"Sing street" tiene una de las máximas virtudes que una película puede tener: su ausencia absoluta de pretensiones. Pequeña y humilde, le alcanza con su historia de iniciación musical/amorosa -narrada con humor y frescura- para producir su efecto de encantamiento. Las pasiones, frustraciones, desconciertos de un adolescente sensible con inquietudes artísticas en un pueblo pequeño están narradas de un modo luminoso, con un amor y una empatía del director hacia sus criaturas que no es muy usual en el cine actual, mucho más afecto a una postura desapegada o cínica. El arte -en este caso el rock- como un camino posible para escapar de la mediocridad y la chatura de un medio áspero y hostil, o la esperanza como una de las formas de la resistencia. Larga vida al cine que nos recuerda estas cosas.

Una película monótona y gris acerca de la diversión. Paradójico pero real. Nada más aburrido que seguir a un grupo de jugadores de béisbol con pocas luces, escasísimos intereses (el alcohol, el béisbol, las mujeres) a través de su vida cotidiana. Después de leer las críticas pensé que sería una obra maestra. Después de verla me queda claro que es una película sobrevalorada, muy menor en la filmografía de un director de por sí también -a mi gusto- sobrevalorado, como Linklater.

Una película de iniciación, que narra el exilio voluntario de tres adolescentes en el bosque para escapar del opresivo clima familiar. El tono de la narración no termina nunca de definirse, oscilando entre lo satírico y lo lírico: la extravagancia (a mi parecer innecesaria y forzada en muchos casos) de ciertos personajes y situaciones convive con un tratamiento de la imagen que brinda momentos de una belleza despojada y austera. Esta convivencia resulta poco feliz y hace que la potencia de la película se diluya. De todos modos, aunque despareja y poco equilibrada, resulta interesante.