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España España · Bilbao
Críticas de Rebecca
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Críticas 6
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
14 de febrero de 2020
28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, he sido una de esas personas arrastradas literalmente al cine por las alabanzas vertidas sobre esta cinta surcoreana que ha cosechado estatuillas en los Óscars y alguna palma en Cannes (de dos palmaditas en la espalda no debería haber pasado, honestamente).

No puedo decir que a estas alturas de decadencia de la industria cinematográfica nivel "subsuelo" esto de los premios suela alimentar en mi expectativas estratosféricas, sino más bien al contrario: voy arrastrada a la sala con un gesto de sospecha manifiesto... aunque sin perder del todo la esperanza (por algo sigo yendo, claro).

El caso es que el cine oriental (igual de des-Orientado ya que el occidental) solía hasta la fecha entretenerme... De hecho, es lo que consiguió esta película hasta aproximadamente la mitad de su innecesariamente prolongado metraje, momento en el que se produce un giro rocambolesco-surrealista-absurdo en el argumento, que allana el camino a una sucesión de eventos artificiosos que desembocan en el tsunami gore-festivo de un final que lo bueno que tenía era eso, que era el final...

Y qué me dicen del género: Es Parásitos una comedia? Es un drama? No lo supe in situ y sigo en ese estado de inclasificación-parasitaria. Yo inauguraría para ella un nuevo genero: el efectista, pues es evidente que lo que ha imperado al filmar, ambientar y contar la historia es la búsqueda de una permanente hipérbole narrativa y visual (fórmula perfecta para que los premios te hagan "ojitos" y el boca-oreja corra como la pólvora, claro).

En fin, vayan a verla, sigamos esta desafortunada dinámica, y si después de hacerlo sienten que lo filmado-narrado aporta algo a su vida, a su afición por el cine, me alegraré al menos por ustedes... Yo me dedicaré con empeño a despistar y dar esquinazo a mi esperanza cinematográfica... ¡Algún día lo lograré!
Rebecca
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4
14 de marzo de 2019
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Llego a esta entrega del siempre inquietante Haneke dos años después de su aparición en la gran pantalla y lo hago en la comodidad de mi sofá, intentando evadirme, eso sí, del molesto ruido que había decidido emitir el reproductor de DVD en ese momento. Comienza la historia al más puro estilo Haneke, es decir, haciéndote que te sientas un gran eXpectador (espectador expectante), pero afortunadamente, los planos secuencia "made in Haneke" aún no hacen su aparición (algo es algo).
La narración principal se entremezcla con acciones perpendiculares subsidiarias, de manera que debe pasar media película (y el consiguiente hastío por el pertinaz ruido del reproductor) cuando empiezas a atar cabos (los que se dejan atar), conocer a los personajes... Bueno, a todos los personajes salvo a Isabelle Huppert, que para algunos (entre las que me incluyo) es ya como de nuestra familia... ¿Ha hecho Isabelle Huppert otro papel que no sea el de Isabelle Huppert? ¿Alguien pone en duda que esta actriz sea de otra manera que los personajes que encarna? La carrera de esta actriz, al menos en la dimensión que nos ha llegado a través de Chabrol o Haneke es de una continuidad estremecedora. Sus papeles de mujer inquietante e intrigante, son uno, el mismo, de manera que me la imagino firmando nada más venir al mundo un contrato de por vida para encarnarse a sí misma (insisto, me niego a pensar que en su día a día Isabelle Huppert sea otra cosa que una mujer inquietante e intrigante)... En fin...
Ahí está también el bueno de Jean Louis Trintignant, haciendo las veces de "pater familias", comiéndose un mochuelo importante por un papel completamente anodino comparado con el desempeñado en 2013 en "Amor", también a las órdenes de Haneke... ¿Qué decir del resto de personajes? Todos ellos componentes de una piña familiar en la que no falta ningún tipo de despropósito y cuya historia viene a dejarnos esa "inédita" reflexión de que "los ricos también lloran", guardan miserias en el armario, las cuales de vez en cuando se desvelan y cuando lo hacen, les hacen poner a todos una cara de póquer de aquí te espero... (Si Buñuel levantara la cabeza... la volvía a enterrar...)
Pero voy ahora con Haneke... ese hacedor de filmes y de planos secuencia más largos que una semana sin pan... Me declaro, pese a ello, admiradora suya desde que ví "Caché", más por su originalidad que por el fondo o trascendencia de la historia... Después, tuve la mala fortuna de toparme con "Funny Games", que, por supuesto, interrumpí a tiempo (no pasé de los primeros diez minutos de metraje), so pena de padecer estrés post-cinematográfico... Le perdoné sin atisbo alguno de rencor con las dos sucesivas y mis dos favoritas: "La cinta blanca" y "Amor" (terriblemente dramáticas, pero deliciosas)... Algo me decía que Haneke ya había dado todo lo que era capaz de dar y que después de eso se abriría a sus pies el abismo de la mediocridad propia la industria cinematográfica europea (rodar por rodar, gastar por gastar)...
Voilá! Happy End es un totum revolutum, el resutado de meter en una licuadora a Haneke, Huppert, Trintignant, situaciones morboso-bizarras, planos secuencia interminables y demás cachivaches que se encuentran en el desván del "no saber qué contar"... creyendo que obtendrás otro provecho diferente que el de perder dos horas acompañada del rumiante soniquete de tu fatigado reproductor de DVD... Sus razones va acumulando el pobre aparato...
Rebecca
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4
10 de marzo de 2019
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que tuve noticias del título de esta película lo primero que recordé fue el otro célebre título vinculado a Eastwood "La mula Francis", aquella serie de películas de la década de los cincuenta que tenía una mula parlanchina como protagonista y en una de cuyas entregas había participado el bueno de Clint, cuando aún era un espermatozoide del celuloide y con su larguirucha figura trataba de hacerse un hueco en la meca del cine. Mucho ha llovido desde entonces y con este título será más de uno el que se pregunte si Mula cierra el círculo profesional de Eastwood o hay cine más allá del más allá...
Apenas arranca la película ya tenemos la encorvada y casi nonagenaria silueta del protagonista de "Sin perdón" y lo primero que a muchos nos viene a la cabeza tiene poco que ver con cuestiones cinematográficas: nos fijamos en el deterioro físico de Eastwood, su andar achacoso, su piel reseca y arrugada... esas características que ya nos habían llamado la atención en trabajos como Gran Torino, se convierten en una de las perturbaciones constantes a lo largo de toda la película, intensificadas por la magistral voz fatigada de su doblador español... Pero, ahí está, sigue en pie, se mueve, habla, va, viene... y los que admiramos esta inmaculada perseverancia suya, esta arrolladora fuerza vital, nos agarramos a la butaca confiando plenamente en todas las facultades de nuestro ídolo, incluso aunque no tengamos prueba palpable de ellas... Eastwood es una especie de religión a la que acudir cuando el cine es una terrible nada que lo inunda todo. Él lo sabe, sabe que le necesitamos y esta última película suya es prueba irrefutable de ello...
En Mula, Eastwood se hiperboliza a sí mismo: un super anciano cuya diplomacia seduce a los malos malísimos y es capaz de asumir los riesgos más inasumibles; no sólo sale airoso de los mafiosos y de los polis sino que se forra llevando a cabo su cometido sin despeinarse (y sin necesidad de entrar en una cabina telefónica y cambiarse el atuendo). Todo esto acompañado del trasfondo personal de siempre: las relaciones tensas del protagonista con su familia, las "sesudas" y nada trilladas reflexiones de que "la familia es lo más importante", el arrepentimiento, el propósito de enmienda, etc, cuya repetida y explicita aparición a lo largo de la película le dan a uno ganas de comprobar si Walt Disney está detrás del guión...
A mi modo de ver, el mérito de esta especie de "road movie" descansa únicamente en la originalidad del tema, poco explotado hasta la fecha, pero que le explota en las manos literalmente a Eastwood. La desdramatización de un tema como éste casa mal con el sentimentalismo y el buenismo al que nuestro admirado cineasta parece ser cada vez más proclive. Su búsqueda de aprobación por parte del público a través de estas fórmulas reiteradas, de la autocopia y el pastiche de si mismo nos indican que Eastwood ha vendido ya todo el pescado y que esta entrega huele más de lo debido... Más vale una retirada a tiempo que una mula coja, querido Clint.
Rebecca
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3
27 de agosto de 2016
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pasó recientemente con "El Piano", otro de esos films alabados, recomendados y que si no has visto, es que no has visto cine jamás, pues forman parte de esa lista de "must" cinematográficos que han contado desde su aparición en escena con un respaldo unánime de crítica y público. Al igual que en aquel caso, llego a este film de Kubrick con bastante posterioridad a tal maremagnum de anuencia crítica y ante mi incomprensión del porqué de tal aceptación masiva, comienzo a elucubrar varias hipótesis...
-Estos films han gozado de una sobrevaloración que ha predispuesto a la audiencia a no contravenir la norma crítica y publicitaria general a lo largo del tiempo.
-A estos films se les ha pasado el arroz y han tenido la maduración de un plátano en el frigorífico.
-No tengo ni p**** de cine.
Estas tres hipótesis, que no tendrían por qué excluirse entre sí, me merodean siempre que me topo con uno de estos casos, de estos supuestos filmes de culto, que yo rebautizaría como "filmes de bulto", llana y simplemente. En sus aspectos visuales y formales, esta cinta de Kubrick tuvo que sembrar en los setenta revuelo justificado. Algunas escenas consiguen impresionar al espectador de hoy día. Su saliencia es evidente, en buena parte potenciada por la intepretación de McDowell, que parece fue alumbrado para encarnar al psicopático personaje principal. Es evidente que prevalece sobre la rocambolesca historia, sobre el guión y el trasfondo filosófico o social (aún trato de dar con él) un premeditado intento de llamar la atención, de desmarcarse de la norma, de poner los pies encima de la mesa... Kubrick tiene su propio estilo, su sello, diferente en tiempos, en estética... y los hiperboliza como le da la gana, sólo faltaba, por algo es un genio... Y como decía el bueno de Dalí, "que hablen de mí aunque sea bien". La naranja mecánica es una historia insulsa y aburrida, supuestamente visionaria, protagonizada por un abyecto personaje cuya buena interpretación no logra salvar un ápice el poso de perplejidad que produce el conjunto (potenciada por las expectativas previas puestas en el loado trabajo). Rompe con muchas reglas visuales, argumentales, con muchos esquemas y aún tiene ese efecto en el espectador de hoy, por lo que cabría la posibilidad de anular la hipótesis de su escasa resistencia el paso del tiempo. Eso, sumado a que la mayoría nunca se equivoca, me sitúa ante la posibilidad de descubrir que no tengo ni p*** de cine. Claro que me queda el consuelo del dicho popular "para gustos, los colores". A lo que yo, eso sí, añadiría: pero que no sea NARANJA, por favor!
Rebecca
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8
20 de agosto de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días cayó en mis manos esta cinta dividida en cuatro partes pero unida por un hecho incuestionable, la grandeza de su actriz principal, que en la historia porta el nombre que da título al conjunto... Muchos años antes había visto a McDormand en la archiconocida "Fargo" pensando que aquella interpretación fue fabulosa. Pero lo cierto es que fue ver la encarnación de la irrepetible Olive Kitteridge y ver palidecer como la espesa nieve del film de los Cohen aquella interpretación precedente. McDormand se sale aquí de los márgenes de la pantalla hasta penetrar en los márgenes del espectador. Ante este hecho, resulta difícil valorar el resto del film, en el que se cuenta la cotidianeidad de un matrimonio a la antigua usanza y el acontecer característico de esa excesiva usanza, marcada por la rutina, la incomprensión, el hastío y un hijo traumatizado, todo ello aderezado, eso sí, con una hermosa casa y un hermoso jardín. La historia redunda en la perturbación psicológica de un 99% de los personajes, de modo que el que no se ha quitado de en medio, lo está planeando o lo posterga para cuando tenga un rato libre, algo que puede resultar algo exagerado a efectos guionísticos (sin olvidar que el film está basado en una novela), y que transmite una cierta banalización del suicidio. Estos tintes truculentos siguen, en cierto modo, la línea de las películas de los Cohen. McDormand encarna a una mujer árida, desconcertante, a ratos lúcida, a ratos irracional, incomprensible, incomprendida, incomprendedora, que surca la vida en una inmutable postura respecto a los que la rodean, anclada en una imperturbable hosquedad, que dificulta su adaptación social y fomenta el alejamiento y la pérdida de lo que supuestamente ama... Qué decir si todo ello centra un film titulado Olive Kitteridge, y que Olive Kitteridge no puede ser otra que la McDormand. Es que está todo dicho ya...
Rebecca
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