No hay que dejarse intimidar por sus 366 minutos de duración, porque "La mejor juventud" es una película preciosa que recorre la vida de dos hermanos durante más de cuatro décadas.

Muchos son los elementos elogiables de esta extensa película (o corta serie televisiva), pero entre lo más destacable tal vez valga la pena mencionar la manera en que recorre la situación social y política de Italia en cada uno de los períodos que abarca, las estupendas interpretaciones de todos los actores que participan en ella (especialmente las de aquellos que se ponen bajo la piel de los dos hermanos de cuya juventud hablamos y la de quien hace de su madre), o su cuidado y originalísimo guión. Es una película que hace pasar al espectador por todos los estados de ánimo, moviéndose de una primera parte feliz y emocionante hacia una segunda más agridulce, en la cual la madurez de los protagonistas apareja una exacerbación de sus vínculos y conflictos.

Haciendo a un lado cualquier crítica menor (como las que menciono en la sección con "spoiler"), "La mejor juventud" es una joya del cine italiano actual que me hubiera encantado ver en el cine cuando se estrenó.

Aunque Lynch es uno de mis directores preferidos, ciertamente no esperaba encontrarme con una de sus mejores películas cuando me senté a ver "El hombre elefante". La encontré fascinante, con puntos de contacto con el expresionismo alemán (Treeves parece salido de "El gabinete del Dr. Caligary") y también con la película "Freaks", de Tod Browning (más por la atmósfera y la escenografía de circo que por la deformidad de Merrick).

Las de Hopkins y Hurt son interpretaciones antológicas, intensas, logradísimas. Hurt hace sumamente querible al hombre elefante, reflejando la complejidad, sofisticación, dulzura y vulnerabilidad que el personaje le exigen.

Todos los elementos se combinan con la perfección de un reloj suizo para construir una película fina, inteligente y emotiva acerca de la dignidad y la naturaleza humanas. El hecho de encontrarse filmada en blanco y negro no sólo facilita la situación cronológica de la acción, sino que además acentúa la belleza fotográfica del film. La banda sonora hace lo suyo, con esa música de circo que genera un clima inquietante desde los créditos, y acompaña, magistralmente, la conmovedora última escena con el adagio para cuerdas de Samuel Barber.

El estilo de Lynch se nota en toda la película, pese a su (atípico para el director) argumento lineal, gracias a la escenografía surrealista, a fragmentos del guión (que, por cierto, tiene citas brillantes que quedan rebotando en la cabeza del espectador por su fuerza abrumadora) y a escenas como aquella en la que una mujer es atacada por un elefante (descubrí después de verla que el verdadero Merrick justificaba su deformidad con esa anécdota -en la que su madre, embarazada, había sido atacada, tal vez incluso sexualmente, por un elefante).

Es llamativa la evolución que sufre el protagonista, que aparece intimidante al principio y sugiere una naturaleza maligna y violenta, para luego dejar salir a la superficie esa personalidad inocente, dulce y benigna por la que, aparentemente, también se destacaba el verdadero Merrick.

El guión es una joya, con diálogos subyugantes y movilizadores... Hace mucho tiempo que no veía una película en la que tantas escenas me conmovieran por la fuerza de las interpretaciones y de los diálogos. Para mi gusto es una película perfecta, una joya de la filmografía de Lynch y del cine en general.

Me quedé impresionado con la calidad de este film noir. Todo en esta película funciona perfecto: la fotografía, el manejo de la cámara, la música y sus dos elementos más notables: el guión y las actuaciones. El film está lleno de giros de tuerca y detalles tan originales como atrapantes, con diálogos brillantes y una sorpresa en el medio que marca un antes y un después (además de dejar con la boca abierta al espectador).

Igualmente cuidado al script es el casting y la performance de todos los actores principales. El único que no me terminó de cerrar por su estereotípica construcción del protagonista es Dana Andrews, pero los demás están maravillosos, en especial Vincent Price y Clifton Webb (que además tienen a su cargo los diálogos más ingeniosos). Se sacan chispas, realmente. Las escenas que más disfruté son las que comparten. Price está jovencísimo y súper convincente en un rol dramático que precede a sus típicos papeles en el cine de terror, y Webb tiene una manera de hablar (y de gesticular) que le da una profundidad increíble a su personaje, acentuando su distinción y petulancia como no creo que hubiera podido hacerlo ningún otro actor. Muy recomendable para todo amante del género film noir y del cine en general.

Con un excelente guión, una acertada fotografía (que satura los blancos y el contraste, acentuando el clima depresivo del film) y actuaciones notables de Daniel Brühl y Leonardo Sbaraglia, la película me atrapó desde el principio y me conmovió. No sé si será fiel como biopic, porque sabía poco y nada acerca de la vida de Puig Antich, pero la verdad es que me gustó mucho.

Lo de Brühl merece mención aparte. Debe ser uno de los actores más versátiles de la actualidad: demostró en sus últimas películas no sólo que puede interpretar papeles sumamente diferentes, sino también que habla el español y el catalán tan bien como el alemán (seguramente gracias a su madre española). Y a propósito de los idiomas: el hecho de que los personajes hablen en español y en catalán a lo largo de toda la película me pareció otro de sus aciertos.

Lo que no me convenció tanto es que los policías de la prisión se mostraran tan afables con Salvador, especialmente teniendo en cuenta que, aunque agonizando, el franquismo todavía estaba en el poder. También lamenté que no se desarrollara un poco más la amistad entre el guardia que interpreta Sbaraglia y el protagonista, una de las cosas más logradas del film, para mi gusto. El resto del elenco acompaña muy bien, especialmente Tristán Ulloa, como el abogado de Salvador.

Lo que más destaco de esta película es su manejo del suspenso, que se mantiene de principio a fin y depara más de un sobresalto al espectador (algo cada vez más difícil de conseguir). El argumento no es precisamente original, y lo encuentro muy emparentado con el de "The Bodysnatchers" (con la diferencia de que, en este caso, los doppelgangers no son extraterrestres sino imágenes reflejadas en los espejos –aparentemente Lewis tenía razón y hay otro mundo del otro lado del espejo).

Me gustaron mucho también la estética oscura, la suavidad con la que se mueve la cámara y las interpretaciones (algunos son actores en ascenso ya prestigiosos, como Richard Jenkins o el francés Melvil Poupaud. Lo que NO me gustó fue que, una vez revelada la presencia de ese "mundo inverso", no se lo explore, y que la película termine con esa invasión in crescendo de los dopplegangers sin mayor desarrollo. De cualquier manera, esto tiene que ver con un gusto personal (prefiero que no haya cabos sueltos y que se desarrolle todo al máximo, sin tanta sugerencia), pero no es un defecto.