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Críticas de Andrés Hisaishi
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
6
23 de julio de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué hay personas a las que les aterran tanto los aviones. ¡Si lo que quieren es peligro deberían probar el transporte público de la ciudad de Oviedo!

Bromas aparte, la primera de las cinco entregas de Destino Final es curiosamente la última que me veo. Visionado pospuesto porque, realmente, ¿qué podría ofrecerme ésta que no hubiese visto ya cuatro veces antes?
Los "slasher" pertenecen a un subgénero que difícilmente calificaría de prestigioso. Pura rutina una y otra vez: conocemos a un grupito de figurantes sin el más mínimo atisbo de personalidad (léase "la carne en el asador") y uno a uno son liquidados por el psicópata o fuerza sobrenatural de turno. Las consecuentes Destinos Finales no escapan de esta mecánica y quizá ejemplarizan mejor que ninguna otra franquicia cómo el verdadero atractivo de estos productos es la clase de creativo sadismo con el que los personajes son masacrados.

En lo que a esto respecta, cada secuela se va tornando progresivamente más transparente; su violencia, más espectacular; y sus protagonistas, más estúpidos. ¡Pero todo es en nombre de la diversión, no se lo tome a mal! Son perfectos "placeres culpables". Su complicidad con el espectador queda patente desde el primer momento y sus cotas de absurdidad son demasiado exageradas como para tomar en serio.
Pues es esto, señoras y caballeros, el motivo de la larga demora. Qué esperar: menos sangre a cambio de más pretensiones de "cine de verdad", ¡Ja! Eso ya ha quedado superado desde la número 3. Sin embargo, esta película ofrece mucho más de lo que me venía oliendo. La verdad es que es ¡una película de calidad!

Jo, o al menos una película que intenta serlo. El accidente de avión inicial ya lo deja a uno con mal cuerpo. Y ver a los supervivientes afligidos y en especial al protagonista, odiado y rechazado por haber predicho tal horrible acontecimiento, resulta verdaderamente triste. Y trágico. Según la trama se reanuda, la cinta se encamina hacia territorios más manidos. Algunos diálogos chorras, secundarios unidimensionales, interpretaciones planas y un final bastante absurdo ya terminan por sellar el trato.

Sí, puede que no sea una gran película y que se tome un pelín demasiado en serio a sí misma, pero es un pseudo-thriller con un ritmo endiablado que mantiene enganchado a la pantalla. Y algo patente en cada segundo de metraje, tan a diferencia de las secuelas, es que James Wong la ha dirigido y escrito desde su corazón. Procede de un lugar auténtico y en una película de estas características está lejos de la regla. ¡Chapeau!
Andrés Hisaishi
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5
5 de agosto de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas basadas en videojuegos tienen la reputación que se merecen. Cuando no dan al material original el tratamiento adecuado, son objetivamente malas vistas como productos independientes. No es de extrañar que recibiera el anuncio de esta película con cierto escepticismo. Al fin y al cabo, adaptar una franquicia como Uncharted ya trae consigo su propia serie de inconvenientes. Sin ir más lejos, con un número de entregas más que suficiente que abarcan de forma brillante toda la vida del protagonista y un estilo de juego lineal que antepone la narrativa cinematográfica a la jugabilidad; ¿de verdad era necesaria una película? ¿Qué podía ofrecer? Aún así, con todo el talento involucrado en esta producción me esperaba algo por encima de la mediocridad. Me equivocaba.

La trama de la película no comparte continuidad con la de los juegos de Naughty Dog. Aquí se nos ofrece una suerte de reinicio que pretende servir como precuela a la vez que mezcla algunos de los puntos argumentales de Uncharted 4, cambiando totalmente los personajes secundarios involucrados y las localizaciones. Al mismo tiempo incorpora alguna que otra referencia a los videojuegos en una historia que solamente podría definir como caótica y falta, tanto de emoción, como de dirección.

Dejaré mi bilis a un lado y diré que entiendo a la gente que ha disfrutado con ella. Obviando que muchos no conocerán las vivencias originales de Nathan Drake y compañía, la película se presenta a sí misma como una "aventurita" sin pretensiones. Una que basa todo su atractivo en la complicidad con el espectador. No es de extrañar que, en un mundo dominado por Marvel y su infinito arsenal de superhéroes, el consumidor más tradicional de cine de entretenimiento se deleite con una suerte de retorno a los viejos tiempos de Indiana Jones, Tras el Corazón Verde y otros clásicos similares. A ésta en cambio, le falta el alma. Lo más importante. Y lo que me lleva a denunciar el mayor fracaso de esta cinta:

Los protagonistas. Porque sí: no existe el menor atisbo de química entre sus dos protagonistas. Holland se olvida de quién está interpretando y se limita a hacer de Peter Parker una vez más. Whalberg, por el contrario, se pasea de aquí a allá, por toda la película, con una casi trágica expresión a medio camino entre el dolor físico y la indiferencia. "Venga, Mark, solo una semana de rodaje más y tendrás tus millones. Aguanta, aguanta." Admiro su integridad. Sus constantes observaciones y comentarios irónicos se perciben con una honestidad brutal. Sully, más que una figura paternal, parece imitar a un Humphrey Bogart narcoléptico. De los villanos mejor no hablar.

Bueno, después de esta chapa espero que cualquier lector pueda comprender por qué alguien como yo, fan acérrimo de los videojuegos de Sony, ha encontrado esta película tan ofensiva. Para quien no lo sea; la respuesta es "sí". Es posible disfrutar de esta película. Aunque tendrá que hacer un verdadero esfuerzo para ignorar sus más que evidentes fallos. Eso o comprar una Playstation.
Andrés Hisaishi
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8
17 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ghostwatch puede que no sea una película terriblemente famosa. Puede que a mucha gente le parezca un tanto sorprendente que me disponga a mencionar tan desconocido producto como una de las más influyentes, mejores y más terroríficas películas de terror, no sólo de la década de los noventa, sino de todos los tiempos.

Influyente porque, sin tomarlo ni beberlo, creó de la nada dos de las tradiciones más prolíficas del género ("metraje encontrado" y "documental falso") y las perfeccionó en un primer intento. Corría el año 1992 y para la noche de Halloween, la prestigiosa BBC planeó la que se convertiría en una de las maniobras publicitarias más infames de la televisión: estrenar una cinta de terror paranormal y hacerla pasar por un programa de cazadores de fantasmas real transmitido en directo. Es de todas formas algo laxa en cuanto su presentación como tal, pues está dotada de títulos finales; y, al fin y al cabo, es necesario que películas como ésta sacrifiquen parte de su realismo en pos de la calidad cinematográfica. Y es, en realidad, excepcional, la forma en la que Ghostwatch alcanza el equilibrio entre ambos aspectos. Pese a todo -y pese al hecho de que llamar al número de teléfono que aparece continuamente en pantalla recordaba al espectador que todo era una farsa-, no pudo evitar que muchos creyeran que era real. Provocó una especie de episodio de histeria colectiva en toda Gran Bretaña y la BBC tuvo que emitir un comunicado especial. Por si necesitase más que añadir, se prohibió su retransmisión durante un periodo de diez años en Reino Unido y se convirtió también en una de las primeras películas que, de forma directa, la psicología ha relacionado con episodios de estrés postraumático en niños.

Mejor porque, como decía antes, no solo resulta creíble, sino que como película, es interesante, tensa y aprovecha sus 90 minutos, que por cierto, se desarrollan en tiempo real, para contar una historia tremendamente satisfactoria. Hay muy pocas películas de fantasmas que consigan que los acontecimientos que describen se sientan ocurridos en el mundo real. Al principio parece que la familia que habita esa supuesta casa encantada no son más que un fraude. Sin cometer destripe, la manera en la que avanza la trama, los fenómenos paranormales se intensifican gradualmente y -¡cómo no!- la ingeniosa manera en la que las investigaciones de los parapsicólogos y alguna que otra llamada de la audiencia arrojan luz sobre el misterio que envuelve a una madre soltera y sus dos hijas... Todo está ideado con una maestría indiscutible, ¡y además sin comprometer el formato de transmisión falsa!

Terrorífica porque explora lo temible en lo cotidiano. Porque sientes que algo como esto te podría ocurrir a ti. Aquí no hay sobresaltos acompañados de chillidos estridentes, es mucho más inteligente que aquello. Pistas sutiles como susurros y ruidos inclasificables o alguna que otra aparición que solo un espectador totalmente atento podrá vislumbrar son las fuentes del terror. Es su habilidad para jugar con el miedo a lo desconocido lo que la hace tan inmersiva, todo mientras se encamina hacia un explosivo clímax. Por si fuera poco, cuando esas pequeñas pepitas de información que los participantes del programa van compartiendo son las suficientes para que el público se haga una idea de qué y por qué está rondando la casa, ¡todo se vuelve aún más terrorífico!

En conclusión, un fan del terror debe sintonizar con Ghostwatch alguna vez.
Andrés Hisaishi
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8
30 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por 1989, al prolífico director japonés Kinji Fukasaku, especializado en dramas criminales, se le encargó la producción de una comedia policiaca que estaría protagonizada por uno de los humoristas "top" de Japón: Takeshi Kitano (aka: "Beat" Takeshi). El destino quiso que, debido a complicaciones en la salud del realizador, fuese Kitano el que terminase por tomar las riendas del proyecto como director. Pero lo que nadie pudo esperar fue que la dirección de Kitano y el film resultante manifestasen de una forma tan inconfundible la impronta de un autor con una personalidad y una visión tan únicas e irrepetibles. Tan únicas, como digo, que ni los productores, crítica o público fueron capaces de comprender Violent Cop.

La cinta que nos ocupa suele pasar desapercibida dentro de la filmografía de Kitano. Sin haberla siquiera visto, muchos de sus seguidores se sentirían inclinados a opinar que tan sólo fue a partir de Sonatine que finalmente alcanzó su máxima madurez y plenitud estilísticas. Que con aquella y las posteriores Hana Bi y Kikujiro lograría perfeccionar ese contraste tan marcado e impenitente entre nihilismo y sentimentalismo que lo distingue como uno de los autores más originales en activo. No se equivoquen, su debút ofrece todos los rasgos del Kitano más puro.

Lo cierto es que si nos olvidamos un poco de quién es Takeshi, sorprende a más no poder que esta película saliera tan bien como lo hizo. Kitano, sin apenas experiencia tras las cámaras, reescribió todo el guión a su gusto (no aparece acreditado) y exigió al equipo técnico y al director de fotografía los planos más heterodoxos que alguien podría esperar en una producción de bajo a mediano presupuesto japonesa. Planos estáticos de larga duración y travellings imposibles están a la orden del día.
Como es de esperar siendo una obra tan temprana, la banda sonora no es de su colaborador habitual, Joe Hisaishi, pero es de una calidad excelente. Con unas melodías melancólicas muy "noir" que son empleadas de forma esporádica con gran efecto. A destacar el uso de la Tercera Gnossienne de Satie.

Si tuviese que describirla, la definiría como una Harry el Sucio japonesa con un protagonista más sádico que todos los personajes de Clint Eastwood juntos. No deja de ser una trama policiaca relativamente convencional pero es muy satisfactoria. Su estilo refleja el nihilismo de Jean Luc Godard combinado con las emociones interiorizadas y la sequedad de Bresson. También encontrará aquí grandes dosis de humor negro y cuenta con algunas secuencias realmente impactantes y muy bien rodadas. No obstante, se trata de una cinta dura.

En conclusión, si es usted fan de Kitano es imprescindible que la vea. Y si lo que viene buscando es un buen thriller de acción con sello de autor, aquí tiene una pequeña joya que merece su atención.
Andrés Hisaishi
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6
23 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me va a costar pero voy a intentar expresar con palabras la clase de producto que es Ricki-Oh.
Pensemos en un manga surrealista y ultraviolento. Para el que no conozca aquel en el que se basa esta cinta, que intente recordar algo como Ninja Scroll. Fue adaptada en forma de película de animación en 1993 y además se asemeja a ésta en lo que a elenco de villanos variopinto y colorido se refiere. Ahora bien, imagínense intentar filmar esa clase de historia en forma de película de artes marciales con actores reales y con un presupuesto nulo. Eso es Ricki-Oh.

Una película tan absurda y tan gore como esta es imposible de tomar en serio. Resulta verdaderamente difícil dilucidar si está así de mal hecha a posta o ha sido todo inintencionado. Si se trata de la primera posibilidad, entonces Lam Nai-Choi es un genio del cine por haber creado una producto tan subversivo y postmoderno en 1991. Si se trata de la segunda, entonces... Lo queremos igualmente.

Ricky es un hombre con una fuerza sobrehumana que es enviado a la prisión más peligrosa del futuro. Año 2001. Pero Ricky es un alma caritativa y humanista, y decide ayudar a los presos más débiles organizando una revuelta contra la jerarquía del lugar: los cuatro jefes que controlan cada ala del presidio, un subdirector con un brazo robótico y un ojo de cristal adicto a la pornografía y un alcaide con un hijo disminuido que tiene que tomar unas pastillas cada cierto tiempo para evitar transformarse en un ogro asesino. El alcaide, no el hijo.

Apunta maneras, lo sé. Y además seremos testigos de lo siguiente: Un hombre que se abre el vientre con una espada e inmediatamente procede a sacarse los intestinos y estrangular a otro hombre con ellos. Un tipo que ata entre sí con un nudo las dos mitades de su vena mediana seccionada para frenar la hemorragia. Crucifixiones. Destripamientos varios. Montajes de entrenamiento. A Ricky y su novia jugando con aviones teledirigidos. Un doblaje en inglés horroroso que hace que los chinos se llamen entre ellos "Andrew", "Freddie" u "Óscar". Y un verdadero despliegue de humildad, compasión y sacrificio de Ricky hacia sus compañeros reclusos que es suficiente para emocionar hasta al espectador más insensible.

Ricki-Oh es una experiencia mágica. Irrepetible. La clase de película que hay que ver para creer. Si tiene usted un estómago fuerte y un buen paladar para la caspa debe darse un gusto. Solo así descubrirá por qué no conviene enfadar a Ricky.

"YOU ARE ALL FREE NOW!"
Andrés Hisaishi
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