Ayer fui a ver esta obra de arte al cine, y salí completamente impactado, viví en la sala una experiencia que no vivía desde que fui al cine a ver Gladiator con once años. Estamos, y lo digo con la boca ancha, ante uno de los mejores thrillers de la historia de España, por no decir el mejor, es una absoluta barbaridad.

Empezando por una fotografía prodigiosa, al alcance de muy pocos y comparable a la de las mejores películas jamás filmadas como Barry Lyndon (no exagero). Las imágenes que esta película regala de las Marismas del Guadalquivir son pura poesía. La ambientación, mejor aún, se palpa la miseria de aquellos pequeños pueblos del Puntal que vivían de la Marisma del jornal y de algún que otro fardillo que se encontraban como si estuvieras allí en primera persona.

Si pasamos a las interpretaciones, también estamos ante futuros Goyas en potencia. Esta vez Alberto Rodriguez da de lleno en la tecla emparejando en el dúo protagonista a dos actores que se complementan a la perfección y lo bordan, mención especial para Javier Gutiérrez. No como en su anterior película Grupo 7 en la que empareja a Antonio de la Torre con Mario Casas y este último, aunque lo intenta, queda completamente eclipsado. El resto de los actores también están soberbios en sus papeles secundarios.

Por último, decir que el argumento te engancha, te atrapa y no te suelta desde el primer fotograma hasta los créditos. El guión también es fantástico. Alberto Rodriguez se pone a la altura del mismísimo David Fincher para construir este film 100% andaluz (y sevillano por supuesto) demostrando que aquí se saben hacer las cosas, y muy bien cuando se quiere, además de dejar claro que no necesitamos a nadie ni del norte ni del centro ni del este para crear un producto de altísima calidad. Me siento orgulloso de que una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, y por qué no, coño, de todos los tiempos, se haya hecho en Sevilla, por un director sevillano y con medios andaluces. Me quito el sombrero.