In the Mood for Love es una de esas películas por las que uno es feliz de que exista el cine, y por la que uno envidia a quién va a verla por primera vez, porque sabe lo maravilloso que es verla por primera vez y las sensaciones que puede provocar.
Todo es bello en ella, los diálogos, los silencios, las luces, las sombras, las imágenes maravillosamente calculadas, la música, la desesperada búsqueda del amor que desprende, y el amor puro que emana, incluso toda su tristeza es bella.
Es cine con mayúsculas, es una joya, es una obra de arte auténtica.
Vedla por favor, sin prejuicios, con la mente abierta, es un deleite para los sentidos.

Estuve en el cine dos horas y media con la boca abierta, fascinado, totalmente hipnotizado, pero cabreado, no podía evitarlo. La amalgama de situaciones y personajes me superaba, y aunque intentaba atar cabos, la mayoría quedaban sueltos.
Por eso le pongo un 8, porque es una película sin igual, con una factura impecable, un montaje maravilloso, unos actores soberbios y una fotografía y una música tan lynchianas como oportunamente turbadoras. Pero es demasiado conscientemente complicada.
He hablado mucho sobre ella posteriormente, y he leído varias críticas, que me han ayudado en cierta manera a entender un poco más de ella, pero a mucha gente le sigue pareciendo una tomadura de pelo. A mi no, a mi me encanta, es auténtica, es personal e intransferible.

Esto es lo que el genial Von Trier, retrata en este cuento descarnado y visceral, lo miserables que los hombres podemos llegar a ser.
Qué fantástico es metiendo el dedo en la llaga, qué bruto unos ratos y qué sútil otros. Cómo sabe sacar los colores al espectador, que puede reconocerse en mayor o menor medida en cualquiera de las acciones que se desarrollan.
Con una puesta en escena tan arriesgada como innovadora, con un guión redondo que manipula unos personajes excepcionalmente inventados, con un grupo actoral en estado de gracia y una Nicole Kidman más súblime que nunca, Dogville es un auténtico puñetazo a la conciencia; tres horas de placer visual y emocional en las que te montas en una montaña rusa emocional difícilmente igualable.