Es la obra más grande realizada a través del arte cinematográfico. Te hace reflexionar, te educa, te emociona, te hipnotiza, te estremece, te saca alguna risa, te perturba, te engancha, te enamora.

Guión perfecto, puesta en escena adecuada, actuaciones apoteósicas, montaje barroco (acertado), fotografía magistral, banda sonora inolvidable y dirección… la mejor posible.

No cabe duda, Bergman es el más grande entre los grandes, hablándose de tú con Cervantes, Shakespeare, da Vinci, van Gogh, Mozart, Bach, Platón, Heidegger, Rodin, Miguel Ángel, Wilder y Buñuel.

Sólo resta decir gracias, maestro, por trazar una historia y unos personajes que los adoptamos como propios, no obstante las distancias geográficas y temporales que se plantean en el filme. Seguiremos cuestionándonos qué carajo significa la vida y huyendo a la muerte, cada quien disputando su partida de ajedrez como mejor le convenga.