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España España · A Coruña
Críticas de ElVareludo
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
8
5 de mayo de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Yang se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en uno de mis cineastas favoritos. Su capacidad de expresar tal cantidad de sentimientos de forma tan sutil, casi disimulada, sin esfuerzo, sin caer en el melodramatismo facilón y sin recurrir al morbo me resulta fascinante.

Yang es capaz de narrar sin enfatizar demasiado, desde la distancia observacional justa para no desconectarnos de sus personajes, que están anclados, no sé si en el pasado, en el presente o en ambos. Es un cine de gestos y de silencios, que son filmados de manera que parezcan espontáneos, reales. Se narra de forma lineal, pero sin ofrecer señales ni llamadas de atención innecesarias al espectador, pintando cuidadosamente un lienzo gigantesco en el que se van acumulando conversaciones, personajes e imágenes de la ciudad; pero no de una ciudad cualquiera, sino la de un país asiático invadido por el capitalismo, sin caer en maniqueísmos excesivos: nos muestra su lado más amable (los pubs, la fiesta, las canciones extranjeras en la discoteca, los paseos nocturnos en moto) pero sobre todo su lado monstruoso (la miseria, el juego, la soledad, el aislamiento, la incomunicación, el mundo laboral decadente, la metrópolis inmensa y llena de luces, pero muerta).

La visión del Taiwán de su época es un legado de valor incalculable, en la que un extranjero, alguien que no sepa nada sobre el país y su historia, puede perfectamente sumergirse y comprender de lo que Yang nos está hablando. De un mundo que es suyo, porque lo vive y lo siente, pero que a la vez le es ajeno. Una forma de pensar nostálgica y que parece tener más presentes los recuerdos de un país que dejó atrás temporalmente y que, al volver, ya no era el mismo, aunque él sí lo fuese.

Esta forma de hacer cine, que además de su estilo narrativo posee imágenes con mucha fuerza y una meticulosa puesta en escena, pienso que ha podido ser influyente en algún otro cineasta posterior, como Jia Zhangke, que mira al pasado (o al presente) con esa honestidad que solo alguien que ha vivido lo que está contando puede ofrecer.

Aunque posteriormente el estilo de Yang va a empezar a virarse más todavía a la filmación de un personaje "colectivo" y a alejarse cada vez más de la narración - y volverse, quizá, un cineasta todavía más "atmosférico" o "impersonal" - en alguna de sus primeras películas ya parece conseguir lo que busca a la perfección.
ElVareludo
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10
4 de febrero de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rayo verde es seguramente uno de los ejercicios de sinceridad más interesantes de la historia del cine.
Rohmer minimiza todo lo posible cualquier aspecto técnico y deja que las conversaciones (parcialmente improvisadas por Marie Rivière, que también escribió el personaje) fluyan con total naturalidad, lo que nos ayuda a conectar con un personaje brillantemente construido, con diversos matices y una verosimilitud entrañable.
Delphine es secretaria en una oficina y está apunto de irse de vacaciones a Grecia durante 15 días con una amiga. En el último momento y para disgusto de nuestra protagonista, su amiga le comunica que no va a poder ir, lo que provoca que Delphine cancele el viaje.
Este percance sirve de entrada al mundo del personaje interpretado por Marie Rivière, una joven que, en definitiva, se siente aislada e incomprendida. Delphine explica con lucidez sus sentimientos, pero la mayor parte de los personajes de la película tienen dificultades para comprenderlos. Muchas veces tendrá que aguantar pequeñas burlas y comentarios paternalistas, además de la presión que ejercen sus amigas para que ella haga cosas que realmente no le interesan.
Para favorecer esta sensación de soledad -no física, sino emocional-, Rohmer nos muestra a Delphine constantemente rodeada de gente, aunque en sus gestos, mirada o palabras nos transmita una clara desconexión con su entorno. Es habitual verla apartada del grupo de personas con el que interactúa o a emprender actividades por ella misma para refugiarse, como la lectura o los paseos. Esto no viene dado por una dificultad para relacionarse, pues Delphine se comunica cordial y abiertamente con todo el mundo (si bien es cierto que su estado psicológico parece rozar la depresión y se evidencian sus problemas de autoestima y autoconocimiento). Más bien parece sentirse desplazada tanto de su núcleo cercano de amistades como de los distintos grupos de desconocidos con los que se encuentra. También es habitual que la angustia emocional en la que se ve envuelta le provoque el llanto, no exclusivamente a solas, también frente a otros, evidenciando su estado de fragilidad emocional.
El Rayo Verde no solo resulta refrescante por su economía de recursos, naturalidad y sinceridad, sino también por fulminar el Test de Bechtel y aportar una visión realista y no androcéntrica de los quebraderos de cabeza existenciales y emocionales de una mujer joven, alejándose de estereotipos e idealizaciones.
Todo esto unido a una genial interpretación de Marie Rivière y los numerosos secundarios, Le Rayon Vert es fácilmente una de las experiencias fílmicas más satisfactorias que he tenido en los últimos tiempos.

16 mm glory btw.
ElVareludo
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2
16 de noviembre de 2020
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es delirante la corriente de cine europeo que ha decidido seguir firmemente la abyección del Hanekismo. Películas planteadas sin otro objeto que el de impactar al espectador. Sin ningún otro propósito. Personajes construidos como pretextos: excusas para meter una escena comprometida o polémica de la que los críticos tengan algo que escribir al terminar el pase.

Si hay algo que me hace gracia de este tipo de película es cómo intentan distanciarse torpemente de la basura que inunda las plataformas de streaming, con sus abortos del audiovisual digital de performances intensitas y temas "delicados". Para separarse del "contenido de las masas", estos cineastas post-Haneke no dudan en utilizar tomas extenuantemente largas y composiciones preciosistas (a ver si con suerte alguna cuenta de "ONE PERFECT SHOT" les presta algo de atención), aunque en realidad no tengan demasiado claro qué hacer con ellas. Me parecen bien las secuencias que duren cinco, diez, quince o cincuenta minutos, siempre y cuando tengan un propósito, una idea de puesta en escena, de expresión, de narración, de algo... Aquí no hay nada de eso. Las tomas son largas porque sí. La cámara hace un travelling a una velocidad que casi da risa porque la cineasta quiere llamar nuestra atención (¡Miradme, estoy dirigiendo!). Eso es lo que quiere Beginning desde el primer plano hasta el último. No puedo tomarme en serio una película que encuadra literalmente de la misma manera a víctimas y opresores, que mete por el medio una escena a lo Jeanne Dielman pa que "los listos" entiendan la referencia o que filma la crueldad sin ningún tipo de pudor para conseguir sus perversos objetivos.

Otro fenómeno que me produce fascinación es la reacción de algunos críticos a esta película. Alguno, como Boyero, asegura que es "inentendible". No son pocas las reviews que mencionan "la necesidad del espectador de poner de su parte". Parece que a alguno las tomas largas le desorientan, porque Beginning, a mi juicio, no puede ser una película más abrumantemente literal y maniquea. Carece totalmente de profundidad y desarrollo y pretende sostenerse con sus lamentables "momentos de impacto", que sinceramente pienso que dejan poco margen a la interpretación individual. Las intenciones del film me parecen claras desde su primer plano secuencia y mi opinión no cambia en todo el metraje. En fin. Parece que Haneke no estaba tan mal después de todo.
ElVareludo
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Origen
MediometrajeDocumental
España2020
5,0
59
Documental
1
31 de julio de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Origen es el ejemplo perfecto de por qué entidades "periodísticas" como Newtral son de lo más cercano al fascismo y a las distopías huxleyanas que tenemos en nuestra vigente realidad, en lo que a los medios de comunicación se refiere.

No quiero detenerme en los aspectos más evidentes de esta infame basura, que viene a ser una especie de oda al emprendimiento en un país en vías de desarrollo, contado a través de las voces de unos tipos de los que no sabemos nada más que información superficial (que tienen una empresa de no sé qué, que les llevó montarla no sé cuánto) que están convencidos de que todos los problemas de su país son solucionables con un poquito de ser tu propio jefe y otra pizquita de no desanimarte. Tal cual.

Esto, que ya de por sí es de una indigencia moral difícil de aceptar para, supongo, cualquier ser humano decente, es todavía más grave viniendo de un medio de comunicación que pretende ser adalid de la imparcialidad y la objetividad. Y ahí está la trampa. La "verdad objetiva" no se consigue a través de la enunciación de afirmaciones "correctas" o "verdaderas". Es posible que este "documental" (si es que se le puede llamar así) no cuente muchas mentiras, pero es, en sí mismo, una grandísima patraña. En el cine o en el periodismo, importa tanto lo que se muestra como lo que no, y Ana Pastor tiene muy claro qué imagen quiere ofrecer de los hechos y qué datos tiene que omitir para convencer al espectador despistado de su "verdad objetiva". Desafortunadamente (para ella) no creo que haya que ser demasiado inteligente para sospechar de un documental cuya voz cantante la llevan empresarios, médicos... etc. (gente a la que le ha ido bien en general) o que no comenta ni de pasada, por ejemplo, qué sistema político o instituciones públicas existen en el país. Pa qué, si siendo tu propio promotor se arregla todo.

Sin embargo, hay algo que hace que esta auténtica basura sea todavía peor, que es su aspecto audiovisual, fílmico o como quieras tú llamarle. Todo está filmado como si fuese, no sé, un spot de Intermón Oxfam para que apadrines a un niño o una candidatura para los juegos Olímpicos de Invierno. El montaje trata de imponer una falsa sensación de neutralidad, valiéndose de estructuras que se repiten continuamente: prácticamente todos los planos tienen una duración de entre 3 y 7 segundos, además de que, como ya he mencionado antes, las imágenes que no se corresponden con los personajes que nos cuentan sus batallitas individualistas (que en este caso son una simple alternancia entre un horroroso plano general donde se nota que han querido forzar alguna simetría, o regla de los tercios, o lo que COÑO sea, y un plano medio corto del fulano hablando) no son más que las típicas tonterías que se graban para anuncios de ONGs, no falta una del pack: Los niños jugando al fútbol, el mercado lleno de gente, algún animal pa que vean que allí lo de la ganadería también se lleva y otras en las que salgan uno o dos vehículos a motor porque queremos dar a entender que tan pobres no son. Ni siquiera se ha tenido un poco de dignidad a la hora de filmar el drama humano de las pateras, que quedan como unos fotogramas perdidos en este ecosistema de genérica mediocridad.

Y así estamos. Es 2020 y esto es lo que quieren vendernos como el futuro del periodismo. Propaganda vacía y terrorismo cinematográfico. Enhorabuena.
ElVareludo
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8
3 de enero de 2023
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avatar: The Way of Water es una bellísima película sobre la España en la que crecí, la de los años 2000.

La historia comienza cuando Eduardo Jake "Sully" Zaplana decide dar un pelotazo urbanístico a unos amigos, ordenando así construír un parque temático en medio de un secarral al que no va ni Dios porque no llegan los buses. El nombre Na'Vi de este lugar es Terra Mítica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ElVareludo
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