En principio tiene buena pinta: capítulos de unos diez minutos para contar la recuperación tras la ruptura de una pareja, desde el punto de vista de la chica, en los que en cada capítulo se dedica un minuto menos al recuerdo, centrándose cada vez más en el presente. Sin embargo, se nota mucho la falta de medios, que se intenta disimular filmando en exteriores baratos, como una piscina de noche o un camping, o utilizando el mismo "piso" para dos viviendas distintas, entre otras artimañas de ahorro, como la de hacer pasar Granada por Marruecos. Esto hace que sea casi cutre.

Por otra parte, la historia está llena de tópicos: de la pareja feliz del principio, de la chica maravillosa con muy buenos amigos, muy valorada en su trabajo y rodeada de hombres que se encandilan de ella allá donde vaya, de tonterías peliculeras como lo de verse cada año en un sitio determinado el día del cumpleaños de ella, lo del bizcocho semanal o, lo peor, la "estrategia" de la chica de descontar minutos de dolor cada día, después de la muerte de su madre, dedicándose cada día a pensar menos, como si eso fuera algo tan fácil que sólo hubiera que proponerse, prácticamente una cuestión aritmética.

Todo es poco creíble. Le falta lo oscuro, la angustia de los primeros días después de la ruptura, el dolor, la rabia, la incertidumbre, lo impulsivo... En fin, le falta autenticidad.

La parte buena es que es bastante entretenida, debido sobre todo al metraje, y todos los actores, en general, están bien. Álvaro Cervantes es muy buen actor y en las partes improvisadas (que también se notan) sale mucho mejor parado, Nadia de Santiago está correcta, pero se la ve muy consciente de la cámara y le sobra ese afán exhibicionista (teniendo en cuenta que la serie es creación suya en gran parte).

Una buena idea con un resultado regular.