Pocas veces nos detenemos a pensar sobre la manera como asumimos la vida laboral en estos tiempos. La pandemia nos ha dejado una sensación de malestar general con el rumbo actual del mundo y una sensación de vulnerabilidad constante que ha causado toda una serie de trastornos emocionales cuyas dimensiones aún no se han estudiado. Así estamos, en la zozobra del valor de la vida y la razón de ser de la existencia. Este cortometraje ahonda más en la llaga, poco a poco vamos descubriendo una cara que no queremos ver de nosotros mismos: nos hemos vuelto cosas, porque somos un número, un dato, una función, en pocas palabras, una variable en las estadísticas económicas. Justamente, nos pone en el centro de la crisis existencial: ¿Cuál es el sentido de la vida cuando nos volvemos cosas, cuando somos un número, un dato o una función?

Yo no sé de técnica cinematográfica, ni tampoco conozco el género del cortometraje de animación, pero, puedo decir, eso sí, que me pareció impresionante la manera en que sin una sola palabra nos fue llevando poco a poco hasta el descubrimiento del empleo del protagonista y a un final contundente que no deja lugar a dudas, los seres humanos nos hemos vuelto cosas; aún más, dentro de una especie de escala social cada uno de nosotros nos vamos volviendo la cosa de otras personas.