Esta película realmente pienso que debería permanecer al margen de toda clasificación, de todo análisis técnico o cualquier otro enfoque puramente cinematográfico. ¿Por qué?

Porque en esta película he visto un mensaje, he visto la voluntad desesperada de gritar a la Humanidad que otro mundo es posible. Tendemos a pensar que renunciar al avance tecnológico y vivir en armonía con la naturaleza sería aburrido, peor. Sin embargo, a mi parecer, no existe nada más bonito que la sensación de una gran familia global, donde la confianza, la ayuda y la compasión reinen la faz de la Tierra.

Genial, imprescindible, preciosa.

Lo que comienza siendo un prometedor viaje al profundo mundo espiritual acaba en una carrera insaciable centrada en el apetito sexual de un monje que renuncia a la vida monástica para sucumbirse en los placeres de la vida mundana. Quizá los creadores del film, sean también un poco partícipes de esta renuncia, ya que gran parte de la película se centra en el poder de la sensualidad femenina como arma infalible ante hombres de compromiso débil.

Una película entrañable, lejana y llena de pequeñas enseñanzas que nos permite conocer cómo es la vida dentro de un monasterio, mostrando las travesuras y fantasías de los pequeños monjes que lo habitan, en su desesperado intento por mantenerse informados en el desarrollo del Mundial de Fútbol.