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España España · murcia
Críticas de rakel
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de enero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Match Point es una obra de arte que se va fraguando a fuego lento. Sin que uno pueda darse apenas cuenta, Allen va preparando un escenario inquietante, absorvente y trágico, despacito, sin hacer ruido.
Tras el visionado, pese a que uno llega a considerar que todas las escenas, los diálogos y las actuciones remarcables de unos personajes brillantes y adictivos, magistralmente orquestados, están al servicio de un final apoteósico, simplemente genial; cada una de esas escenas, de esos diálogos y de esas actuaciones, parece un fin en sí mismo, una pequeña muestra de virtuosismo en toda una gran obra.
Con una estética brillante y perfectamente cuidada, Allen dibuja una reflexión sobre la suerte, el azar en una vida cualquiera, pero en una vida particular, en que se detiene a ofrecer una visión sobre la idolatría inconfesablemente humana al reconocimiento social, que se dispone y contrapone con las pasiones necias que surgen en cualquiera, con independencia de su status y procedencia (así, mientras la pasión de Chris, se dirige a Nola, Chloe se obsesiona y funda su vida matrimonial en convertirse en madre), y hasta con las falta de pasión de los que se han quedado incustrados en ese reconocimiento social, la clase burguesa (más característicamente representada en la madre de Chloe y Tom).
Pero, andando por anhelos de superación y prosperidad, empañados por el amor y el deseo, el filme se reconduce una y otra vez a la idea de "no orden universal" y al papel que adquiere la ética en un lugar en el que, entonces, ninguna acción está premiada o castigada, sino que puede tener un resultado u otro: “There are moments in a tennis match where the ball hits the top of the net, and for a split second, remains in mid-air. With a litte luck, the ball goes over, and you win. Or maybe it doesn’t, and you lose”, en virtud de un azar que es hilo rector y conductor.

Allen flota durante toda la película sobre esa idea, haciendo referencias o alusiones explícitas a Crimen y Castigo, de Dostoievsky, y sin embargo la idea finalmente se materializa de una forma absolutamente original, sorprendente, hitckockniana, que te hace sonreir y bajar la cabeza pensando (dicho sea con los debidos respetos) "pero qué cabrón...".

Vi la película cuando se estrenó, en el cine, pero he vuelto a verla ahora, y me alegro mucho de haberlo hecho, especialmente después de haber visto otras cintas posteriores del autor, (sirva de ejemplo "Vicky, Cristina Barcelona") para recordar porque me gusta Woody Allen.
rakel
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7
29 de enero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente, esto no es "American Beauty". Mendes pierde frescura y agudeza en esta ocasión...

Los personajes ya no arrastran la conciencia de su frustración y mediocridad... todo lo contrario. Mendes transforma a los personajes (quizás mirando con perspicacia la obra de Yates) en seres egocéntricos y soberbios. Desaparece el humor cínico por necesidad. Los Wheeler se presentan al espectador a través de su vanidad. Se creyeron especiales, diferentes (paradójicamente, como casi todo el mundo), y descubren (sobre todo ella) que es mentira, una mentira monstruosa sobre la que, desgraciadamente, habrían falseado su felicidad.

La interpretación hace la historia. Winslet y DiCaprio sintonizan en la pantalla por vez primera...(nada que ver con Titanic), se complementan y el devenir de uno hace estallar la emoción del otro. Grandísimo trabajo de ambos, teniendo, por mi parte, que acentuar la interpretación de Leonardo Dicaprio, (más que nada por rabia), que nunca fue el niño guapo de Hollywood sino un luchador en la pantalla.

Kate Winslet, por su parte, está, como dijo algún otro usario, por encima de los sentimientos, de las emociones... su forma de hacer, es cine, y el reconocimiento y la admiración sucumben sobre la subjetividad del agrado.
rakel
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8
23 de febrero de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Darren Aronofsky se ha puesto a reflexionar en pequeño, y, aún dejando atrás recursos que en su momento le valieron la admiración de muchos, no deja de impactarnos.

Impacta el luchador por su sordidez, por conseguir hablar del fracaso sin dar demasiadas vueltas; del fracaso, además, cuando es irreversible y ya no hay marcha atrás. El luchador se olvidó de todo para vivir un sueño gratificante, que compensaba la soledad porque no se sentía, pero cuando, de repente una realidad más feroz que la lucha dentro del ring, le avisa de que el también terminará k.o, la soledad comienza a hacerse obscenamente evidente, está despertando del sueño.
Desgraciadamente, en cambio, Randy vivió demasido largo lejos del mundo y cuando trata de volver no puede mantenerse en pie, resulta aterrador.

En el lugar desde dónde habla el luchador, las opciones son escasas, no se ve y hace frio, y es incómodo, casi imposible de soportar.

Mickey Rourke cosigue, en un papel bien trabajado, sentido diría yo, enfocar las miradas de los espectadore en una dirección despojada de prejuicios y críticas prefabricadas, en una dirección que nos coloca a todos en el mismo lugar.

Marisa Tomei, por su parte, nos regala la luz dentro de la oscuridad, una sorisa que sirve al consuelo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rakel
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8
30 de enero de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría contar muchas cosas de esta película; que muerde, que entusiasma, que narra, que retrata, que llora, que se ríe.. mucho, que ilustra, que duele, que grita...

Pero además de todo lo anterior, o más bien en orden inverso...Sean Penn...¿Habéis visto eso?.. Espectacular. Eso es, precisamente eso, interpretar... una adecuación al personaje sutil y delicada que resulta maravillosa, acongojante.
rakel
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7
17 de junio de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ésas son las categorías principales […] Lo horrible sería... no sé, los enfermos incurables […] Me refiero a los ciegos, los inválidos […] Y después, lo miserable incluye a cada uno de nosotros. Lo engloba todo. Así que tenemos que dar gracias por sentirnos miserables, pues la otra alternativa es aún peor."

Pues sí, estas palabras acertadas y elocuentes del inclasificable Sr. Allen, son las que asaltaron mi mente en el momento en que comprobé que Wendy, una de las protagonistas del filme, encarnada por una espectacular Laura Linney, se inventaba una vida más memorable; aunque fuese por más trágica pero, en cualquier caso, más memorable...

Jenkins escoge un modelo narrativo que abruma por su honestidad; la historia no se hace desoladora sino que está llena de crudeza y desolación y, sin embargo "çe la vi". Y no, Señores, no se trata de que el destino se compedezca de Wendy o de Jon y les compense con sucesos maravillosos o inolvidables (que hubiesen servido, además, para complacer a los espectadores); no. A lo sumo, consiguen un trabajo, sobrellevan una relación o se lo pasan bien hablando de temas que les interesan o escuchando música.

La familia Savages es una historia sobre la cruda realidad, pero la verdadera que es, a fin de cuentas, la única que puede ser cruda. Es una historia sobre personas que a veces se rien, a veces saltan o gritan de alegría, a veces en cambio sufren, lloran, se sienten culpables o fracasados, pero que la mayoría de las veces, "van viviendo" como pueden. Están solos, pero no de una forma trágica, sino en la forma en que casi todos estamos, aunque de vez en cuando se sinceran y se sienten algo menos solos.

También es una historia sobre la vejez, sobre el amor paterno filial, y el desamor, sobre lo difícil que resulta ser sincero, especialmente cuando la persona que escucha la confesión es uno mismo, y todos estos temas son expuestos "a bocanadas", sin pinceladas de magia o sin que al final del visionado, sientas que te has enamorado de ninguno de los personajes, sino tal como son.

Quiero poner especial atención en la actuación de Laura Linney, me ha sorprendido gratamente, se pone a la altura de Philip Seymour Hoffman y juntos consiguen que sus personajes recreen a cualquiera de los millones de miserables que deambulamos por la vida de un lado para otro, sin resultar encantadores ni detestables o ambas cosas a la vez.
rakel
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