Creo que esta 'Medianoche en París' guarda una de las mejores reflexiones que el arte ha hecho sobre sí: la excesiva nostalgia hacia el pasado, minusvalorando el valor artístico del presente, subrayando así la ceguera de los coetáneos y la magnificación hacia lo anterior… quizá porque se usa en demasía como fuente de inspiración.
Woody Allen se ha metido de lleno en el escenario que esta vez le ha tocado en su particular 'tour europeo'. Saca a relucir todo lo que la capital francesa ha dejado en la memoria de la gente: el amor y su empalagoso almíbar, lo bohemio, y a los grandes artistas que allí convivieron.
La película cuenta con una bella y onírica fotografía, bañada de luz, a la altura de la ciudad, así como con algunas de las mejores piezas musicales que el director haya utilizado en su carrera. El inicio, con un clásico de Bechet sobre las imágenes de muchos rincones de París (en un claro paralelismo con 'Manhattan', 1979) deja el listón muy alto desde el principio, aunque sea tirando de recursos.
Me da la sensación de que el extraordinario e imaginativo guión es ligeramente lastrado por la parca o desidiosa destreza con la batuta que el de Brooklyn esta vez demuestra, como si no todo el jugo del texto se hubiese sacado. Creo que si este guión lo hubiese rodado hace 25 años, estaríamos ante una de sus mejores películas y un film de culto en Europa.
Por cierto, siguiendo con el excesivo almíbar que decía, la película muestra prácticamente todo lo truculento del amor: decisiones egoístas, idealizaciones, juegos con terceros, desuso de la moral y ética… una gran antítesis de lo que esperamos de París, pero mucho más veraz y todo lo cruel que al amor rodea.
Por otro lado, hay chistes, situaciones y reflexiones desternillantes sobre el papel, que en ocasiones pasan casi desapercibidas… quizá estemos ante la puesta en escena más 'auteur' del genio, jugando con la alta inteligencia y cultura de los espectadores, siendo esta una demostración más del respeto hacia el viejo continente de Allen.
No estamos ante una de sus mejores películas, porque quizá no sea todo lo redonda y universal que podría haber sido, ni siquiera la incluiría entre sus 20 mejores films, pero sí creo que es de lo mejor que ha hecho (escrito) de los últimos años, probablemente desde 'Un final made in Hollywood' (2002… por cierto, minusvalorada película).

Buñuel rompe esquemas sociales y universales de cualquier índole con esta obra digna del más alto estatus cinematográfico. Una ácida, inteligente, original y surrealista forma de criticar la burguesía reinante que sirve como vehículo para salpicar a cualquier otra parte y forma del mundo, y que Buñuel utilizó para desarrollar sus más altas cotas de imaginación y crítica a través del absurdo como insulto directo a la alta clase social. La parábola del comportamiento humano que esta película refleja, transformando las delicadas formas burguesas hasta sus más primitivos actos, es una parábola de inclasificable definición, de una astucia genial. Un universo borgiano en un contexto fantástico como tiro al blanco de una burguesía encerrada en sí misma, para una película enigmática basada en el hecho más absurdo y que Buñuel aprovecha para desterrar las incoherencias del ser humano más adoctrinado. La simbólica escena final es un punzante resumen de esta obra mayor de un genio.