A quien se le ocurre pensar en salir a la calle a dar una vuelta a medianoche por la Roma del siglo XV. Aun hoy es casi suicida hacerlo. Y no solamente eso, permitir que un desconocido se te acerque y tengan una charla de lo más normal contigo. Pero voilá, se trata de un artista famoso, y que de paso te invita a su taller, en donde, no sé por qué diablos, sus colaboradores trabajan a toda máquina a esas altas horas de la noche. Que alguien me explique.
Esa no se la cree nadie. Como tampoco me creo que una lavandera del siglo XV tenga el aspecto de una modelo de pasarela de esta época. De hecho me las imagino sin una o dos piezas dentales y de una falta de educación y cultura absolutas. No creo equivocarme. Pero bueno, habrá que creer que nuestro héroe, que es un noble en toda regla, se fija en ella, y no solamente eso, se enamora de ella!!!
Y eso que solo vi uno o dos episodios. Ni hablar de las imprecisiones históricas.

Sobran las escenas de la hinchazón facial y las sanguijuelas arrojadas en la cara. Por otro lado: ¿qué hace un inocente niño colgando de un armatoste a punto de ser incinerado en una película infantil? ¡Por favor!