desde el primer minuto. Lejos del sentimentalismo barato, sabe crear personajes redondos con los que empatizamos con sus anhelos, temores y todo aquello que les sucede.

Si bien es cierto que por la propia temática es evidente que el drama es un componente fundamental en la serie, es digno de valorar la forma en la que se abarca. No cae en el sentimentalismo barato ni en la condescendencia, sino que aborda la situación de las personas LGTB de una manera honesta y audaz. En los últimos años, HBO se está consolidando como una plataforma que atiende a la diversidad sin renunciar a la calidad como demuestran otras producciones como Euphoria, Pose o We Are Who We Are. A la elegante dirección se suma un reparto encabezado por Olly Alexander que resulta conmovedor y convincente.

Pocas cosas se le pueden reprochar a It´s A Sin, pues desde su puesta en escena a la selección musical obedecen a una firme intención creativa. La gran lástima es que, al igual que con otras ficciones, no llegue al público mayoritario, ese que precisamente debería verla. Hasta entonces, necesitamos más series como esta que consigan concienciar y emocionar a partes igual.
Serturjo
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8
4 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante años parecía que la única manera de contar historias LGTBI en el cine era a través de la lástima, compasión o dramatismo. Cualquiera que quisiera empatizar o sentirse identificado con esas películas debía firmar un acuerdo tácito al sentarse en la butaca del cine por el que aceptaba que, de una forma u otra, el desenlace estaba abocado al desastre. Quizás se saldase con la muerte del protagonista, el desamor o las mil variantes de esta fórmula. Y entonces una cinta adolescente como Love Simon consigue lo imposible: la conquista al mainstream. Por primera vez una multinacional como Fox apuesta por un protagonista gay y con una trama entrañable que posiblemente ayudó a muchos chicos y chicas a normalizar su condición sexual.

¿Pero por qué cuento esto al hablar de Moffie, una obra expuesta en circuitos independientes y lejos del optimismo de la cinta citada? Quizás porque, a su manera, la película de Oliver Hermanus consigue retratar la crudeza e intolerancia de la Sudáfrica de los años 80 en plena segregación racial sin un ápice de tremendismo ni condescendencia. La trama sigue los pasos de un joven que se alista en el servicio militar donde debe soportar la tremenda disciplina y brutalidad que le rodea, todo ello mientras reprime su despertar sexual debido a la homofobia del país. La composición de los planos es preciosa, al igual que la manera en la que se muestra el impacto de la ideología en unos adolescentes que juegan a ser soldados. Es de esas películas que, aunque en algunos momentos es dura, hay que verla porque remueve conciencias.
Serturjo
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