Hasta ver esta película desconocía que se pudiera hacer cine tan mal y ¡tan malo! Uno ha tenido la desgracia de tragarse en algún momento de su vida algún pestiño que otro, desgraciadamente, pero este bodrio, ¡si intentan hacerla tan mala, no les sale!
Vayamos por partes:
- el guión es una mala broma. No hubiera estado de más que el guionista se hubiera leído algún tebeo para saber de que iba la cosilla. Al final la historia no es ni <<carne ni pescao>>, no se sostiene por ningún lado y resulta absolutamente fallida y vacía.
- Los actores son más propios de un grupo de aficionados en las fiestas de su pueblo. No hay tensión, credibilidad, gestualidad..., sólo transmiten aburrimiento; eso sí, salvando el caso del MALO-MALO que parece de los que ponen las voces a los guiñoles del Retiro, sólo que viéndosele la cara. Del doblaje mejor no hablar: parece que lo están leyendo y mal. Y los diálogos los podrían haber firmado niños no mayores de seis o siete años.
- Dirección y producción van acordes con los desatinos anteriormente mencionados, y el montaje resulta truculento y confuso en gran parte de la película por culpa de lo anterior.
- La música y la fotografía resultan por momentos, pero ante una película tan horrorosa, funcionan de forma desmedida, a tirones y de forma excesivamente rimbombante.

Confiemos en que ante el fracaso comercial de este petate, no se les ocurra hacer secuelas, y si lo hicieran, que salvo las cámaras, las sillas y las grúas cambien el resto, si no, malo.

Una delicada venganza sobre los fanatismos vengan de donde vengan. Y nada mejor para ello que hacer una voluntaria y profunda reflexión sobre uno de ellos. como es el Opus Dei. La película, absolutamente memorable. El guión, pulido hasta el manierismo; las interpretaciones, de absoluto lujo; la puesta en escena, precisa y ajustada a cada uno de los planos; en definitiva, quizá una de la mejores películas que ha parido el cine español en su historia. Habrá quien la acuse de sensiblera o de perseguir ciertas creencias, pero, por encima de todo, el film exuda músculo cinematográfico en su mejor expresión. Es una película que no hace aguas por ningún sitio, por mucho que se le busque, y a la que solamente se la puede denostar desde una postura sectaria o una cortedad en el conocimiento del lenguaje cinematográfico. Hasta los pequeños detalles tienen su lugar en este maravilloso film, en el que el director brilla en la narración a gran altura, todo ello, apoyado por un equipo técnico que presenta un producto final arrolladoramente expresivo y argumentalmente inigualable. Cine comprometido, con tintes de gran cineasta y una actriz principal (Camino, la niña) con una mirada y una sonrisa absolutamente apabullantes. Un ejemplo a seguir.