Cuando nos disponemos a ver Thai Dragon, nos encontramos ante el mayor despliegue de habilidades que ha demostrado un ser humano en toda la historia de la humanidad. Mientras otras películas de acción o de artes marciales ofrecen horas de diálogo y trama y apenas unos 30 minutos de acción, Thai Dragon prácticamente carece de un argumento que interrumpa las magníficas escenas de lucha. Esta situación produce en algunas personas la mayor aversión posible, pero en otras personas (aquellas que buscan la esencia del cine de artes marciales) produce un sentimiento de plenitud y de absoluta satisfacción al ver como Tony Jaa se deshace con éxito de infinidad de adversarios utilizando habilidades reales, sin trucos de ordenador ni cables que lo hagan flotar en el aire.

Sin duda las mejores y más largas escenas de lucha que he visto en mi vida, (algunas de ellas legando a batir records mundiales). La fórmula "Thai Dragon" me parece sublime para el cine de artes marciales: el argumento más sencillo y corto posible para que deje paso al combate, la más mínima escusa para enfrentarse a hordas de enemigos y simplemente mucha, muchísima acción. Porque el guión de Thai Dragon no se escribe, es una perfecta coreografía marcial, un diálogo en combate que lo dice todo sin palabras. Y si ninguno de estos argumentos convence al personal, solo me queda alegar que Thai Dragon es la única película que sería capaz de ver todos los días de mi vida y aún así disfrutarla como la primera vez.